roleadores literarios sin piedad y, según los ofendidos de turno, sin principios: vaya por delante que antes de saber que tras la firma Carmen Mola había tres maromos, las sinopsis de sus novelas me repelían profundamente porque resumen los topicazos del tan exitoso género negro actual, donde no falta un cadáver salvajemente mutilado y un poli o una poli que se hacen cargo del caso. Dicho eso, y tras felicitarles por el pastizal que se han embolsado, me quito el cráneo ante el modo en que han roto la cintura de las más diversas ortodoxias. No sé si me hacen más gracia los que ven en su jugada la prueba de que para vender libros hoy hay que ser mujer o los que les acusan de apropiación de género indebida. Son tales para cuales.