vitoria. "A mí un familiar me preguntaba el otro día si la línea discontinua no indica precisamente que se puede cruzar. Pues yo no lo sé, porque no tengo carné de conducir, pero casi parece que necesitamos un croquis". La portavoz de la asociación de vecinos de Ariznabarra-Prado Gasteluen Auzoa, Ana Osaba, explica de esta manera la confusión de los vecinos del barrio en torno al nuevo bidegorri que conecta esta zona de Vitoria con Zabalgana. Y exigen explicaciones para que la ciudadanía conozca cómo emplear este tramo. Desde la asociación de ciclistas urbanos Bizikleteroak comparten esta petición y advierten del peligro de la vía, ya que en ocasiones los coches invaden el carril de las bicicletas. El Ayuntamiento ya prepara una campaña informativa en torno a las nuevas vías, como este tramo, de 30 kilómetros por hora.
El punto más conflictivo se registra en la calle Castillo de Quejana. En dirección a Zabalgana, la vía debe ser compartida por los coches y las bicicletas. Es un carril bici-coche, de igual a igual. Pero en uno de sus lados hay un carril-bici que discurre en sentido contrario al de la circulación, y de ahí las líneas discontinuas que lo separan del resto de la carretera.
Desde Bizikleteroak entienden, según las explicaciones que en su día recibieron del Ayuntamiento, que los coches sólo pueden cruzar esas líneas para aparcar justo al lado del bidegorri, donde hay espacio para ello. Sin embargo, y pese a que la circulación se ha limitado en este punto a 30 kilómetros por hora, hay vehículos que suben junto a las bicis y, para adelantarlas, cruzan esas líneas, con el consiguiente riesgo de que se encuentren con un ciclista bajando en sentido contrario.
Desde el Ayuntamiento, por su parte, detallan que el funcionamiento de estos carriles-bici se guía por las leyes de tráfico habituales. Es decir, que las líneas, si son continuas, no se pueden atravesar; las discontinuas, sí, tanto para aparcar en esos lados de la carretera como para adelantar, siempre que no se acerque un vehículo -en este caso, bicicleta- en sentido contrario. Porque si es así, toca esperar.
Fuentes del gabinete Maroto confirman que, para solventar este tipo de dudas, se trabaja en una campaña informativa en torno a la convivencia entre conductores, ciclistas y peatones. Este proyecto, largamente esperado, podría buzonearse o bien realizarlo por otros canales. Pero será un paso clave para que la ciudadanía conozca los objetivos de las calles limitadas a 30 kilómetros por hora.
El objetivo final es que, allí donde sea posible, coches y bicicletas compartan la calzada, reservando las aceras para los peatones. Sin embargo, casos como el de este bidegorri -en Badaia ya generó debate la colocación de un carril para bicis en sentido contrario al de los coches- ponen a prueba el atrevimiento de los ciclistas a circular por el asfalto. "Los usuarios están muy preocupados", advierte Rubén Rodríguez, integrante de Bizikleteroak.
Desde la asociación de vecinos de Ariznabarra también advierten del riesgo de este carril-bici, muy transitado por conectar con un barrio como Zabalgana y por ubicarse junto a un supermercado y un taller ocupacional. La entidad, que en su día lamentó que la creación de este carril supusiera la desaparición de 56 plazas de aparcamiento sin que se habilitaran alternativas, cree que el diseño es confuso. Pero también que es peligroso para los ciclistas que los coches, al salir de una de las líneas de aparcamiento, se incorporen a un carril-bici. De hecho, tras un reciente accidente en la zona, el pasado 29 de noviembre enviaron una carta a los grupos municipales para exigirles que se tomen medidas de seguridad en este punto. Y se preguntaban si "¿habrá que esperar a tener que lamentar algún accidente de extrema gravedad?".