Fue uno de los culebrones del 2011. Y es que corría el mes de septiembre cuando John Galliano era formalmente expulsado de la firma de moda que lleva su nombre. Con ello se daba una de las situaciones más extrañas del mundo de la moda: la firma lleva el nombre del creador, pero él ya no trabaja para la casa.

Al parecer, Christian Dior, que posee el 91% de la casa Galliano, ha recibido muestras de interés por esta firma por parte de varias empresas italianas, que explotan algunas de sus licencias. Sin embargo, parece que no hay prisa por que haya un cambio de propiedad dado que la situación financiera de la empresa es favorable. Mientras tanto, el equipo de diseño de la firma continúa trabajando, y señal de ello es que esta semana se presentaba la nueva colección para hombre en la pasarela parisina.

Hay que recordar que John Galliano fue cesado como responsable creativo de Dior el pasado mes de marzo, tras protagonizar un altercado con una pareja en París, a los que al parecer dedicó insultos antisemitas. Este hecho, sumado a la aparición de un vídeo anterior con contenido similar, precipitó la salida del creador de la maison francesa y un mes después, de su propia firma. Desde entonces, el gibraltareño ha pasado por varios centros de rehabilitación para tratarse de sus adicciones,

Pero la vida sigue y así, el pasado viernes, y en una jornada inevitablemente marcada por la ausencia del modisto gibraltareño John Galliano, la marca que lleva su nombre presentó una colección para el invierno próximo pensada para el "hombre fuerte" y resistente, sea gánster, como Al Capone, o estrella estadounidense del deporte.

Sobre la pasarela se unieron los chaquetones de cuadros y de cuero, adornados a veces con cuellos de piel, primero sobre pantalones anchos, luego más estrechos.

Zapatos de empeine metálico, superposiciones de caqui sobre prendas doradas levemente visibles, abundancia de boinas y conjuntos de estilo y tonos militares combinados con cascos de piloto y camisas doradas, fueron otros elementos Galliano defendidos por Bill Gaytten, el que fuese el más próximo colaborador del modisto caído en desgracia.

Como en la ópera, algo que ocurre raramente ya en un desfile, el público aplaudió, una parte con ovaciones de entusiasmo; otra, más pequeña, con aparente descontento.