A escasos metros del Congreso de los Diputados, donde seguía celebrándose la moción de censura al Gobierno, Rosendo presentó ayer su último disco, una obra que llama a la movilización de la sociedad frente a una clase política que, en su opinión, no responde a las expectativas. “Les diría que dejaran de hace el gili y que trabajaran en serio. La moción tiene sentido, porque parece que no nos terminamos de enterar de lo que pasa, pero lo que hace falta en el fondo es que se hagan cosas. Lo digo sobre todo por las peleas entre los partidos para llevar adelante un proyecto que creo que la mayoría estamos demandando”, señala el veterano músico.

El decimosexto álbum de estudio de su carrera se publica mañana y llevará por título De escalde y trinchera (Warner Music), una alusión “a la expectativa de la pelea, cubriéndote un poco, pero dispuesto a dar el estacazo cuando haga falta”. También alude a la cantidad de veces que Rosendo ha salido escaldado. “Yo llevo bastante a cuestas. Me he pasado la vida aguantando mareas y peleando, aunque sea desde mis canciones”, destaca el de Carabanchel. Con ellas, añade Rosendo (Madrid, 1954), solo pretende decir lo que piensa. “Y si a alguno le pica, que se arrasque”, concluye.

Tres años han pasado desde que lanzara el disco en directo grabado en la plaza de toros de Las Ventas y cuatro años desde su anterior álbum de estudio, Vergüenza torera. En 2015, cuando recogió un disco de oro por el citado Directo en Las Ventas 29.7.14, confesaba que estaba muy contento, después de haberse sentido tiempo atrás “muy cerca de ese momento de tocar fondo. Son muchos años ya y lo que hago es muy básico, no aporto novedades de un disco a otro; me veía, y me sigo viendo, como que estoy fuera de lugar. Afortunadamente, Vergüenza torera funcionó mejor de lo que pensaba y eso me dio un poco de espíritu”, confiesa.

Tras concluir su última gira a finales de 2015, anunció que se retiraba un tiempo para airearse él y al público. Solo rompió su descanso para una gira muy especial que lo llevó por primera vez en sus 63 años de vida a Australia, lo que pudo suponer otra inyección de confianza extra. Algo de esa energía tiene De escalde y trinchera, aunque ha sido compuesto desde la calma en el pueblo burgalés del que es originaria su mujer. “Yo hago rock y eso hierve aunque estés relajado y perdido en el monte, como ha sido el caso. La guitarra a mí me pica, aunque la energía no sea la misma de hace años”, dice sobre un álbum con mayor presencia de medios tiempos que otras veces.

Había pensado parar “un par de años”, pero se juntó con un número de canciones suficientemente potentes a su juicio y adelantó la salida de este disco. “Como no sé los años que me quedan por delante, hay que aprovechar”, justifica. Como primer sencillo, Que si vengo que si voy, un tema “ácido” y directo que coincide en su consigna con otros cortes del disco que critican la sumisión al poder. “Se nos pasa el tiempo y no tomamos partido, nos dejamos llevar por lo establecido”, lamenta Rosendo, quien arrancó su carrera en solitario tras el final de Leño con el disco Loco por incordiar (1985).

Por todos esos años en los que a través de su música ha ejercido de “muy madrileño”, de “contar y cantar lo que había vivido en sus calles”, incluso para decir que “Madrid era una mierda”, el músico fue recientemente galardonado con la Medalla de Oro de la ciudad, a pesar de sus cada vez más habituales escapadas. - Efe