spíritu finalmente liberado: Le confieso que se me ha hecho durísimo leer la historia que, antes de marchar, quiso compartir con mi compañera Arantza Rodríguez. Me alegro, sin embargo, de haberlo hecho porque en ese texto que pone el corazón en un puño está no solo la esencia de la gran persona que fue usted, sino del derecho básico a la muerte digna. Porque lo suyo no fue un momento de debilidad, ni un arrebato, ni un capricho. De hecho, como se describe con pelos y señales, trató de aferrarse a la vida contra viento y marea durante años. Solo cuando comprobó que no había ninguna opción, tomó con plena conciencia la decisión de partir. Y, como dejó dicho, lo hizo contenta porque necesitaba descansar. Que así sea.