- Al grito de Salvemos la hostelería transcurrió ayer la protesta de Cibeles convocada por Hostelería de España, a la que también se han adherido los hosteleros de Álava. De hecho, una delegación, encabezada por Juan Carlos Antolín, vicepresidente de SEA Hostelería, viajó a Madrid para sumarse al llamamiento generalizado de un sector que se ahoga como consecuencia de los "nefastos" efectos que la pandemia del coronavirus y las restricciones impuestas están teniendo en las cuentas de resultados de sus negocios: "ERTE, limitaciones de aforo, bajada de las ventas, recortes, incertidumbre, más personas paradas...", describe Antolín. Tras intercambiar opinión con compañeros de otras ciudades, asegura que es el "sentir común" del sector en todo el Estado. De forma paralela, bares y restaurantes de Vitoria secundaron el llamamiento bajando la persiana de sus locales de 11.00 a 11.15 horas. Un parón de quince minutos para que se escuche su voz.
En Madrid, al lado de Antolín lanzaron SOS Jesús Sanz, del restaurante Conde de Álava; Mikel Sagredo, de El Pregón, Mario Álvarez de Eulate, del Tabanco y Óscar Cruz, de AvSie7e. Al mismo tiempo, pero a cientos de kilómetros, en Gasteiz, bares y restaurantes echaron la persiana bajo la misma premisa: ayuda para salvar la hostelería.
Con puntualidad británica, a las once de la mañana, Juan bajó la persiana del Kotarro para secundar el llamamiento al paro, mientras los clientes degustaban sus consumiciones en la terraza. Era el único de esta zona de Sancho el Sabio que lo hizo. Un receso que aprovechó para atender a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA y para compartir impresiones con sus compañeros Jon, Anny y Rosa, que también atienden el negocio. "No hay unión en el sector", lamentaba esta última al comprobar que otros locales estaban abiertos.
Los cuatro coinciden en que los establecimientos hosteleros sufren una "persecución" que no tienen supermercados o transporte público, por ejemplo. "Están llenos de gente y no pasa nada", asienten. Coinciden también en que se les culpa sin razón de ser el foco de la pandemia, cuando han adoptado desde el principio todas las medidas exigidas e, incluso, fueron los primeros en manifestar su predisposición a cerrar de forma voluntaria al inicio de la pandemia. Y sólo piden que les dejen trabajar. "Nos tenían que haber dejado trabajar en la calle en verano, en las terrazas, como en otras ciudades y, sin embargo, sólo tenemos cuatro mesas, con todo el sitio que hay en esta peatonalizada calle", se queja Rosa. "Y esto ha sido en Vitoria porque en otras ciudades como Bilbao, Santander o Donostia les han dejado, incluso les han permitido colocar veladores en zonas de carga y descarga", explica. Esta experimentada hostelera no confía en que la situación vaya a cambiar a corto plazo, "no al menos hasta que haya una vacuna". Ve el miedo entre la clientela. "No va a cambiar nada, nos tenían que haber dejado trabajar desde que salimos del confinamiento", dice. Como consecuencia, hoy están once empleados en un local en el que el año pasado por estas fechas atendían la barra 22. "Trabajamos sólo los fijos. Llevo veintitantos años en el sector y los hosteleros nunca nos hemos quejado de nada, pero ya es hora de que protestemos y deberíamos hacerlo más", apunta.
Frente a los juzgados de Gasteiz, el restaurante La Mafia también lucía su persiana a medio cerrar. En su caso, no abre el local hasta las doce del mediodía, ya que su negocio está sobre todo en las comidas y cenas. Sin embargo, Borja, su gerente, respaldó el llamamiento del sector y aseguraba que habría secundado el paro. Piensa que la hostelería está siendo "la cabeza de turco" de la pandemia y que se le imponen "más medidas restrictivas que al resto". Su situación no es "nefasta", pero calcula que la facturación ha bajado un 20%, teniendo en cuenta que "Vitoria no es una ciudad turística como Donostia o Santander", constata.
No obstante, al igual que Rosa, detecta el miedo de los clientes a permanecer en el interior de los locales. "Tomamos la temperatura, limpiamos y desinfectamos más que nunca y, aun así, la gente tiene miedo a estar dentro, sobre todo en los establecimientos pequeños", subraya. Una situación de la que, en parte, culpa a los medios de comunicación por todo el "bombo" que dan al covid-19 a diario. "No lo entiendo. La gente va a la playa, a la piscina, al supermercado, al autobús, y no pasa nada, pero hay sensación de miedo en bares y restaurantes", cuestiona. "Ojalá que la situación cambie pronto", deseaba Borja, a punto de levantar la persiana para afrontar otro día de trabajo.
A escasos metros de La Mafia, bajo el puente azul de Portal de Castilla, Alexandra sí que secundó el paro de quince minutos mientras fuera, en la terraza, seguían ocupadas las diez mesas que atiende. "La bajada de clientes se ha notado y mucho con esta pandemia", reconocía. "Aquí, salvamos con la terraza, pero estamos muy lejos de una situación de normalidad; la gente tiene miedo a entrar, a estar dentro, a pesar de que adoptamos todas las medidas sanitarias. Y tampoco el Ayuntamiento nos da facilidades", declaraba. En los cuatro años y medio que lleva atendiendo en AvSie7e, nunca antes había vivido una situación similar, tan crítica. Así las cosas, el futuro inmediato lo ve "negro". Además, está convencida de que el sector no va a lograr darle la vuelta a la tortilla en años.
De momento, el covid-19 ya les ha obligado a reorganizar su día a día, con cambios de horarios y turnos, pero teme que, con la llegada del invierno y sin terrazas en la calle, el negocio de la hostelería empeore en una ciudad fría como Vitoria. "A partir de noviembre van a cerrar muchos", vaticina. "Y no olvidemos que de los bares y restaurantes vive mucha gente, no sólo los que atendemos los establecimientos", advierte Alexandra.
Apunta desde Madrid el vicepresidente de SEA Hostelería de Álava, tras intercambiar opinión con hosteleros de otras ciudades del Estado.
Con más de veinte años de experiencia en el sector, asegura a las puertas del Kotarro que ha llegado la hora de alzar la voz para que les escuchen y dejen trabajar.
El gerente de La Mafia no entiende este temor de la clientela, a pesar de que en su restaurante adoptan todas las medidas sanitarias exigidas, desde toma de temperatura hasta desinfección continua del local.
Advierte esta trabajadora desde el interior de la barra de la cafetería AvSie7e.