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Triángulo alavés

La pugna de socialistas y "populares" en torno a Caja Vital ha vuelto a manifestar que una alianza de ambos de cara a las próximas elecciones forales y municipales en el territorio parece, "a priori" y sin tener en cuenta factores externos, altamente compleja.

Es una tradición no escrita de la política vasca que Álava se erige en territorio clave de la pugna electoral en las citas autonómicas por el descompensado reparto en relación a la población que la Ley Electoral hace de los escaños a elegir en la Cámara vasca; pero también por el curioso mapa político alavés, una carta que simplificada tendría forma triangular y con una ilimitada capacidad para que el centro de ese polígono gire, elevando al punto más alto cualquiera de sus tres vértices.

Un rápido vistazo a los resultados que las citas forales con las urnas han ido arrojando en los últimos 30 años evidencian dos cosas: ningún partido ha conseguido nunca por sí solo mayoría absoluta en las Juntas Generales. Segundo: aunque diversas siglas se hayan colado en los tres primeros puestos del escalafón en varias ocasiones -caso de Unidad Alavesa o Herri Batasuna-, el equilibrio de fuerzas en el territorio se resume en las relaciones entre el nacionalismo representado por el PNV, las tesis de la derecha española representadas primero por AP y luego por el PP y las posiciones de la izquierda del PSE-EE.

Un esquema que 30 años después será el que regirá las elecciones forales previstas para dentro de un año. Pretender vaticinar hacia dónde girará en este caso el triángulo o simplemente si girará sería una boutade, conociendo el devenir estrechísimo que suelen deparar las urnas en Álava. Ahora bien, es más fácil augurar que el próximo Gobierno foral será fruto del acuerdo o desacuerdo de dos de esos tres vértices. Y en ese escenario, es posible hacer un análisis de situación... al margen de influencias externas al territorio.

el termómetro

Conflicto en Caja Vital

El termómetro más evidente de la situación es Caja Vital. La controvertida reedición de la presidencia del socialista Gregorio Rojo, merced al acuerdo alcanzado con el PNV, es ahora mismo la principal casus belli que populares y socialistas mantienen en Álava... y la más seria en Euskadi. La querella del PP, respaldada en primera instancia por los tribunales, ha contribuido decisivamente a enrarecer aún más los intentos de los dirigentes de ambos partidos en el territorio por tratar de normalizar sus relaciones. Pero el último episodio de este culebrón, que da la medida de lo complicado que puede ser fraguar cierta complicidad entre PSE y PP en Álava, es el acuerdo de socialistas y PNV que permitirá la entrada en el Consejo de la entidad de notorios nombres jeltzales como Juan Mari Ollora, Juan Ramón Guevara, Javier Balza y Ana Agirre, mientras que por el PSE-EE se integrarán Víctor García Hidalgo, ex director general de la Policía y la Guardia Civil imputado en el denominado caso Faisán, y el alcalde de Vitoria, Patxi Lazcoz.

Antes había mediado una oferta de acuerdo al PP del líder de los socialistas alaveses, Txarli Prieto, para pactar entre ambas formaciones el control de Caja Vital y la Cámara de Comercio -que también quedará en manos del presidente de la entidad financiera- a cambio de la retirada de la querella contra la elección de Gregorio Rojo y, previamente, se desbarató un principio de acuerdo entre populares y Caja Vital para que los primeros retiraran su querella.

Ninguno de los movimientos ha fraguado, entre otras cosas, por la condición exigida por el PP de la renuncia de Rojo a la presidencia de la Vital. Hasta tal punto que el remate del acuerdo de jeltzales y socialistas, que dejará fuera del consejo al PP, ha llevado a los populares a recuperar una frase escuchada hasta la saciedad en los meses posteriores a las autonómicas: "Txarli Prieto es el mayor enemigo del cambio".

los síntomas

La amagada moción de censura

Porque en este juego trigonométrico hay que recordar que la Diputación de Álava fue el oscuro objeto de deseo del PP tras aupar a Patxi López a Ajuria Enea. La moción de censura contra el actual diputado general, Xabier Agirre (PNV), planeó sobre el escenario político del territorio -topándose con un cierre de filas impenetrable de los socialistas alaveses- como contraprestación al acuerdo de bases y, en algún momento, las subidas de tono del discurso de los populares hizo temer que erosionara el recién nacido pacto hasta el punto de forzar la intervención del lehendakari para templar gaitas entre unos y otros.

Esta amenaza de moción de censura fue también utilizada desde las filas socialistas como un aviso a navegantes ante los amagos de encastillamiento de las diputaciones tras el desalojo nacionalista de Ajuria Enea. Pero el cierre de filas de los socialistas alaveses respondía a una trayectoria político-institucional larga que tiene su principal referencia en las dos legislaturas en las que el PP gobernó Ayuntamiento de Vitoria y Diputación y, más concretamente, en la segunda. No hay que olvidar que Ramón Rabanera repitió mandato en buena medida por la retirada a regañadientes y forzada por Ferraz de Javier Rojo, en una coyuntura política muy especial, con José María Aznar en el último tramo de su mandato y un José Luis Rodríguez Zapatero amarrado al PP por el Pacto Antiterrorista en la misma medida que le separaba del PNV, mientras Álava era convertida en punta de lanza de la cruzada contra el conocido como Plan Ibarretxe.

la herencia genética

Proyectos divergentes

Esa legislatura fue a cara de perro, con un absoluto aislamiento del PP gobernando en minoría que, entre otras cosas, conllevó prórrogas presupuestarias; por ello, el cambio de color en Diputación y Ayuntamiento en 2007 en forma de quid pro quo en favor de PNV y PSE respectivamente derivó en, por ejemplo, la defenestración de proyectos municipales como el auditorio o, mirando ya al presente, ha impulsado el proyecto de estación de autobuses planteado por Lazcoz, con el respaldo del PNV, por no hablar de los Presupuestos apoyados mutuamente durante estos cuatro años.

Saltando nuevamente al presente, una moción de censura en la Diputación, con su consiguiente reflejo en el Ayuntamiento de Vitoria, habría dado al traste con la mayor parte de los proyectos emblemáticos del alcalde socialista a apenas un año de las elecciones. No hay más que ver la filosofía de las enmiendas populares al proyecto de Presupuestos municipales para este año, donde plantean una reducción de la aportación del Consistorio al recién pactado soterramiento que fuera compensada por Lakua, además de volver a cuestionar los proyectos de la estación intermodal y del auditorio.

los factores ambientales

Otras plazas en juego

Si la lógica dice que la alianza más posible es la de PNV y PSE, en la ecuación hay que tener en cuenta un factor bastante más poderoso: las influencias externas. Igual que Ferraz repartió juego en 2003 decantando en favor del PP las infructuosas negociaciones entre socialistas, jeltzales y populares, en un sonado desaire público al entonces candidato y líder del PSE alavés, Javier Rojo, el acuerdo de bases por el cambio que mantienen ahora PP y PSE en Euskadi puede ser el elemento que decante las formaciones de gobierno tras los comicios de 2011.

Elemento en el que entrarán en juego otras instituciones que ya estuvieron en el aire en las últimas elecciones, como la Diputación de Gipuzkoa, por ejemplo, y que podrían entrar en un cambio de cromos a nivel autonómico que acabara imponiéndose a la tirantez que domina las relaciones de ambos partidos en Álava. En 2007, los movimientos en Navarra, donde la opción de un acuerdo PSN-NaBai partía con muchas opciones, fueron seguidos con lupa hasta el punto que entraron en escenarios negociadores con el territorio alavés. En Gipuzkoa, el juego se repartía de manera diferente porque el acuerdo a dos era insuficiente para la mayoría absoluta.

La gran pregunta derivada es qué ocurriría en la hipótesis de que la Diputación alavesa no pudiera ser objeto de un acuerdo entre socialistas y populares, en favor del PP. ¿Pondría eso en riesgo el acuerdo de bases que sostiene a Patxi López en Ajuria Enea? El PP, obviamente, dice que sí. Los socialistas, en cambio, no ocultan su escepticismo ante esta hipótesis de quiebra de una alianza que, no hay que olvidarlo, el PNV también considera blindada.