Cuando Gorka Belamendia nos atiende, la llamada viaja más de 3.000 kilómetros. El ornitólogo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi ya se encuentra en el parque senegalés del Djoudj, en compañía de otros tres expertos alaveses y cuatro vizcaínos. Es la segunda expedición que realiza en un año para estudiar el avión zapador, "uno de los hirundínidos más amenazados de Europa" que todos los años repone fuerzas en el humedal de Mendixur para continuar su periplo migratorio hacia el continente negro, donde descansa hasta que el invierno huye de Europa. "No podemos conocer con precisión las causas de la evolución de las poblaciones que se detectan en nuestra zona, ni proponer acciones encaminadas a la conservación y mejora de los hábitats si no sabemos dónde invernan las aves migratorias alavesas y cómo son las condiciones de habitabilidad de esos lugares", explica el científico gasteiztarra. Por eso, la comitiva ha viajado in situ al lugar de las respuestas. Y, además, al estilo de sus amigos alados, tiene intención de volver los próximos cinco años hasta completar el estudio.

El apasionado equipo de ornitólogos, que ha volado a Senegal gracias a la agencia vitoriana Viajes Araba y el Departamento vasco de Medio Ambiente, llegó al país africano el martes, con tres días de retraso sobre el planning previsto. "Nos pilló la huelga de controladores", matiza Belamendia. Así que se quedarán por allí hasta el martes de la próxima semana. En esos días, volcarán sus esfuerzos en capturar cuantas aves amenazadas puedan para anillarlas. Una tarea que no es nada sencilla, debido a la enorme extensión de los carrizales de la zona, pero que ya no les pilla de nuevas. Gracias a ese control, los expertos darán un gran paso en su afán por "identificar los riesgos de supervivencia del avión zapador y comprender las causas de las oscilaciones en la abundancia de esta especie o su estado corporal". Además, su presencia en el parque del Djoudj les permitirá también conocer la conectividad de esta área africana con las áreas de reproducción de otras aves migradoras que les emocionan: el carricero y el carricerín común.

La experiencia senegalesa le será especialmente útil a Belamendia de regreso a Vitoria, ya que desde el año 2005 este ornitólogo cuenta con una estación de esfuerzo constante (EEC) para el anillamiento de paseriformes en la cola más meridional de Ullibarri-Gamboa, dentro del parque ornitológico de Mendixur -un lugar de paso cinco estrellas para el avión zapador-. No obstante, la expedición al Djoudj va más allá de su componente científico. Cuando la comitiva viajó por primera vez al Djoudj, constató que no sólo había que mirar al cielo. Aunque el peso del parque como refugio invernal de los paseriformes europeos es descomunal -está catalogado como humedal de importancia internacional y como patrimonio de la humanidad por la Unesco-, persiste una fragilidad, por la situación de sus habitantes, que hace temblar los cimientos del lugar.

"Queremos llevar a cabo un proyecto de cooperación para generar empleo e impulsar el turismo ornitológico", resume Belamendia. Los senegaleses que residen allí se dedican a una agricultura y ganadería de subsistencia que complementan con la captura de peces en el interior del parque, en ocasiones de manera furtiva, usando técnicas mortales para las aves. Además, aunque se han creado cooperativas entre los habitantes de los alrededores para explotar un pequeño hotel, recorridos en canoa por los brazos del río, un museo, una tienda de artesanía y una aldea etnográfica dedicados a los visitantes -entre 5.000 y 10.000 al año-, la sensación de abandono de las instalaciones devora cualquier expectativa de mejora. "Para colmo, el parque ha estado a punto de perder la calificación de humedal internacional y de patrimonio de la humanidad en dos ocasiones", alerta.

Belamendia tiene claro que "el que este parque pueda seguir desarrollando su función crucial como lugar de invernada depende de que los habitantes encuentren en él una forma digna de vida". Por eso, y a pesar de los esfuerzos realizados, considera fundamental impulsar proyectos como el alavés. Claro que, para ello, hace falta dinero. "Patrocinadores", apunta el ornitólogo, mientras vuelve a recordar las entidades que han llevado a la comitiva hasta Senegal.