Vitoria. Todo comenzó en julio de 2002. Podemos llamarlo el primer paso o el aperitivo. Wynton Marsalis tocaba en el Festival de Jazz y las sillas del pabellón de Mendizorroza se apartaron para dejar paso al baile. Muchos sedentes se lanzaron a convertir notas en baile. El resto pudo disfrutar de las piruetas anexas a la música. Vino incluso gente de fuera, de esa cuna del lindy-hop estatal que es actualmente Barcelona. "La primera vez que se bailó fue ésa, y fue un exitazo", recuerda Iñigo Elejalde, Donca. Desde entonces, el movimiento no ha cesado en Gasteiz, y ahora gesta un paso rotundo con el primer festival Gastro Swing, que los días 3, 4 y 5 de junio pondrá a la ciudad -sobre todo la almendra- en danza.
El festival propone un movimiento que surge de forma natural -como el propio estilo de baile que lo protagoniza-, ya que la estructura de la asociación Swingvergüenzas ha ido creciendo desde entonces, dejando sus pasos allá por donde encontraba un escaque propicio. En los picnics del Festival de Jazz en Armentia, en conciertos proclives a la pirueta -visita de Royal Crown Revue a Helldorado, por ejemplo-, en sus swing-potes por diversos bares de la ciudad, en sus visitas al encuentro de barSWINGona de la ciudad condal -empezaron yendo una pareja, ahora viajan una veintena-, en sus citas mensuales en el Virgen Blanca, que inundan de fintas el entarimado del local en salpicadas tardes de domingo...
Aquel primer paso, aquel aperitivo, ha crecido hasta alcanzar categoría de coreografía, hasta conformar un auténtico menú, y éste se servirá dentro de unas semanas con un programa que funde el plano didáctico y el lúdico, convertida la ciudad en una pista que tratará de poner en marcha a sus habitantes y acercará a bailarines de otros horizontes para probar sus ritmos.
¿Cuál podía ser el contrapunto para atraer, al margen del baile, la atención sobre Gasteiz? "Aquí no hay sol ni playa como en Barcelona, así que pensamos, ¿qué le gusta a la gente...? La chuleta". Así que baile y gastronomía se dan la mano en este pionero Gastro Swing que -hablando de comida- se retroalimenta desde ambas partes. Comida como energía y placer que lleva al baile. Baile como disfrute y gasto calórico que encamina al cubierto.
El plato de movimiento del festival lo servirá el palacio Europa, que se convertirá en estudio de baile con algunas de las parejas -Francia, Cataluña- más famosas del género. Pep&Emi, Fabrice&Geraldine y Jaume y María guiarán a los participantes -ya hay en torno a 120 inscritos- las mañanas del sábado 4 y el domingo 5. Habrá hasta cuatro cotas de taller -de cinco a seis horas lectivas-, incluido el nivel cero para los neófitos. Al margen del Europa, la actividad se centralizará, sobre todo, en el Casco Viejo, con propuestas como la que tratará de convertir el sábado a la Corre -de 15.00 a 20.00- en La calle del swing, con Djs y música en directo. Kike Penike (bajo), Nieves Oca (voz), Ricardo Urrutia (guitarra), Jorge Garrido (batería) y Bernie Holden (clarinete) compondrán la banda creada específicamente para el encuentro, la Swing Apur, Please, que ya tocó en la última cita del Virgen Blanca.
Ellos pondrán banda sonora a la fiesta grande, el sábado 4 en la Jimmy Jazz, con temas como All of me, Stompin' at the Savoy, Night and day, Summertime, Autumn Leaves y uno de los himnos de la comunidad swing, It dont mean a thing if it ain't got that swing, de Cab Calloway.
La calle del swing no deja de ser una extensión de esos swing-potes que han ido arracimando a lo largo del tiempo -cual efecto Hamelin- a decenas de bailarines en bares como El Nuevo, Parral, Elorza, Segundo, La Lonja... Todo empezó acercándose a la barra con un CD y un "¿me puedes poner dos temas?".
Esos potes tomarán forma masticable en este Gastro Swing. El sábado al mediodía la degustación correrá a cargo de los fogones del Virgen Blanca, que repartirán sus sabores por diversos puntos de la almendra. Por la noche, el sabor llegará en forma del pintxo-pote y, al día siguiente, diversas sociedades abrirán sus puertas a los participantes en el festival.
Pero, ¿qué es esto del lindy-hop? Década de los veinte. Nueva York. Los bailarines del Savoy Ballroom bailan el charlestón, incorporando elementos del Texas Tommy, el Black Bottom y el Cakewalk. Al incorporar posiciones abiertas -whip, swing out- intercaladas con las tradicionales surge un estilo que se bautiza en la conmemoración del pionero vuelo de Charles Lindberg como lindy-hop. El salto de Lindy.
"Es sencillo de aprender", asegura Iñigo. El líder -generalmente el chico de la pareja- se encarga de "llevar el peso" de equilibrios y giros en un baile que surge de la rítmica primigenia del swing. "Yo soy muy aficionado a la música, al jazz, al rock, al soul, al funk, y aunque soy muy torpe y descoordinado esto se baila solo, me mueve los huesos".
La coincidencia temporal con el Big Band Festival, la organización de un photocall y un rally fotográfico desde la Sociedad Fotográfica Alavesa, los cursos previos -y gratuitos- que se han impartido desde Gauekoak, una charla en Villa Suso, apoyos gastronómicos de Slow Food y Boilur, visitas guiadas por la ciudad, impulso municipal... Muchas son las especias anexas, los pasos paralelos de un festival que mira hacia adentro y se muestra, paralelamente, hacia afuera. Que quiere seguir la estela del impulso catalán -"allí hay más de dos mil personas bailando swing"- y retomar a la par el legado de Donosti, que despuntó hace años y ha visto su llama progresivamente apagada.
Están al borde del primer festival, pero ya preparan el segundo, que buscará acercar alguna de las estrellas norteamericanas del género a Gasteiz, aquilatando un encuentro que quizás se instaure el año que viene, en formato semanal, en la tercera o cuarta semana de agosto. Antes del be-bop, el jazz -preñado de swing- era una música que llamaba al baile desbordado. Y aunque Donca también reconoce disfrutar de algún jazz un poco más sesudo, es éste que incita a la expresión física el que le conquista por completo. "En Vitoria está casi mal visto bailar, especialmente el jazz, se asume como una música de estar sentadito y aplaudir al final". No es lo que buscan, desde hace años, muchos de los locales del centro de la ciudad o un Ondas de Jazz que, por cierto, Donca ha retratado con su cámara en una muestra que puede verse hasta el 17 de mayo en el hall del conservatorio.
Tanto en fotografía como en directo, el lindy-hop es un baile "que llama la atención muchísimo, un regalo visual; ver bailar, sobre todo a los mejores, es impresionante". Gastro Swing se desempaquetará en junio en Gasteiz. Y quiere también descubrir a gasteiztarras que aún no son conscientes de llevar un bailarín en su interior. ¿También Iñigo pasó vergüenza la primera vez que bailó lindy-hop? "Tiene que ver con el nombre, con Swingvergüenza; hay que perderla, se supera enseguida". Pues eso, todos a bailar. Paso a paso. Bocado a bocado.