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Eurovisión a la vasca

Esa partida continental también se dirime en Euskadi entre las formaciones ajenas a dependencias externas, desde la evidencia histórica de que los intereses vascos se pueden defender en Europa sin pasar por Madrid

Eurovisión a la vascaEP

Eres uno o una de los más de 370 millones de europeos llamados a votar y hoy deberías ejercer tu derecho. Más que nada porque, si te abstienes, apoyarás a quienes se hallan en las antípodas continentales de tu pensamiento, enarbolando incluso eslóganes burdos que recetan soluciones simples para problemas complejos. Y porque desde una perspectiva ya individual entonces no podrás lamentarte de que en Europa se desarrollen políticas hasta perjudiciales para tus intereses en cuestiones esenciales para la agenda vasca que resolverán los 720 parlamentarios de Estrasburgo, 61 del Estado español. Tú verás.

La contienda se plantea desde Madrid a perversas instancias del PP como un plebiscito entre Feijóo y Sánchez. En esa clave patriotera, el primero ha llegado a sugerir una moción de censura en función del resultado de hoy para la que tendría que contar con el mismo aval de Puigdemont que recrimina al PSOE. A expensas de calibrar el efecto de tal desbarre, la mayoría demoscópica situaba como ganador al PP, al que a su diestra le roen su socio autonómico Vox y el outsider también ultra Alvise Pérez. En tanto que el PSOE había crecido en campaña a costa de Sumar –emparedado entre la sigla con la que cogobierna en la Moncloa y su gen Podemos–, un alza sometida ahora a la incógnita de la convocatoria judicial de la esposa de Sánchez a cinco días de la votación. Subido a la ola del antisanchismo, con la amnistía en una mano y la investigada Begoña Gómez en la otra, la paradoja para Feijóo reside en que si no media una victoria rotunda encarnará un fracaso, cuestión de expectativas.

En sentido contrario, una mínima desventaja –y más si puede colar como un empate técnico– se venderá en Ferraz como otra heroicidad de Sánchez, victimizado adalid del antifascismo poliédrico. Igual que en las últimas generales, el contexto resulta su principal aliado, pues a la galopante turba derechosa que amenaza como nunca los cimientos humanistas de la Vieja Europa se ha añadido la inaudita injerencia electoral de un juez en contra del criterio fiscal y de la Guardia Civil. 

Esa partida continental también se dirime en Euskadi entre las formaciones ajenas a dependencias externas, desde la evidencia histórica de que los intereses vascos se pueden defender en Europa sin pasar por Madrid. Ahí la radica la idea-fuerza del PNV, que reivindica 80 años de europeísmo integrador de las realidades nacionales sin Estado en representación institucional de la Euskadi pacífica y pujante, en concreto en blindaje del autogobierno como eje de cohesión social y prosperidad económica.

La dualidad estatal se reproduce aquí con EH Bildu, que como el PP aborda estos comicios al modo de una segunda vuelta electoral –de las autonómicas– e igual que el PSOE se postula como dique único contra la ultraderecha, cuyo relato se nutre sin embargo de los ecos de ETA que PP y Vox amplifican por la falta de una censura ética inapelable. Al extremismo se le combate con firmeza dialéctica y argumentación sólida, no cargándole de razones con otro maximalismo maniqueo que exacerba las bajas pulsiones que lo propulsan.