una pequeña colina entre Lanciego y Viñaspre, llamada Pieza Redonda, podría albergar las primeras páginas de la historia de esa localidad de Rioja Alavesa, al menos, las referidas a la antiquísima Edad del Hierro. Las primeras noticias surgieron casi por casualidad y, como no podía ser menos, gracias al inquieto diseñador y arqueólogo Armando Llanos, quien atisbó un posible yacimiento arqueológico en aquel sitio, donde desde el pasado día 1 un grupo de jóvenes desarrolla un campo internacional de trabajo para valorar la importancia del lugar.
Al frente del trabajo cotidiano se encuentran el arqueólogo y geógrafo Ángel Martínez Monteceló, y José Rodríguez Fernández, profesor de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). El primero recuerda que hace unos años, mediante uno de los trabajos de prospección que realizaba la Diputación Foral de Álava, a través del Museo de Arqueología, se realizaron numerosos hallazgos en toda la provincia y especialmente en Rioja Alavesa, que es muy rica en ese tipo de yacimientos. Uno de ellos fue éste, un castro de la Edad del Hierro, que se puede fechar -inicialmente- gracias al material cerámico encontrado en superficie por todo el cerro, pero especialmente en la zona más oriental.
Mientras llega el momento de las catas, lo que se ha encontrado permite datar en la primera Edad del Hierro este poblado, descartándose, en principio, que hubiera sido habitado en la segunda, aunque sí podría haberlo estado en el final de la Edad del Bronce, aproximadamente entre el año 1000 y el 500 antes de nuestra era. Precisamente para tratar de saber algo más, la Dirección de Juventud y Deporte del Gobierno Vasco ha organizado un campo de trabajo internacional, encaminado a realizar una excavación en algún punto del poblado de Pieza Redonda, siempre con la supervisión de la Universidad del País Vasco y el Museo de Arqueología de Álava.
Esta prospección, que es una búsqueda no destructiva entre los numerosos viñedos del lugar, se está realizando ya a nivel superficial. Para hacerlo de una forma sistemática, se han instalado bandas de cintas, creando unos pasillos por los que pasan cuatro o cinco personas, separadas a una distancia regular, buscando en el suelo y anotando todo lo que les pueda llamar la atención. En unos casos, los hallazgos se recogerán y se guardarán en sus correspondientes bolsas de plástico y el resto se documentará y se marcará su ubicación con GPS. Una alternativa esta segunda que se da en el caso de los muros.
“La cuestión es que hay muchos muros y es difícil distinguir si es un simple aterrazamiento del siglo XVIII o del XVII o un trozo de muralla del siglo VII antes de nuestra era. Por ello, queremos documentar todas las evidencias al margen de la cronología que puedan tener y, una vez puesto todo sobre el mapa, comprobar la coherencia del castro”, explica Martínez, entusiasmado por el reto al que se enfrenta.
De momento, lo único que se sabe es lo que se contó en las Primeras Jornadas de Estudios Históricos de Rioja Alavesa, donde Llanos narró que “este poblado fue localizado en una de nuestras prospecciones”. “Se encuentra sobre un alto que está a caballo de dos barrancos que descienden sobre los pueblos de Lanciego y Viñaspre, por los que discurren dos arroyos que confluyen al pie del poblado. Se estructura a ambos lado del cerro, en sus laderas del este y oeste principalmente, aunque al norte y sur conservan algún rastro”, detalló el especialista vitoriano.
Estas estructuras se concretan en aterrazamientos que en forma concéntrica ascienden por la pendiente, formando amplias superficies, en algunos puntos como ocurre por ejemplo en la parte baja del lado oeste. Son aterrazamientos soportados por muros de contención a canto seco. Los materiales recogidos en superficie consisten exclusivamente en cerámicas modeladas, que dada su fragmentación apenas permite reconocer formas. Únicamente algunos fragmentos de bases presentan formas planas y algunos otros, correspondientes a cuerpos, se encuentran decorados con superficies texturadas con digitaciones alargadas. Con tan escasos elementos únicamente puede deducirse que “el poblado debió de vivir durante un periodo alrededor de la Edad del Hierro medio”.
la curiosidad de un concejal Esta descripción llevó al concejal Gorka Mauleón a sentir la curiosidad por saber qué era lo que había allí. Y no dudó en saciarla. De esta forma, hace tres años contactó primero con José Rodríguez, en la UPV, quien explicó al Ayuntamiento lo que conocía y que había algún resto en el Museo de Arqueología de Álava. Un año después retomaron la conversación y Gorka planteó la posibilidad de llevar a cabo algún campo de trabajo, ya que la colaboración entre las dos instituciones, la UPV y el Ayuntamiento, había funcionado muy bien en la recuperación de la cueva del Trujal. La mala suerte quiso que el planteamiento llegara tarde y que se tuviera que demorar un año la convocatoria
Este mes, y aprovechando la fuerza y dedicación de la gente que ha acudido a Lantziego a participar en el campo internacional de trabajo, se quiere tratar de ver qué es lo que hay en ese lugar. “En cualquier caso, no somos más que meros impulsores de la iniciativa y los que cedemos instalaciones en Lanciego para que esto se lleve a cabo”, explica el concejal. Para el año que viene, ya se verá lo que se hace. Ahora, lo que toca es sacar chispas el campo de trabajo. Gracias a esta iniciativa, se llevará a cabo un informe con todos los restos interesantes que puedan aparecer. “Y si se ve que de cara al año que viene se puede continuar o merece la pena, lo haremos, repetiremos”, subraya Mauleón.
origen. Se cree que el poblado podría haber estado habitado entre el año 1000 y el 500 antes de nuestra era.
iniciativa. Hace tres años se inicia el germen del actual campo de trabajo.