vitoria. Alberto Morgado salió de Vitoria como un lateral de una proyección espectacular y un futuro brillante. Una joya por pulir en la cantera albiazul que pedía paso en el primer equipo. Todos los clubes vascos pretendieron su fichaje, que finalmente consiguió la Real Sociedad, que blindó al jugador con una cláusula de cuatro millones de euros. Mañana regresa a su ciudad con el filial realista para enfrentarse al Deportivo Alavés (20.30 horas) en la segunda jornada del campeonato. Tres años después de su marcha, la realidad no es como la hubiera deseado cuando abandonó su casa. Y es que las constantes lesiones le han impedido continuar con la progresión natural que se intuía en su espléndido periplo como juvenil albiazul. En su cuarta temporada en el Sanse empieza a ver la luz. Este verano ha completado íntegramente la pretemporada por primera vez desde que abandonara Vitoria, lo cual le hace sentirse optimista de cara al curso que acaba de empezar.

Los últimos han sido años duros, encadenando una lesión tras otra. En la última campaña, tres roturas de fibras en el mismo músculo isquiotibial apenas concedieron a Morgado un soplo de continuidad tras una gran temporada en Tercera, en la que el Sanse consiguió ascender y el vitoriano cuajó su mejor campaña desde que cambiara de club. A su llegada, su andadura en el filial se advertía como un periodo corto. Como un proceso de adaptación a su nueva ciudad y entidad. Morgado aterrizaba en el club txuri urdin con la vocación de convertirse relativamente rápido en el lateral izquierdo de la Real Sociedad. Ya sabía lo que era entrenar con el primer equipo alavesista, y esa dinámica estaba destinada a continuar en su nuevo club. Pero las cosas se torcieron pronto. Una lesión de espalda nada más desembarcar en San Sebastián le dejó en el dique seco durante seis meses. Fue un duro preludio de lo que estaba por venir. El futbolista vivió los peores momentos. Con dieciocho años, estaba solo en una ciudad nueva y sin poder jugar al fútbol. Todo un ejercicio de supervivencia que obligó a Morgado a hacerse duro, a forjar una mentalidad granítica a prueba de bombas y de lesiones. Madurar como futbolista y como persona en un entorno completamente diferente del que había vivido en el pasado.

Apenas sobrepasada la veintena, el vitoriano ha vivido dos caras del fútbol completamente opuestas. La mejor, quizás también la más alejada de la realidad de los comunes, el campeonato de Europa sub'17 conquistado en Bélgica con la selección española en 2007. En aquel combinado jugaban David de Gea, Bojan Krkic, Iago Falqué o Fran Mérida, con quien Morgado trabó una buena amistad cuando coincidieron en Donosti. El centrocampista del Atlético llegó cedido del Arsenal y jugó en el primer equipo realista mientras el vitoriano lo hacía en el filial. Con el resto apenas mantiene contacto, cosas de la distancia y del tiempo. El en aquel momento lateral zurdo alavesista era titular del combinado entrenado por Juan Santisteban. Unos meses después, en el Mundial de la categoría, celebrado en Corea, se alzó con el subcampeonato.

Con esta tarjeta de visita, Alberto Morgado se convirtió en una pieza codiciada por varios equipos de la máxima categoría. Athletic y Osasuna intentaron en balde su contratación. La perla de Ibaia optó por la Real Sociedad.

empezar de cero Lejos queda este pasado de ensueño, que llegó rápido, pero cuando tocaba al fin y al cabo. Ahora, con más perspectiva, Morgado abraza el simple objetivo de volver a sentirse futbolista. Que le dejen las lesiones y sean su calidad y talento los que le eleven o le dejen como está. Lo más duro parece haber pasado y es ahora cuando el jugador, más fuerte y hecho mentalmente, se asoma a una temporada en la que vuelve a encontrarse bien físicamente. No tiene ninguna molestia, está a tono y la plaga de lesiones simplemente es un mal recuerdo que el vitoriano quiere borrar cuanto antes. A corto plazo, recuperar la confianza, las sensaciones y la ilusión es el primer paso. En cualquier caso, Morgado no olvida el compromiso que ha adquirido consigo mismo durante las interminables sesiones de recuperación que ha tenido que afrontar incesantemente durante estos años, y sigue resuelto a convertirse en jugador de la Real Sociedad y debutar en Primera División, algo con lo que el futbolista sigue soñando y persiguiendo. De hecho, este horizonte en la élite es lo que le ha dado fuerzas para reponerse de cada revés que le ha deparado la suerte en su etapa en el Sanse. Ahora levanta la cabeza. Es más duro.