Vitoria. Una tijera, un euro y un telón. Unidos han sido la imagen del XIX Festival de Teatro de Humor de Araia, recordando a un actor en plena representación (cuerpo, cara y capa). Sin disimulo, con toda la intención, desde la acidez, la ironía y la crítica, este cartel ha sido la tarjeta de presentación de un evento que desde ayer a la noche ya es pasado. Atrás quedan cinco jornadas intensas aunque hasta finales de mes se seguirán desarrollando las sesiones paralelas en las calles de distintas localidades del territorio. Todo ha sufrido recortes. Otra vez. Otro año más. La marca del certamen en este 2012 es algo más que la constatación de una realidad, desde la sensación de que todavía las cosas pueden ir a peor...

Pero no hay que correr. Si para algo ha servido una vez más Araia es para recargar la reserva de carcajadas, que va a hacer falta y mucho, a la vista del panorama. Es cierto que ha sido una edición con un 20% menos de presupuesto, situación que viene a sumarse a los ajustes de años precedentes, pero también que el listón de la calidad no ha bajado ni un ápice. Viejos conocidos del público alavés y algún que otro nuevo amigo se han dado cita en unos espectáculos que han sido ácidos, mágicos, circenses, críticos, sin palabras, absurdos, sencillos que no simples, de madrugada, para todas las edades, con no pocas participaciones de los espectadores, con música en directo... Incluso el evento se ha permitido tener un grupo en residencia durante estas jornadas, los vitorianos Kolektivo Monstrenko.

Para que todo eso sea posible hay muchas personas detrás. Algunas son más conocidas, otras no tanto. Todas, eso sí, son necesarias para que lo que se haga esté a la altura del nombre y prestigio con el que desde hace tiempo cuenta el festival. Da igual si la acción sucede en la calle o dentro de un polideportivo Arrazpi que cada agosto se transforma, como por arte de magia, en teatro, en caja de sorpresas, vivencias, emociones, sentimientos, reflexiones y no pocas risas.

El septiembre que se asoma no promete. Menos para la cultura y, en concreto, para las artes escénicas. La sombra de la subida del IVA, los recortes y demás malas noticias es larga y amenazante. Tal vez por ello la crisis ha estado en la escenografía de algunos de los montajes propuestos estos días en Araia, en el trasfondo de varias historias. Tal vez por ello, este festival siempre es recomendable pero este 2012 todavía más ya que, hoy por hoy, la mejor receta es la carcajada. Y a este paso, la única. El evento, del que DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA es colaborador, ya descansa. La tijera, no.