- Hace solo siete días que El País y La Sexta salieron en tromba con los llamados Papeles de Pandora, pero parece una eternidad. No hay estómago ni cerebro capaces de digerir semejante torrentera de datos servidos sin desbastar. Cuando uno está dejándose las neuronas para hacerse a la idea de lo que hay tras una entrega, llega otra, y luego otra, y otra, y otra más. Como pertenezco al gremio y trato de no ser cínico en exceso, quiero creer que este trabajo de investigación conjunto de colegas de no sé cuántos países obedece a la sacrosanta búsqueda de la verdad caiga quien caiga. Pero en mi fuero interno no puedo dejar de pensar que esto va de postureo mondo y lirondo. Simplemente, no puede ser que haya un Watergate cada medio ciclo informativo. Y menos puede ser que todas las tremebundas revelaciones tengan el mismo peso.

- Desde luego, resulta muy goloso señalar con el dedo enhiesto a grandes celebridades, famosos de medio pelo y tipos absolutamente desconocidos que patronean empresas de renombre o no tanto. Pep Guardiola, Miguel Bosé, Shakira, Julio Iglesias, Luis Miguel, Corinna Larssen, el rey emérito (cómo no), Tony Blair, una amiga especial de Putin, Di María, Ancelotti, el presidente de Ecuador, el de Chile, Elton John, Ringo Starr, el arquitecto Calatrava, los Legionarios de Cristo, Vargas Llosa, los Grifols, los barandas de Seguros Santa Lucía... Oigan, que no se libra ni el Tato. Lo que ocurre es que va uno, armado de paciencia, a echarse a los ojos la letra pequeña, y resulta que se mezclan pufos del nueve largo, trapicheos menores y, en no pocas ocasiones, prácticas seguramente feas como la cara que me devuelve mi espejo, pero por desgracia, cien por ciento ajustadas a la legislación vigente, que es donde nos duele.

- Todo lo anterior, sin que deje de planear una pregunta incómoda: ¿Qué haríamos cada uno de nosotros si nos encontráramos en el lugar de, no diré todos, pero sí algunos de los señalados? El otro día escuché a uno de esos seres de luz que pululan por las tertulias progresís pontificar que esto no es como lo de merendarse el IVA al pagar al fontanero, al montador de la cocina o en el taller mecánico. Niego la mayor. El fraude no es cuestión de cantidad sino de actitud y, sobre todo, de oportunidad. Quien esté dispuesto a ahorrarse un puñadito de euros por una prótesis dental no dudará en buscar el modo de dejar de pagar unos miles si se le presenta la ocasión. Pregunten a Monedero o Echenique, entre otros.