madrid - Isabel Gemio empezó en la radio siendo una adolescente y aunque ha pasado por los platós de casi todas las televisiones, el medio radiofónico es su vida y cuando se pone delante de un micrófono le da igual el lugar o la empresa, lo que le importa es el oyente y "se moja con absoluta libertad". Gemio (Alburquerque, Badajoz, 1961) repasa la situación actual de los medios de comunicación y cree que, pese a que últimamente la sociedad no tiene una buena percepción de la profesión, la radio es de los medios que "salen mejor parados" porque, en su opinión, no ha bajado tanto el nivel de calidad.

La periodista presenta y dirige desde hace 10 años el programa de Onda Cero Te doy mi palabra, en el que huye de la actualidad porque "de lunes a viernes ya hay sobredosis" y porque la gente está "con otro tempo" y tiene ganas de temas más relajados.

Esta semana conocíamos los datos de la primera oleada del EGM y su programa ha registrado el segundo mejor dato los sábados, superando el millón de seguidores. Después de 10 años, ¿qué balance hace?

-Muy positivo, porque hacer un programa sin grandes concesiones, sin morbo, sin cotilleos, sin tertulias políticas, yendo un poquito a contracorriente... la verdad es que estoy muy contenta. Estamos muy consolidados y estos últimos datos también lo confirman.

¿Cuesta encontrar este tipo de programas en las parrillas? ¿Se repiten los formatos en radio?

-Creo que sí, eso es uno de los problemas de la radio, se repite bastante, pero siempre se puede buscar hueco para la creatividad y para apostar. Yo lo intento. Trato de hacer la radio que a mi me gusta escuchar: muy cuidada en el detalle, en la realización, en las músicas, en los montajes, no hacer un contenido tras otro, y escuchar voces interesantes... Huyo un poquito de la actualidad porque creo que de lunes a viernes ya hay sobredosis de actualidad, y me lo permito porque el fin de semana la gente está con otro tempo y tiene ganas de otros temas más relajados pero no alejados de las necesidades humanas.

¿Qué radiografía hace de la situación actual del periodismo?

-Es complicado en pocas frases. No son tiempos fáciles para el periodista. Primero porque hay mucho paro y mucho frío ahí fuera, y luego porque hay mucha autocensura por temor a molestar; gente que se moje con absoluta libertad, creo que no hay mucha porque no es fácil ni se les pone fácil.

Parece que el periodismo atraviesa sus horas más bajas en cuanto a valoración por parte de los españoles.

-Es preocupante, pero si te fijas en esas estadísticas, la radio es de los medios que salen mejor parados. La radio no ha perdido credibilidad porque tiene otro tiempo y otra forma de abordar los asuntos, con más calma, con más tiempo para la reflexión. Se pueden hacer entrevistas, reportajes... Creo que la radio no ha bajado tanto el nivel de calidad.

Usted compagina su programa matinal de los fines de semana con la dirección de la fundación solidaria que lleva su nombre y que está volcada en las enfermedades raras. ¿Es difícil sacar adelante una fundación benéfica en tiempos de crisis?

-Mucho más difícil, como todo. Por ello hay que hacer mucho más para recaudar fondos. Queda mucho camino por hacer porque hay poca investigación en este campo. Creo que el telemaratón que se emitió en marzo en TVE ha ayudado a darles visibilidad y a que haya mayor toma de conciencia en la ciudadanía y en las instituciones. Algo hemos mejorado, pero todavía queda mucho por recorrer.

¿Por qué en Internet se está regalando el trabajo del periodista?

-Pero no sólo es el regalo del trabajo del periodista, hemos llegado a unos tiempos intolerables en la precariedad laboral. La gente si tiene que comer está dispuesta a hacer algún tipo de trabajo por cuatro euros. Lo terrible es que está calando que lo importante es tener trabajo y no importa en qué condiciones, y las empresas terminan abusando porque quieren seguir teniendo beneficios como antes de la crisis, y, como siempre, al final pagan la crisis los más débiles.

¿Peligran los medios en papel?

-No tengo una bolita de cristal pero creo que hay que adaptarse y no tener miedo a lo nuevo. Yo desde luego, mientras exista papel no dejaré de leerlo, ni el libro ni el periódico. Es un auténtico placer por las mañanas dedicar 2 o 3 horas a leer los periódicos y los artículos de personas que me interesan, el dominical el fin de semana con esos reportajes tan extraordinarios... Sí que me parece que se está perdiendo ese tipo de periodismo de largo recorrido, el gran reportaje, la investigación. Hay menos recursos y medios para ejercerlo porque ese tipo de periodismo es caro.

De los personajes que ha entrevistado, ¿alguna predilección?

-Es muy complicado, son tantísimos... Desde Marcos Ana, que me emocionó tras pasar veintitantos años en la cárcel después de la Guerra Civil, a Mario Benedetti, que es uno de mis poetas preferidos por su humildad. En fin, son tantos...

¿A quién le gustaría entrevistar?

-Al Dalai Lama. Me encantaría entrevistarlo y estoy en ello. Por aquí ha pasado todo tipo de personas en 10 años. Me interesan las personas que tienen algo que aportar, que no tienen un pensamiento único ni un contenido muy trillado. Creo que hay mucha gente interesante que descubrir.

¿Qué le diría a futuros periodistas?

-Yo les digo siempre lo mismo: cuando yo comencé tampoco era fácil pero si hay vocación y te gusta de verdad, merece la pena. Hay que luchar por trabajar en aquello que te motiva y que te hace feliz, porque al final hay que ganarse las habichuelas.