Cuando los paleontólogos de una excavación en una cantera al sudoeste de China recuperaron el esqueleto al completo de un ictiosaurio -un reptil marino gigante muy parecido a los delfines actuales- lo último que esperaban encontrar era otro fósil en el estómago de este espécimen. El segundo vestigio era parte del esqueleto de un talatosaurio de cuatro metros, otro reptil acuático similar a una lagartija y uno de los fósiles más grandes hallados en el estómago de un reptil marino prehistórico.
A pesar de que los investigadores no pueden determinar si el talatosaurio fue cazado o consumido como cadáver, este hallazgo recogido en el último número de iScience puede ser una prueba directa de que los reptiles marinos del Triásico, como los ictiosuarios, eran superpredadores -la cúspide de la cadena alimentaria, sin que tengan un predador capaz de cazarlos- y no se alimentaban solo de cefalópodos, como se creía hasta ahora.
Ryosuke Motani, coautor del trabajo y profesor de paleobiología de la Universidad de California en Davis (EE UU), asegura a SINC que nunca se ha encontrado nada parecido en un reptil marino de la época de los dinosaurios: "Cuando observamos el espécimen tras prepararlo, estábamos desconcertados por el bloque de piedra que sobresalía de la barriga. Ese estado de preservación es insólito y ni siquiera estábamos seguros de si era una estructura geológica o algo en el estómago".
El investigador detalla que tardaron unos siete años de visitas a la excavación y comparación con otros especímenes hasta poder digerir lo que habían encontrado. Una de las razones de esta demora se debe a que la especie de la presa, Xinpusaurus, era desconocida para la ciencia en ese momento.
Así, Motani precisa que este banquete pudo haber sido la última cena de este deprededador debido a que los contenidos del estómago de ictiosaurio no estaban corroídos por el ácido estomacal, por lo que pudo haber muerto poco después de ingerir este alimento. La principal hipótesis del fallecimiento la sostiene el inusual tamaño de la presa, que medía unos cuatro metros cuando no suele sobrepasar de los tres. "El ictiosaurio pudo haber atacado sin darse cuenta de este detalle, que fue lo que causó la muerte en última instancia", postula.
Una dentadura inusual para un superpredador
Debido a que rara vez se encuentran contenidos en el estómago de los fósiles marinos, los investigadores determinan cómo se alimentaban estas especies a través de la forma de la dentadura y la mandíbula.
Los superpredadores prehistóricos suelen presentar dientes grandes y afilados, aunque hay especies más actuales -como los cocodrilos- que usan sus dientes romos para consumir a sus presas usando la fuerza de agarre en lugar de trocearlos.
Los ictiosaurios presentan estos dientes romos, pero no había pruebas de que consumieran animales de gran tamaño, por lo que los científicos creían que su alimentación se basaba en pequeñas especies como los cefalópodos.
No obstante, el descubrimiento de este talatosaurio gigante en el estómago del ictiosaurio por el equipo de Motani y Da-Yong Jiang, paleontólogo de la Universidad de Pekín (China), plantea un nuevo escenario.
“Podemos considerar que [los ictiosaurios] se alimentaban de animales grandes, incluso con sus dientes romos. Ya se había sugerido que los dientes afilados no tendrían por qué ser cruciales para digerir alimentos enormes y nuestro descubrimiento va en esa dirección”, apunta Ryosuke Motani.
El profesor de paleontología reconoce que encontrar evidencias directas como la de este trabajo es una cuestión de suerte y, por ello, no se ha encontrado otro reptil fósil que muestre contenidos estomacales con este buen estado de preservación. Para que esto ocurra, "el depredador debe morir poco después de ingerir su comida para detener la digestión", apunta.
¿Carroñero o cazador?
Los investigadores son ahora conscientes de que el ictiosaurio podía comer animales tan grandes como este talatosaurio de cuatro metros. Pero no pueden determinar si es un comportamiento carroñero -se comió el cadáver de este reptil- o lo cazó.
No obstante, hay razones para creer que este no era un caso de necrofagia. Según explican el equipo de paleontólogos, estudios recientes sobre descomposición marina apuntan que, si hubiera sido de un cadáver, las extremidades del talatosaurio se hubieran desintegrado y desacoplado antes que la cola.
La investigación ha hallado justo lo contrario en estos fósiles: las extremidades de este animal estaban parcialmente acopladas al cuerpo del estómago, mientras que la cola estaba separada a varios metros de distancia. El equipo cree que pudo haberla arrancado del cuerpo un depredador como el ictiosaurio.
Aunque no está confirmado que este animal cazara a su última presa,este fósil es la prueba directa más antigua de que estos reptiles gigantes marinos consumían animales de un tamaño mayor a los humanos. Este hallazgo, agrega Motani, sugiere que la superpredación era más habitual de lo que se pensaba.
El equipo de investigación aún está realizando tareas de excavación en la cantera donde se hallaron los restos, que ahora se ha convertido en parte del Geoparque Xingyi de China. “Hemos estado excavando más de diez años y siguen apareciendo nuevos objetos: desde amonites a peces y reptiles. Ya hemos superado nuestras expectativas iniciales y este estudio es solo una muestra de la valiosa información que estamos encontrando”, concluye el profesor de paleontología.