Vitoria. Las prostitutas no aparecen en las estadísticas ni en los censos. La última cifra era del Instituto de la Mujer y contabilizaba 360.000 meretrices. En Euskadi, se calcula que pueden superar las 2.000. La inmensa mayoría trabaja en pisos y clubs. Datos imprecisos... incapaces de ocultar la evidencia; que la crisis ha reclutado a más mujeres autócotonas para el oficio más viejo del mundo hasta multiplicar su número por diez.
Una alerta lanzada también en un informe de Médicos del Mundo constata la vuelta a la prostitución de personas que habían conseguido insertarse en el mercado laboral, pero que han perdido su empleo. “Hay muchos casos de mujeres españolas que han empezado a ejercer la prostitución porque se han quedado sin trabajo y necesitan ganarse la vida”, mantiene José Roca, portavoz de Anela, patronal de los clubes de alterne, que cuantifica el crecimiento de prostitutas de la península en su sector. “En nuestros locales, antes de la crisis, solo una de cada cien era de aquí. Hoy, tenemos diez veces más”.
Son amas de casa, administrativas, licenciadas o camareras. Mujeres que llaman a las agencias tratando de buscar un empleo, acuciadas por los impagos y las deudas. En algunos pisos y locales nocturnos, la tempestuosa situación económica ha hecho aterrizar a muchas que apenas van a trabajar unas horas. “Acuden cuando pueden y sin que sepan nada sus parejas. Luego, se van a recoger a los niños. Son madres coraje. La mayoría, lo único que pretende es sacar adelante a sus hijos porque ya no hay ni para limpiar portales a diez euros la hora”, justifican.
Desde Askabide, asociación que atiende a prostitutas en el País Vasco, se pone de manifiesto que, si bien no disponen de datos relevantes para comparar la incidencia de la crisis, sí han constatado un incremento de la demanda de formación y empleo en este último año.
El declive económico ha hecho descender significativamente el número de clientes y los precios han iniciado una espiral de locura. La antigua tarifa de 50 euros por un completo, un precio más o menos standard y respetado por las profesionales, ha dado paso a la ley de la oferta y la demanda. Marian Arias, portavoz de Askabide, confirma esta tesis al señalar que “las mujeres se quejan de que hay menos clientes y las tarifas han bajado, no hay más que tomar como referencia los anuncios en prensa”, comenta.
guerra de precios “Esto se ha convertido en un cachondeo donde impera el regateo y donde el cliente viene buscando rebajas. Se acercan chicos muy jovencitos con diez euros preguntando ¿Qué me haces por este dinero?”, relata una psicóloga reflejando alguno de los testimonios de las chicas. En el segmento de alto standing, si una prostituta española de agencia, conocidas como escors, cobraban de media 250 euros por una hora, hoy no resulta complicado encontrarlas por la mitad. Beatriz asegura que “los precios se han estancado o han bajado y eso ha reducido el poder adquisitivo de las chicas. Las nuevas, además, las que no han fidelizado clientes, no tienen el trabajo asegurado”, dice.
La crisis incorpora también una nueva tendencia; cada vez son más los jóvenes que se acercan como clientes al mundo de la prostitución en cuadrillas que andan de farra. Aunque hay muchos factores que contribuyen a este fenómeno, la bajada de precios de los servicios es determinante para que se trate de un mercado asequible a cualquier bolsillo. “Se ha vuelto un mundo accesible para los jóvenes, que suelen ir más cortos de dinero”, precisa José Roca. El acercamiento de este público al mundo del sexo es distinto al de otros grupos de edad. “Acuden en cuadrilla para celebrar despedidas de soltero o cumpleaños”, desvela. Y paralelamente a la recesión, otro fenómeno en alza, el incremento de chicos dedicándose a esta actividad, lo que ha obligado a algunos ayuntamientos a focalizar su atención en la prostitución masculina. El perfil del hombre que ejerce la prostitución es el de un joven de 24 años, inmigrante y con una edad media de 25 años. Y un dato para la sorpresa; el 30,7% de ellos se declara heterosexual aunque atienda principalmente las demandas de otros hombres.