Hasta no hace tanto, Gasteiz ha sido como su segunda casa. De hecho, el cine sigue uniéndola con la capital alavesa. Y sigue con su aprendizaje del euskera. La agenda de Marina Parés, de todas formas, no para. Nuevos caminos se abren, aunque Ane, su creación junto a David Pérez Sañudo -con quien volvió a rodar el año pasado en Vitoria el corto La colcha y la madre-, opta a cinco Goya el 6 de marzo.

Hay un nuevo proyecto de largometraje sobre la mesa, se rodó otro corto hace unos meses aquí, y todo eso va reclamando la atención mientras 'Ane' se estrena, empieza a conseguir nominaciones y premios, ahora la posibilidad de los Goya... ¿Muy extraño?

-Es complicado. El día que se vio la película por primera vez en el Festival de Cine de San Sebastián ya tuve una sensación ambivalente. Por un lado, en realidad para mí la película estaba cerrada, era algo pasado porque ya no podía hacer nada por cambiarla. Pero por otro lado, sabía que era el momento en el que, de verdad, Ane empezaba a vivir. Y creo que en esa misma situación me encuentro ahora, igual que el resto del equipo. La película está más viva que nunca, ves cosas en los medios, lees críticas, te vienen amigos que te dicen que han visto tu trabajo y puedes hablar con ellos del filme... Es que hoy puedo hablar con la gente de Lide, Fernando, de nuestros personajes, de sus detalles y ves que eso que antes solo era parte de tu vida, ahora lo es de la de otras personas. Así que Ane es recuerdo y presente al mismo tiempo.

La película es el resultado de mucho tiempo de trabajo anterior, del corto del mismo título, de llamar a puertas, de pelear, de... ¿Cómo se sintió cuando vio que todo se hacía realidad, además en un marco como el Zinemaldia?

-Sin duda, afortunada. Por supuesto que hubo mucho trabajo, entre otras cosas porque arrancamos de cero el proyecto y lo levantamos. Pero no hay que perder de vista que hay un factor muy grande de suerte, de, por lo que sea, haber sabido dar con la tecla de lo que podía tener buena acogida en este momento. Tengo la impresión de que hemos caído de pie siempre. Da hasta miedo que todo haya salido tan bien. Además, ahora siento las ganas de que todo esto sirva para seguir trabajando.

Por cierto, ¿qué tal con el euskera?

-(Risas) Me gustan mucho los idiomas y cuando me mudo a un sitio, cuando me acerco a una cultura, siempre intento aprender el idioma. Me apunté, lo que pasa es que llegaron el rodaje de Ane, la promoción, la pandemia y el mundo no ha querido facilitarme las cosas. Pero tengo aquí los libros y es mi intención seguir. Me apasionan los idiomas, más allá de tener o no la aspiración de hablarlos de manera fluida.

¿En qué momento coincidió con David Pérez Sañudo y vieron que podían trabajar juntos en 'Ane'?

-Le conocí de casualidad en un curso en Córdoba. Siempre me había gustado escribir, pero estaba estudiando para hacer el doctorado y dedicarme al mundo académico dentro del cine. No se me había pasado por la cabeza que escribir para cine o, en general, dedicarse al cine pudiera ser realmente una manera de ganarse la vida. En aquel momento, que creo que era 2015, David ya tenía cortos a sus espaldas. Estuvimos hablando y me dijo que tenía una idea, todavía en estado muy embrionario, sobre una chica que desaparecía en el País Vasco en la primera década del siglo. Me preguntó si, por probar, me apetecía escribir con él. Y probamos. Empezamos a ver que nos entendíamos bien porque los dos entendemos el cine de una manera muy similar pero, al mismo tiempo, tenemos distintos intereses tanto a la hora de consumir cine como de qué problemas queremos abordar. Conforme fueron pasando el tiempo y las versiones de guión, aprendimos a conocernos más, y entendimos que tenemos visiones del mundo que encajan bien y se complementan. Si ahora escribiera sola un guión, creo que sería más pobre o con una visión más limitada de la realidad.

Pero trabajar a cuatro manos...

-Bueno, tienes que negociar, pero prevalece lo positivo de hacer las cosas así. Siempre tienes momentos de frustración, de no ver nada claro, de pensar que a quién le va a interesar lo que haces, pero eso le suele pillar al otro en el momento álgido.

En su caso fue hacer una apuesta profesional y vital importante. Hasta se vino a vivir un tiempo a Vitoria.

-Cuando fui allí, el proyecto estaba un poco más encauzado y habíamos pasado la estancia en La Incubadora, que fue lo que nos dio la seguridad de que Ane se podía hacer. Claro, si lo que quieres hacer es escribir y las cosas se alinean para que, tal vez, eso pase, tienes que apostar. Igual no sucede, pero hay que arriesgarse. Además, como también me dedico al montaje, fui combinando trabajos en paralelo y eso me permitió pisar algo más de suelo.

Primer largometraje y cinco nominaciones a los Goya. Fantástico pero va a parecer que lo siguiente tiene que ser superlativo.

-Sabes lo que pasa, que cada semana estoy en un estado anímico diferente (risas). Hay días de: ¡me voy a comer el mundo! Y otros de: ¡pero madre mía y ahora qué! Como jamás pensé que iba a pasar esto, todo lo que llegue es bueno. Esto es una oportunidad que hay que aprovechar a la hora, por ejemplo, de contactar con productoras para otros proyectos, de acercarte a otros profesionales que te ayuden a mejorar. Es fantástico lo que está pasando, pero vamos a seguir paso a paso, intentando aprovechar las ventajas que supone esta situación.

¿Qué fue lo más complicado del guión? ¿Definir bien el personaje de Lide, que es la columna vertebral de la película? ¿Saber unir los distintos géneros de un filme que arranca como un thriller pero luego deja de serlo?

-Fue un proceso largo. Sí, arrancamos como un thriller y eso, en sí, a nivel de escritura ya es muy complejo. Todo tiene que ir como un reloj y si no encaja bien una pieza, se cae todo. Eso en sí fue muy complejo. Pero cuando nos dimos cuenta de que lo que queríamos contar era una desaparición pero desde un punto de vista íntimo, vimos que nos interesaba tanto la trama como el personaje de esa madre a la que, de repente, le desaparece la hija y más que buscarla físicamente, tiene que buscar quién es. Claro, cuestionar quién es tu hija es cuestionar quién eres tú. Una vez que tuvimos esa revelación conseguida a través del trabajo, fue cuando se iluminó un punto al que queríamos caminar en línea recta. A partir de ahí, fue una labor de depuración y de cuestionamiento de lo que teníamos, un trabajo más complejo a nivel de significado, pero también más sencillo porque ya teníamos esa antorcha a la que mirar siempre.

Lo cierto es que el resultado está ahí y pasa por el hecho de que 'Ane' está nominada como mejor película. Las otras cuatro posibilidades entraban en bastantes quinielas, pero ésta no tanto, más que nada por ser una ópera prima. ¿Qué pensó cuando se enteró?

-La verdad es que me enteré viéndolo por Twitter porque la conexión en streaming no fue muy allá. Cuando salió lo de guión adaptado, fue alucinante. Sí que en mis mejores sueños lo había imaginado, pero... Teníamos todas las esperanzas puestas en la nominación de Patricia López Arnaiz, pero también muy buenas sensaciones con la de dirección novel, la de guión y la de Jone Laspiur. Con todo eso, yo ya desconecté. Y cuando volvió la conexión y vi, de refilón, lo de mejor película, estaba con mi madre y mi primera reacción fue decir: no puede ser, se han equivocado al leer (risas). Fue la incredulidad elevada a la máxima potencia. Y luego me sentí muy agradecida porque una piensa que, de alguna manera, una película con tan relativos pocos medios y sin tener grandes caras conocidas, si ha llegado ahí es porque ha calado. Esa nominación quiere decir mucho para nosotros, que ha gustado a las personas que componen la Academia por la película en sí. Independientemente de lo que pase, ya hemos ganado, aunque suene a tópico, por el hecho de que se haya visto y haya gustado. Por lo demás, estoy alucinando todavía (risas).

La gala es además en su casa. ¿Ya ha preparado algo?

-Uff (risas). Veo difícil ganar, pero bueno, supongo que algo habrá que preparar por si acaso. Pero vamos a ir pasito a pasito. Mejor no perder el norte.

¿Qué raro lanzar la primera película y vivir todo esto, mientras el resto del mundo está paralizado, verdad? ¿Ha pensado qué hubiera pasado con 'Ane' si la pandemia no hubiera existido?

-Es inevitable pensar en todo lo que está pasando. Por ejemplo, cuando se estrenó la película, lo lógico hubiera sido celebrarlo. Pero no lo pudimos hacer. Y a eso se une, por otro lado, que llegas a unas salas donde no hay el mismo aforo, donde el acceso es reducido o te pasa como ahora, que la película regresa en un momento en el que varias comunidades autónomas tienen sus cines cerrados. Aunque se llenen las salas, cada vez podemos sumar muy pocos espectadores. Tienes la impresión de que no se la has podido enseñar a tanta gente como te hubiera gustado. Pero ya está, es lo que nos ha tocado vivir y tenemos la gran suerte de que no se paralizó el rodaje y de que la película ha podido seguir adelante. Da pena y rabia, pero ojalá el único problema de 2020 hubiera sido que éste.

"David y yo entendemos el cine de una manera similar pero tenemos distintos intereses tanto a la hora de consumir cine como de qué problemas abordar"

"Da hasta miedo que todo haya salido tan bien. Ahora siento las ganas de que todo esto sirva para seguir trabajando"

"Por la pandemia no le has podido enseñar la película a tanta gente como te hubiera gustado, pero es lo que nos ha tocado vivir y ya está"