peregrinar en diciembre desde Mendizorroza hasta Villabuena de Álava para rendir visita a la bodega Arabarte se ha convertido en una cita ineludible para el Deportivo Alavés. “Es una tradición que nos trae suerte”, señala Alfonso Fernández de Trocóniz nada más entrar al edificio y estrechar la mano de Patxi Unanua, gerente de la bodega y alavesista de pro que ostenta el carné número 17 de El Glorioso. El anfitrión siempre comienza la visita con un discurso en el que la exigencia para con los jugadores es alta. Aunque, como él mismo reconoció, el año pasado se quedó corto. “Bienvenidos y que piséis muchas veces esta casa. Aquí os marcamos siempre objetivos y la temporada pasada dijimos que había que jugar el play off. Al final acabamos subiendo a Primera. Este año nos vale con consolidarnos, pero el que viene ya echaremos cuentas”, dijo Unanua antes de que Manu García le entregase la camiseta albiazul.
El presidente encabezó una visita en la que, como parte de la directiva, le acompañaron Santiago Martínez de Arenaza, Luis Querejeta y Manu Mendi, además de Jesús Vázquez. Con una plantilla y un cuerpo técnico más numerosos que en años precedentes, en la cita también estuvieron trabajadores de varios departamentos del club -prensa, marketing, publicidad...-, una cuestión que no era habitual en citas pasadas. Así, la expedición rebasaba las cincuenta personas.
Antes de sentarse a la mesa a degustar las delicias de La Despensa de Arabarte, jugadores y técnicos descendieron las escaleras que conducen al hogar donde se crían los vinos. Allí les explicaron el proceso de fermentación de cada uno de los caldos, un desarrollo que los veteranos del equipo conocen ya de memoria pero que resultó curioso para los nuevos en la plantilla. Al lado de la barrica en la que figuran las firmas de todos los componentes de la plantilla del ascenso a Primera, los jugadores del actual equipo estamparon también su autógrafo en la que ha de ser la cuba de la permanencia.