Quince obras, dos microteatros, cinco directores, cuatro festivales de teatro aficionado, dos jornadas de teatro breve, y un elenco de actores y actrices imposible de cuantificar -puesto que van y vienen, aunque ahora están en torno a una decena-. Son el resumen que se puede hacer en cifras del grupo de teatro Aimara, de Amurrio, mal tildado de aficionado si se tiene en cuenta que llevan recorriendo los escenarios de toda Euskadi y muchas otras comunidades como Galicia, Aragón o Madrid durante dos largas décadas.
De hecho, este año están de vigésimo aniversario y lo están celebrando como mejor saben. De hecho, están preparando para su estreno en 2017 “una comedia de un escritor clásico, y hasta ahí puedo leer, no vaya a ser que cambiemos de planes”, adelanta su actual director, el getxotarra Javier Liñera. Y es que la historia de Aimara, como la de cualquier grupo de teatro amateur, es la de un recorrido cambiante. “Unos entran, otros salen. Pero, pese a las muchas dificultades y obstáculos, hemos sido capaces de seguir, manteniendo ese pegamento esencial que nos une, que es nuestro amor al teatro y las ganas de actuar, conectar con el público y crecer como grupo, y tirando de un vagón que no descarrila pese a las muchas curvas del trayecto”, explica uno de los miembros más veteranos del grupo, Rufo Grande. Éste ingresó en Aimara “allá por 1997, junto a compañeros varones como Raúl García, aunque antes que nosotros ya estaba Bego Testón, cuando el grupo sólo lo integraban mujeres”, apunta.
Aimara Teatro inició su andadura como grupo amateur en 1996 en el seno de la asociación de mujeres Aurreraka, en Amurrio, del que se independizó en 1999 y ya con intérpretes tanto femeninas como masculinos. A lo largo de estos 20 años han presentado quince montajes, aunque su éxito mas reconocido fue No hay ladrón que por bien no venga de Darío Fo y dirigido por Begoña Bilbao, por el que recibieron en 2005 el premio al mejor actor principal en el I Certamen Nacional de Teatro para Aficionados que se celebró en Alba de Tormes (Salamanca), precisamente, en la persona de Rufo Grande. Tampoco conviene olvidar el auténtico no parar que ha supuesto desde su preestreno en 2013 hasta hoy la obra de creación colectiva Yo soy la revolución.
Elenco cambiante No hay ladrón que por bien no venga, además, fue el que tuvo el honor de inaugurar las tablas del Amurrio Antzokia un ya lejano 28 de mayo de 2005, y es “sin duda, la obra más representativa de los cambios que comentaba, puesto que si bien Ixone Fernández de Aguirre, Raúl García, Bego Testón, José Ortega o yo mismo continuamos, hay muchos compañeros de aquella etapa o posteriores, como Iratxe Pérez, Gorka Martín, Elisabet Ruiz, Mar Gómez o Nati García, entre otros, que ya no siguen por las circunstancias que sean, y a los que han sustituido otros tantos como Jon Guerrero, Lydia Ríos, Nerea Velasco, Elisabet Anda, Xabier González, Estela Celdrán, o Bego Guerrero, por citar alguno”, subraya Grande.
Este vaivén constante de entrada y salida de actores y actrices al grupo, si bien es enriquecedor, también causa frustraciones. Es el caso del aitite de Aimara, José Ortega, que debutó en 2007 en La Coruña con esta misma obra y “para sustituir a un chico que lo dejó”, recuerda. Su entrada a Aimara fue de casualidad. “No conocía este mundo y ahora me gusta cada vez más. Ya no puedo dejarlo. Me hace sentir útil porque haces algo que gusta a la gente y eso te llena de una forma que soy incapaz de describir. Vivo ilusionado con las dos horas de ensayos de cada miércoles, aunque eso también me causa pena y frustración, porque yo estoy jubilado y tengo todo el tiempo del mundo, pero mis compañeros trabajan, tienen sus vidas y no pueden dedicar a esto las horas que me gustaría y necesito, porque ellos tienen más facilidad para retener el texto, pero yo a mi edad ya no”, lamenta.
Por ello, Ortega -que en 2008 actuó como figurante en el largometraje El pagafantas, dirigido por Borja Cobeaga- es más partidario de preparar obras de menor formato, como las que se interpretaron el pasado día 19 en la casa de cultura, dentro de la segunda jornada de microteatro que organizaba el grupo para celebrar el Día Mundial del Teatro. “Fue un éxito rotundo de público, pero yo no decido, sólo soy uno más”, subraya. En la citada jornada dos de los actuales componentes de Aimara -Raúl García y Elisabet Anda- llevaron a escena Tu recuerdo me dejó frío, de Santiago Serrano; mientras, otro compañero -Xabi González- interpretó junto al grupo bilbaíno de teatro aficionado Atakados la comedia de Ramón Perera Shalom Aleijem (La paz sea con vosotros).
Primera vez Con todo, la primera obra de teatro breve interpretada por Aimara fue en 2015 dentro de esa misma jornada. Se trató de La esquela de Víctor Iriarte. Los encargados de defenderla en escena fueron Raúl García y Rufo Grande, junto a Bego Testón. La cofundadora de la compañía y única integrante de Aimara que ha vivido toda la trayectoria desde aquella primera vez que se subieron a un escenario en 1996. Lo hicieron con La manzana de la discordia, de Rafael Pérez, dirigida por Rafa Jiménez, quien también les guiaría en otros cinco trabajos estrenados entre 1997 y 2001 -Las apariencias engañan (escrita por la propia Testón); El poeta, de Bernardo Atxaga; Comisaría especial de mujeres, de Alberto Miralles; Los pintores no tienen recuerdos, de Darío Fo; y ¡Anda mi madre!, de Juan José Alonso Millán-.
De este último montaje recuerda una anécdota Rufo Grande. “En el atrezzo había una estantería de madera que pesaba ni te cuento, y menudas peripecias para trasladarla a la Escuela Artística de la localidad ayalesa de Llanteno, donde ya por tradición realizamos el primer preestreno de cada obra, porque siempre nos han acogido de maravilla”, asegura.
Bajo dirección colectiva también han llevado a escena en 1999 las obras La Transacción y Al lado, de José Sanchís Sinisterra, y en el año 2000, Tres sombreros de copa, de Miguel Mihura y Pic-nic, de Fernando Arrabal. En 2006 llegó Historias cotidianas, de Tomás Afán Muñoz que, tras la traducción y adaptación al euskera que realizó el escritor laudioarra Mikel Ayllón, se convirtió en 2008 en Eguneroko istorioak. “Es algo que creo que debería ser nuestro siguiente paso: interpretar obras en euskera, aunque haya que incidir mucho más porque el público es más reducido”, apunta Jon Guerrero, que lleva con Aimara “cinco años, tres montajes y muchos kilómetros recorridos, en una experiencia fenomenal que recomiendo a todo el mundo”, apostilla.
En ambas versiones de Historias cotidianas estuvieron bajo la batuta de Kepa Ibarra, al que le sustituyó como director del grupo en 2010 Ernesto Sánchez, con quien los Aimara sacaron adelante Apolo y Dafne: La Trama del Pie. Una adaptación de A donde el corazón se inclina, el pie camina, de Darío Fo, que conserva tanto la historia original del mito griego que recogió Ovidio en sus Metamorfosis, como el humor sarcástico y social de Fo, pero con una puesta en escena muy actual, ya que emplearon claroscuros y contraluces que evocan el cine expresionista de principios del siglo XX, mezclado con imágenes proyectadas y mucho color, al estilo del siglo XXI; a lo que se sumó una llamativa escenografía a base de objetos reciclados y recuperados de la basura.
Etapa actual No obstante, con quien los Aimara han logrado revolucionar los escenarios ha sido con su actual director, Javier Liñera, y la que consideran “la mejor obra que hemos hecho con diferencia”. Se trata de Yo soy la revolución, un montaje de género dramático, pero con una pizca de humor basado en el texto de Peter Weiss Marat-Sade y que narra como tras la revolución francesa el marqués de Sade decide montar una obra de teatro con los enfermos de una casa de locos, que representarán el asesinato de Marat. Con este trabajo -ambientado en la Francia de finales del siglo XVIII, pero con un trasfondo político con temas como la corrupción que están muy de actualidad-, Aimara logró en febrero de 2015 el premio especial del público en el VI Certamen de Teatro no Profesional, convocado por el Centro Cívico Universidad, dependiente del área de participación ciudadana del Ayuntamiento de Zaragoza. También lograron plaza para el festival de teatro amateur de Rivas Vaciamadrid, de cuya decimonovena edición volvieron en noviembre de 2014 con la estatuilla al mejor montaje en las maletas, además de con la satisfacción de que su compañero Raúl García había sido nominado al mejor actor principal.
“Llevo desde 2011 con Aimara, aunque también dirijo otros grupos amateurs como Periplo, Hezgaitz, o BarrikaHitza, y está siendo una experiencia más que positiva que ha ido in crescendo. Son como una planta que está dando frutos y flores que ni ellos pensaban que podía llegar a ocurrir. Y no me refiero solo al crecimiento que todos ellos están experimentando como intérpretes, como demuestran los premios logrados, o en la relación de cariño que tienen conmigo, sino también en la labor de gestión que están realizando para fomentar la afición por el teatro en su pueblo y entorno”, sentencia Liñera, en referencia a la organización por parte de Aimara de las ya citadas jornadas de teatro breve o las muestras de teatro aficionado que, desde hace cuatro años, inauguran la cartelera de otoño del Amurrio Antzokia y lo seguirán haciendo. Y es que si de esta cuadrilla depende, Amurrio tiene teatro para rato.