Puede que alguna vez te hayas quedado a pasar una noche en casa de un familiar o de un amigo y apenas hayas podido pegar ojo o tal vez hayas observado que casi siempre que pasas una noche en un hotel te resulta difícil conciliar el sueño

Pues bien, dormir mal en cama ajena es algo que, aunque no le ocurre a todo el mundo, sí suele ser bastante frecuente y tiene una explicación científica. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Brown, en Rhode Island (Estados Unidos) y publicado en la revista Current Biology, abordó este tema y para ello midió la actividad cerebral de un grupo de personas sanas que dormían en un lugar desconocido.

La investigación detectó distintos patrones de actividad en los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro. Concluyó que, cuando nos encontramos en un entorno que es extraño para nosotros, nuestro cerebro ordena a su hemisferio izquierdo permanecer despierto, en 'alerta de peligro', mientras que el derecho duerme. A este estado vigilante se le conoce como el efecto de la primera noche.

De esta forma, nuestra mente no desconecta del todo y se mantiene más atenta ante los ruidos que se producen mientras dormimos. Es por ello que nuestro sueño es mucho más ligero y descansamos peor.

Capacidad de adaptación

Como ya hemos dicho, este fenómeno que ya se había observado antes en distintos animales como ballenas o delfines, lo que demuestra que se trata de un instinto completamente natural, no le ocurre a todo el mundo. Hay personas con una buena capacidad de adaptación que pueden aprender a apagar esa vigilancia nocturna cuando duermen en un lugar nuevo. 

Aquellas personas acostumbradas a cambiar de entorno de manera constante (por viajes de trabajo, de ocio...) tampoco suelen tener este efecto tan fuerte, ya que el cerebro es un órgano flexible que acaba por adaptarse a la variación constante.

Un hombre duerme plácidamente en la cama.

Otros factores

Además de la activación de ese estado de alerta y de peligro, hay otros factores que también pueden influir en que no durmamos bien fuera de casa. Entre ellos destaca el colchón, la temperatura de la habitación e incluso dormir solos o acompañados.

Un colchón inadecuado, de mala calidad o poco confortable puede ser una de las causas por las que no logremos conciliar el sueño. Los expertos recomiendan dormir sobre colchones de dureza media alta para garantizar una buena salud lumbar y cervical y un correcto descanso.

Aunque desde el punto de vista físico lo ideal sería dormir solos en una cama, desde el punto de vista psicológico y emocional dormir con la pareja te hará sentir mejor. Lo ideal son los colchones con separación de lechos, que evitarán que el movimiento de la otra persona te despierte durante la noche.

En cuanto a la temperatura, si esta es demasiado alta o demasiado baja, afectará inevitablemente a la calidad del sueño. Por ello es importante ventilar bien la habitación y dormir sobre un colchón transpirable que permita equilibrar la temperatura corporal para mantenernos siempre frescos y cómodos.

Consejos

El principal consejo para descansar a gusto en una cama ajena es asemejar el entorno lo máximo posible al de tu hogar: esto ayuda a que el cerebro se adapte antes. Trata de dormir en el mismo lado de la cama, con la misma cantidad de almohadas, las mismas posturas y, sobre todo, con tus rutinas habituales de descanso.

También es cierto que este efecto de la primera noche no supone un gran problema ya que, pasados los dos primeros días durmiendo en una cama ajena, tu cerebro se adaptará rápidamente al cambio, conseguirá descontectarse de ese modo alerta y dormirás como un lirón