er director de contenidos en televisión es complicado: ¿Qué emitir? ¿A qué hora? ¿Cuántos tipos de público existen? Es gente intuitiva, muy informada sobre los gustos dominantes y atenta a la evolución de la especie. Aun así se equivocan mucho. En Euskadi tuvimos al mejor, el inolvidable Pello Sarasola, prematuramente fallecido. Después de 25 años apostándolo todo a la telebasura, con mínimo perfil informativo y el entretenimiento más vulgar, el modelo de Telecinco se ha venido abajo y ahora Antena3 lidera las audiencias, tanto que a finales de marzo le sacará tres puntos de ventaja a la emisora del recauchutado Berlusconi.
¿Qué ha ocurrido? Hace meses comenzó a hacerse patente el derrumbe de sus datos. La cadena reaccionó al modo tradicional con un par de ases. Desde entonces el jefe de contenidos hace filigranas cambiando de ubicación espacios estelares y reponiendo fórmulas y personajes (Bertín Osborne entre ellos) que han perdido atractivo. Fracasa en información, hace el ridículo en Ucrania, la ficción casera de José Coronado no le ha reportado gran cosa y Secret Story, sucedáneo de Gran Hermano, no da para remontar. El culebrón latino Pasión de Gavilanes ha sido un colosal gatillazo. La sangría de espectadores es ya imparable de lunes a domingo. Su liderazgo era falso. ¿Cuánto le ha costado en valor bursátil este desastre? ¿Y cuántos millones viene perdiendo en publicidad?
El director de contenidos de Telecinco es un lince, el pobre; pero no es culpa suya, sino de Vasile, gobernador de la Hispania como Escipión en la antigua Roma. El imperio se desmorona y quizás pronto veamos a Belén Esteban, princesa del vertedero, de regreso al barrio. De momento, Mediaset, enredado en conquistas continentales contra el bárbaro Netflix, cambia de nombre y pasa a llamarse Media For Europe. Morituri te salutant.