al mismo tiempo que la Diputación Foral de Álava trabaja para poner en marcha el nuevo plan estratégico de Naturgolf con la intención de impulsar el campo de golf de Izki, el que en su día era la segunda pata del proyecto de la sociedad foral, el complejo de Lagrán, palidece abandonado desde su cierre en enero de 2013.
La hierba que recorre sus nueve hoyos crece como en una selva tropical y sus instalaciones se encuentren en desuso, desamparado a su suerte y sin una perspectiva clara de futuro para su uso. Centrados en reactivar Izki para contener cuanto antes las inyecciones de dinero público que Naturgolf, surgida en su día para impulsar la economía de la zona de Montaña Alavesa, recibe anualmente para compensar pérdidas, el ejecutivo foral mantiene por ahora fuera de sus planes el recinto de Lagrán, al que el gobierno popular echó la persiana hace tres años.
Desde entonces se ha convertido en una versión verde del antiguo colegio de Izarra, dejado también de la mano de Dios, y aunque durante este tiempo el campo de Lagrán ha atraído la atención de algunos empresarios para instalar allí contados proyectos, ninguno ha acabado por cristalizar.
Una de las opciones fue, como se planteó también para Izarra, la construcción allí de un campo de paintball, pero con un planteamiento que no acabó de cuajar. También surgió una iniciativa empresarial para su transformación en un camping, si bien todo quedó en poco más que un simple interés. Ahora, según ha podido saber DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA, el proyecto para el golf de Lagrán que se encuentra en un mayor estado de desarrollo es una iniciativa ideada por un ganadero de la zona con un curioso plan para convertir el campo de golf en un espacio de explotación ganadera para la cría de especies autóctonas, con su propio centro de transformación y una oferta acompañada por actividades turísticas y gastronómicas, como la visita de escolares y personas dispuestas a conocer de cerca el entorno rural de una granja.
Tan sostenible proyecto, basado en sus primeros compases en la cría del cerdo de raza autóctona, el llamado pío negro o euskal txerria, emparentado con el ahora extinguido chato alavés, ya ha sido trasladado a la Diputación y a algunos grupos políticos de las Juntas Generales.
Según el plan, el recinto acogería la cría del ganado entre los olvidados hoyos de golf como materia prima para la elaboración después en el centro de transformación de embutidos y productos artesanos ecológicos, recurriendo así al complejo deportivo como parte de un sistema integral de producción de carne de cerdo ecológica y charcutería artesana, pero cambiando los antiguos jugadores con polos por cerdos y otros animales pastando en diferentes parcelas acotadas.
apoyo de eh bildu El proyecto cuenta con el respaldo de EH Bildu, que lo considera una opción idónea para hacer uso de unas instalaciones abandonadas “sin requerir ninguna inversión desorbitada y de la mano además de un ganadero local”, un ejemplo perfecto para la coalición abertzale de las posibilidades que tiene el territorio para alcanzar “la soberanía alimentaria”, según explica a este diario su portavoz juntero, Kike Fernández de Pinedo, consiguiendo que los agricultores y ganaderos permitan a la provincia “basarse en la agricultura de nuestra tierra para conseguir productos de calidad y garantizar unas condiciones de trabajo y económicas dignas”.
En principio, la puesta en marcha de esta explotación sólo requeriría, según el documento elaborado por sus impulsores, la parcelación del campo de golf para separar a los animales, además de contemplar el pago de una posible renta mensual en caso de ser necesaria para aportar a la sociedad pública foral por el uso del recinto. La Diputación, a la que el responsable de la futura explotación ha dado a conocer su plan en una reunión con el diputado foral de Agricultura, Eduardo Aguinaco, no ha tomado aún ninguna decisión al respecto, y de hecho, según señalan fuentes forales a este periódico, prefieren que sea el Ayuntamiento de Lagrán el que ponga o no finalmente su sello de aprobación a esta iniciativa.
Algo que, al menos por ahora, no parece sencillo de obtener, pues en el Consistorio, gobernado por el partido jeltzale, no acaban de ver con buenos ojos esta transformación del recinto para acoger a cerdos y otros animales, y por el momento prefieren aguardar a que surja otra opción más plausible. Eso sin olvidar que la conversión del campo de golf en zona agrícola requiere un cambio en la normativa municipal.
De lograr el consenso necesario y salir adelante, las treinta hectáreas de las deterioradas instalaciones del complejo deportivo de Lagrán se transformarían en zona de pastoreo, uniendo la explotación con 17 hectáreas de bosque y una decena de extensión de pasto a recuperar. Sus impulsores consideran que esta granja aportaría además un nuevo valor turístico a la zona de Montaña Alavesa, para lo que organizarán las citadas visitas de escolares y turistas para que conozcan de cerca el proceso de cría y disfruten de degustaciones de productos ecológicos de la zona.
Según apuntan sus responsables, la idea, además de partidos como EH Bildu, cuenta también con el apoyo del sindicato agroganadero, así como empresarios de la zona y los gestores del restaurante del campo de golf de Izki, además de algunos establecimientos hoteleros que lo consideran una opción de establecer sinergias en la zona con la naturaleza y la sostenibilidad como argamasa.
La estimación de los encargados de gestionar la futura granja pasaría, en primera instancia, por arrancar cuanto antes con el proceso de transición ecológica de los terrenos, la adecuación de las instalaciones mediante el vallado y la construcción de pequeñas casetas, el inicio de la cría de los animales en el campo de golf y la recuperación de las zonas de pasto. Un año después del pistoletazo de salida llegaría la apertura al público con las visitas guiadas y las actividades gastronómicas. De momento, habrá que esperar a comprobar si la iniciativa sale adelante tanto en el ámbito foral como en el local para ver si Lagrán convierte finalmente su campo de golf en un nuevo y sorprendente hogar para la cría de animales donde antes había palos, pelotas y golfistas.