Toca dejar las tierras cántabras en las que vive desde hace ya unos cuantos años para poner en marcha la gira de su nuevo álbum. De hecho, la agenda para los próximos meses no tiene casi huecos. Sur en el valle pide paso, sin perder de vista varios de esos temas esenciales que han cimentado la trayectoria de Quique González. Este sábado, el Principal le recibe a las 19.30 horas, todavía con alguna entrada disponible.
Desde finales de 2021, casi no hay conciertos en Vitoria ya que las últimas restricciones han cerrado salas y escenarios. ¿Complicado actuar en una escena que está fría?
-Bueno, estamos en una situación de mucha incertidumbre para todo el mundo, pero la verdad es que tengo cierta extrañeza por la comparación con otros sectores que siguen funcionando a pleno rendimiento. No sé muy bien cómo se toman las decisiones. Por supuesto, queremos cumplir todas las normativas y hacer que la gente esté segura, pero entre los músicos y la gente del espectáculo en general existe la sensación de que se está criminalizando la cultura con respecto a otros sectores. Los músicos o la gente del teatro estamos acostumbrados a vivir en la incertidumbre y nos adaptamos a lo que hay, pero con cierta incomprensión con respecto a las circunstancias. Es curioso que vayas a un concierto que debe tener el aforo al 50% pero luego vuelves a casa en un tren que puede estar lleno de gente, y ves a unos cuantos que no llevan mascarillas.
Está afrontando ahora una gira sobre todo por teatros y auditorios. ¿Es todo música o es diferente en un club, en una sala, en un teatro o en un festival?
-En todos los sitios es música. También es cierto que los teatros y los auditorios favorecen un poco más la experiencia musical porque hay más silencio, atención y menos distracciones para el público. Eso favorece nuestra concentración y la de la gente. Me encanta tocar en todos los sitios, pero si tuviera que elegir un espacio para tocar, me quedaría siempre con los teatros, también por el tipo de música que hacemos.
Ahora que menciona esto último, sorprende que en muchas críticas de 'Sur en el valle' se hable de un Quique González más acústico cuando en su discografía hay más de un álbum en esta línea.
-Sí, es cierto. Por ejemplo, Kamikazes enamorados. Las canciones son las que condicionan el formato y la vestimenta. Son las que te piden que todo sea más acústico o más eléctrico. En este sentido, Sur en el valle es un disco relajado, contemplativo si quieres y por eso se adecua más al formato acústico.
Camino de los 50, ¿el disco también responde a eso, a que se empieza a ver más cerca el final del túnel que el principio?
-Sin duda. A medida que vas cumpliendo años, hay una visión no sé si más relajada o sosegada con respecto a todo. Creo que eso influye en estas canciones, en las cosas de las que hablan. Eres más consciente del paso del tiempo que en otras etapas de tu vida. Eso se refleja en las composiciones, por supuesto.
Lleva desde finales del siglo pasado casi sin parar. 'Sur en el valle' es ya el decimotercer disco de su carrera. ¿Dónde encuentra la chispa o la motivación para decir: sigo teniendo algo nuevo que ofrecer, me apetece volver al estudio y después a la carretera?
-Casi llevo 25 años en esto y son muchos discos y muchas canciones las que llevo a la espalda. Antes no me hacía esta pregunta, no me cuestionaba a mí mismo sobre si quería seguir haciendo esto. Pero ahora sí que me hago la misma pregunta que me haces tú. ¿Quiero seguir? ¿Tengo todavía cosas que contar? ¿Tengo la capacidad para sorprenderme a mí y para sorprender al público que me sigue? De momento, la respuesta es que sí. Amo este oficio. Y tampoco sé hacer muchas más cosas (risas). Esto es lo que me apasiona. Me sigue emocionando mucho terminar una canción que me gusta, compartirla con mis compañeros, montarla, conseguir diez temas que me apasionan y entrar al estudio. Todo eso me sigue motivando. Pero es cierto que cada vez más me cuestiono lo mismo que me planteabas al principio, esas preguntas que antes no estaban.
Llegan los conciertos, como el de Vitoria, y más allá de lo nuevo, hay que tocar sí o sí determinadas canciones del pasado que el público siempre pide. ¿Se sigue reconociendo en ellas?
-Sí, sí que me reconozco. Intento también ser honesto con mi repertorio. Me cuesta mucho cantar canciones que ya no me creo tanto. Me parecería antinatural hacerlo. Los temas que canto en cada concierto, y los más antiguos que recupero, los que son más, por así decirlo, obligados, me siguen pellizcando. Si no fuera así, no las cantaría pese a esa supuesta obligación de tocarlas. Mientras siga creyendo en las canciones viejas, voy a seguir tocándolas, pese a que también creo que lo más honesto, cuando sacas un disco nuevo, es que la parte principal del concierto esté en esas últimas composiciones. Lo último que presentas es lo más representativo de lo que eres, por lo menos hoy en día.
A cuenta de la supuesta polémica con Eurovisión y el festival de Benidorm, leía el otro día un artículo en la prensa estatal que decía que uno de los problemas de los medios de comunicación es que no atienden a los gustos de los jóvenes, que solo sacan artículos sobre los nuevos discos de Quique González o Los Planetas. ¿Es que su música está prohibida para los menores de 25 y no lo sabíamos?
-A mí lo que me sorprende de verdad es que haya tanto interés por una horterada tan grande como el festival de Eurovisión y que llegue a las tertulias políticas en las radios y en las televisiones. Eso me sorprende. Parto del principio de que, por lo menos para mí, la música nunca es una competición. Odio con toda mi alma los concursos de talent show. A partir de ahí, en la música tiene que haber de todo: música más ligera, más comprometida y demás. No me gusta denostar un tipo de música aunque yo tenga cero interés en escucharla. Tenemos la creencia, errónea según mi parecer, de que la gente joven es idiota y solo quiere cosas de consumo rápido, también en la música. En mis conciertos hay gente muy joven con la que, afortunadamente, sigo conectando, aunque lo más normal es que conecte más con gente que está en mi rango de edad.