el aceite de palma se ha convertido en el penúltimo demonio de la alimentación, despertando la alarma, más que justificada según los nutricionistas, por su relación con algunas enfermedades y el nulo valor saludable de sus grasas saturadas. Sus derivados se encuentran en cientos de productos alimenticios procesados -precocinados, helados, salsas, margarinas, galletas, bollería, pizza, chocolates, aperitivos dulces y salados...- y las empresas recurren a él entre otras porque, como señaló ayer en las Juntas el procurador popular, y gerente de la Plaza de Abastos, Eloy López de Foronda, mientras “la tonelada de aceite de oliva cuesta 3.500 euros, la de aceite de palma apenas alcanza los 500”. La Organización Mundial de la Salud aconseja limitar su consumo, y la Unión Europea trabaja en un estudio para este verano que determinará si varía la normativa actual sobre su uso. Mientras tanto, las Juntas aprobaron ayer a instancias del grupo de Podemos reclamar al Ministerio de Sanidad que los productos libres de aceite de palma se etiqueten de forma clara, para que los consumidores puedan identificar de un vistazo el alimento.

subvención a celíacos Además, los grupos junteros aprobaron por unanimidad instar a los productores y fabricantes de Álava a que prescindan de su utilización, y piden a la Diputación y el Gobierno Vasco que pongan en marcha una campaña para concienciar sobre los peligros de este producto. A instancias de Podemos, la Cámara foral consensuó una iniciativa para solicitar a los gobiernos alavés y autonómico que estudien la posibilidad de conceder subvenciones a las personas celíacas de Álava, para que puedan sufragar el sobrecoste de entre 1.000 y 1.500 euros anuales que supone la adquisición de productos sin gluten.