vitoria - El doble asesinato machista cometido ayer por un vecino de Gasteiz, que acabó con la vida de su mujer y de su suegra, sacudió a la sociedad vitoriana como una descarga inesperada. A las 11.30 horas la noticia tomaba los medios de comunicación locales, que hablaban de una mujer acuchillada y de otra persona herida en la calle Julián de Arrese del barrio de Lakua-Arriaga, muy cerca de la explanada donde se encuentran los centros regionales. La confusión era absoluta y los cauces oficiales no confirmaban apenas nada. Mientras tanto, efectivos de los grupos especiales de la Ertzaintza y de la Policía Local, agentes de ambos cuerpos, los Bomberos de Vitoria, expertos en mediación y las ambulancias de Osakidetza tomaban la zona rápidamente. Se confirmaba que tras el ataque, el hombre se había atrincherado en su domicilio, situado en el octavo piso del portal número 6, y amenazaba con lanzarse por la ventana.
La pesadilla había comenzado en el portal del inmueble, donde el presunto agresor, de 46 años, se había encontrado con su exmujer, María José, de 43 años y madre de sus dos hijos menores; la madre de ésta, Florentina, de 69 años; y el padre. Armado con un cuchillo, supuestamente degolló primero a su expareja, con la que se hallaba en trámites de separación, y luego asestó a su madre una puñalada que poco después acabaría con su vida. Se desentendió de su exsuegro, quien presenció la escena, y subió a la vivienda, situada en la octava planta, donde se encerró. Pasaban los minutos y nadie tenía claro cómo podía acabar todo aquello.
Los agentes iban acordonando la zona y tomando posiciones dentro del edificio. Se veían figuras uniformadas en diferentes ventanas y movimientos constantes en torno al inmueble. En pleno despliegue, llegaban las peores noticias desde el Hospital de Txagorritxu: Florentina había muerto mientras era trasladada al centro hospitalario a consecuencia de las heridas recibidas. También comenzaba a trascender la identidad de la primera mujer asesinada, María José, recepcionista en una conocida clínica dental del centro de Vitoria.
El presunto asesino se asomaba a la ventana y gritaba. Amenazaba con suicidarse. Aparecía ensangrentado y con la camiseta desgarrada, completamente fuera de sí. Poco después regresaba al interior y los bomberos desplegaban un gran colchón hinchable bajo la ventana que había ocupado el hombre, en previsión de que cumpliera su palabra y se arrojara al vacío. Los movimientos tácticos de Ertzaintza y Policía Local se seguían desarrollando en torno al edificio. Para ese momento la calle estaba llena de vecinos que no podían acceder a sus viviendas, medios gráficos, periodistas de toda índole y curiosos que pasaban por allí y se detenían a preguntar los motivos de semejante agitación.
fuego Y, de repente, el pánico. Comenzó con una pequeña humareda blanca elevándose desde la cristalera del salón y se propagó en muy poco tiempo a las dos ventanas laterales de las habitaciones en forma de enormes columnas de hollín negro que giraban sobre sí mismas a gran velocidad.
Entonces volvió a aparecer el varón en la misma ventana. A su espalda, una lengua de fuego naranja se le aproximaba amenazante y sacó el cuerpo fuera de la ventana, agazapándose sobre el alféizar exterior y sujetándose con ambas manos a la pequeña pieza inferior de cristal que hace las veces de parapeto de seguridad para evitar caídas.
La Policía reaccionó alejando a los presentes. El cordón de seguridad se amplió ante el peligro de que se produjera una explosión, pero inmediatamente se corrió la voz de que los bomberos habían cerrado el suministro de gas. Aun así, existía riesgo y comenzaban a verse gestos de tensión a duras penas contenida.
El presunto asesino trataba de alejarse del fuego. Se descolgó, quedando únicamente asido al edificio por las manos, que se aferraban al alféizar. Y entonces se soltó. El tiempo pareció detenerse mientras los testigos asistían atónitos a la caída. El cuerpo, desmadejado, tocó levemente en la fachada y se separó un poco de la pared, pero fue a dar con un golpe seco y sordo al extremo del colchón instalado por los bomberos.
Un segundo después, cuando los testigos regresaron a la realidad, observaron a los bomberos sofocando las llamas y a los agentes accediendo al interior de la vivienda. Se sucedieron las escenas de llanto, dolor y ansiedad entre los vecinos, que no daban crédito a lo que estaba sucediendo. Al cabo de unos minutos, los equipos sanitarios evacuaban en una camilla al varón, al parecer herido grave como consecuencia de la caída, pero vivo. “Qué pena que no haya muerto”, señalaba una testigo.
Doble crimen. El agresor, de 46 años, atacó a su exmujer y a su exsuegra en el portal de la vivienda a las 11.30 horas. La primera murió casi en el acto. La segunda, de camino al Hospital Txagorritxu.
Encierro. Acto seguido, el hombre subió al domicilio, situado en la octava planta, y se encerró. Poco después, prendió fuego a la casa y acabó saltando desde una ventana.
Evacuado. Cayó sobre un colchón instalado por los bomberos de Vitoria y fue evacuado del lugar en ambulancia, al parecer herido grave.