El camino para que los animales comiencen a ser tratados jurídicamente como “seres vivos dotados de sensibilidad” en lugar de “cosas” comenzó a andarse hace ahora un año en el Congreso de los Diputados. La cámara tomó en consideración entonces una proposición de ley impulsada por el PP que abogaba por considerar a los animales “sujetos de derechos” mediante la reforma de diferentes normativas y, en esencia, acabar con situaciones muy habituales, difíciles de justificar e incluso dramáticas. Entre otras, que las mascotas puedan ser embargadas para saldar deudas o que su bienestar no sea sopesado por parte de los jueces en casos de separación o divorcio de los dueños. La propuesta contó con el respaldo unánime de todos los grupos políticos, lo que da buena cuenta del consenso que reunió.

El proyecto inicial, que con su aprobación comenzó su largo recorrido parlamentario, prosigue todavía su trámite en el legislativo estatal, donde queda pendiente el debate de distintas enmiendas que buscan mejorar el texto. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, a buen seguro demasiado, pero desde las principales asociaciones que trabajan en la defensa de los animales la nueva regulación ha sido acogida con esperanza, al igual que desde una inmensa mayoría de propietarios de perros, gatos u otros animales domésticos. Incluso como un punto de inflexión para que este nuevo enfoque pueda extenderse a otros vacíos legales que existen en la actualidad. Con este proyecto, el Estado español quiere seguir la senda de otros países europeos que ya han legislado en la misma dirección y también del tratado de funcionamiento de la Unión Europea (UE), que pide a sus miembros que respeten el bienestar animal mediante su consideración como “seres sensibles”.

El colectivo gasteiztarra Apasos, que precisamente trabaja con esta filosofía, ha acogido con buenos ojos el debate abierto. “Me parece muy bien que se legisle sobre el bienestar animal como se hace con las personas. Hay que tener en cuenta estas situaciones. Por ejemplo, en casos de separaciones muchos acaban en las perreras porque están a nombre de una parte que no quiere hacerse cargo de ellos”, apunta Irati Urdangarin, voluntaria de la asociación. A diferencia de Urdangarin, que ha tenido la ocasión de leer “algo” sobre la propuesta a debate en Madrid, muchos propietarios de animales domésticos viven todavía ajenos a este incipiente nuevo escenario legal, aunque también aprueban su filosofía.

Son algo más de las 11.00 horas de un día cualquiera de estas fechas navideñas en el parque gasteiztarra de Arriaga y DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha querido pulsar la opinión de algunos de ellos. En general, cunde el desconocimiento acerca de la normativa que se está articulando en Madrid, pero el sentimiento de que la situación actual es “incoherente” es plenamente compartido.

Así se expresa Mari Cruz Vadillo, vecina del barrio de Lakua, que acompañada por su “amigo de paseo” Jesús Mari de la Fuente, residente en El Pilar, camina por el parque en compañía de los perros de ambos. “No le veo mucho sentido”, replica por su parte De la Fuente, al ser cuestionado sobre una de las consecuencias más ajenas a toda lógica que puede tener la normativa actual, que los animales acaben embargados ante el impago de rentas. Uno de los cambios que la propuesta aprobada en el Congreso contempla precisamente pasa por declarar “absolutamente inembargables” a los animales de compañía en supuestos de este tipo. “Embargar a un animal no sé qué sentido económico tiene. ¿Vender el perro luego? Porque lo que los bancos quieren es dinero, no animales”, apunta este vecino.

La instauración de una suerte de custodia compartida en determinados casos de separación o divorcio es otro de los puntos estrella de la normativa. En esencia, el texto a debate aboga por conceder a la autoridad judicial la potestad de confiar el cuidado de los animales “a uno o ambos cónyuges, atendiendo al interés de los miembros de la familia y al bienestar animal” en procesos de este tipo, e incluso el reparto entre los miembros de la pareja para acabar con la arbitrariedad con que se han afrontado estos casos en muchas ocasiones. Un objeto de “controversia” en numerosos tribunales, según la propia iniciativa.

“Por desgracia, el chantaje emocional siempre va a existir en casos de separación, porque son uno más de la familia”, valora Vadillo. “Los malos rollos siempre están. Y no sé hasta qué punto la Justicia los va a poder evitar con lo lenta que es”, añade, escéptico, De la Fuente. Esa lentitud también se ha trasladado a la tramitación de esta iniciativa, aunque desde Apasos, Urdangarin cree que siempre se puede esperar un poco más de tiempo “mientras sea para conseguir una ley completa y eficaz”. “Todo está tardando”, apunta Urdangarin, como también sucede con otra de las batallas abiertas por este colectivo y los animalistas en general, la reducción del IVA veterinario del 21% actual al 10%.

un buen punto de partida “Quienes tenemos perro en casa no vemos al animal como una cosa, sino como un miembro más de la familia”. Habla Ainhoa Larrazkueta, otra vecina de Gasteiz que pasea a su can por el mayor pulmón verde de la ciudad y que reconoce también no haber escuchado “nada” sobre el debate abierto en el Congreso. Sin embargo, esta joven considera “perfecto” el fondo de la propuesta de ley, que como punto de partida trata de acabar con la cosificación de los animales.

Larrazkueta también ve “mejorable” la situación en que se ven envueltas muchas parejas que comparten un animal doméstico y acaban separándose. “Cuando no hay entendimiento, seguramente se lo queda una de las dos personas y puede haber problemas”, apunta Larrazkueta, quien cree que a día de hoy el bienestar de los animales en estos casos depende siempre de la buena voluntad de sus dueños.

“Me imagino que no siempre será fácil gestionarlo cuando hay separaciones. No es mi caso ni quiero que sea, pero bueno... Conozco algún caso en que han llegado hasta juicio para ver quién se queda con el perrito. Está muy bien que se regule esto”, apunta, por su parte, Juan Carlos García, también vecino de Arriaga, a quien le parece “muy bien” que se hayan abierto las puertas a la modificación de esta normativa.

Una opinión que también comparte Laura Armentia, gasteiztarra que ahora reside en Bilbo y se encuentra estos días pasando las navidades en compañía de su familia. “Me parece mal tratar a los animales ya no sólo como seres que nos acompañan, sino como cosas de las que nos podemos desprender. Como si fueran un abrigo o algo viejo que nos molesta y nos deshacemos de él. Deberían pensar esto de otra manera y tener en cuenta también la opinión de los dueños”, apunta Armentia, quien al mismo tiempo cree “positivo” que se regulen los procesos de separación. “Con los perros sucede algo parecido a con los críos. Debería tratarse igual, por ejemplo con regímenes de visitas”, apunta Armentia.