Enrojecimiento, hinchazón o ardor en la piel. ¿Te suenan los síntomas? Estas son solo algunas de las manifestaciones que puede adoptar la rosácea, una patología no contagiosa pero crónica. En nuestro país solo el 1% de las personas con esta enfermedad están diagnosticadas y, a pesar de que cualquiera puede verse afectado, suele perjudicar más a aquellos con piel clara y en edades comprendidas entre los 45 y los 60 años.

Es una afección que, por lo general, no se experimenta de manera permanente, sino a través de brotes. Pero, ¿cómo se manifiesta? Aunque los síntomas son muy variables y la intensidad y frecuencia de su aparición depende de la persona afectada, estos son los signos más frecuentes de rosácea:

1- Enrojecimiento de la piel. Afecta especialmente a la nariz y las mejillas. Lo más común es que esta situación dure unos pocos días, aunque los episodios pueden alargarse más cada vez que se producen.

2- Inflamación. Sobre todo en la nariz y en las mejillas.

3- Granos en la frente, barbilla, mejillas... Este síntoma hace que en muchas ocasiones la enfermedad se confunda con el acné.

4- Venas más visibles de lo normal a causa de la dilatación de los vasos sanguíneos de la zona.

5- Ardor y una sensibilidad desagradable.

6- Molestias en los ojos como sequedad, picazón, irritación, enrojecimiento e hinchazón en los párpados.

Causas de la patología

La raíz de esta enfermedad es desconocida, aunque podría estar originada por un sistema inmunitario más activo de lo normal, antecedentes familiares, factores medioambientales o a una combinación de los anteriores.

Además, y a pesar de que la persona afectada puede pasar periodos largos de tiempo sin volver a experimentar los síntomas, hay que recordar que los brotes pueden reaparecer en cualquier momento.

De esta forma, aunque la afección sea por lo general leve, los expertos de Nutritienda.com, una compañía de comercio electrónico de salud y belleza, recomiendan una serie de hábitos para incluirlos en nuestra rutina diaria y así poder mitigar la enfermedad, aunque no eliminarla.

¿Cómo se pueden reducir los síntomas?

1- Protección solar. Tanto en forma de cremas contra los rayos ultravioleta con factor 50 como evitar salir a la calle en las horas centrales del día.

2- Maquillar y limpiar la piel de forma suave, sin frotar de manera agresiva.

3- Elegir los cosméticos adecuados para la rosácea, excluyendo aquellos que sean irritantes, con alcohol, perfumes, mentol... e incluyendo los que incorporen ingredientes como el retinol, el aloe vera o el extracto de regaliz. Los aceites de coco, lavanda o té verde también nos ayudan a aliviar y proteger la piel afectada.

4- Una alimentación equilibrada y variada y, en caso de que sea deficitaria, se puede acompañar con suplementos alimenticios que contengan colágeno, vitaminas y minerales.

5- Llevar un registro escrito de las causas que nos provocan los brotes, así como lo que mejora y empeora el problema: si se conocen los desencadenantes es más fácil evitarlos.

Sin embargo, es recomendable consultar a un dermatólogo, especialmente en casos de personas menores de 14 años o mayores de 65, mujeres embarazadas, si se están cursando otros procesos dermatológicos al mismo tiempo... Así, el especialista podrá aplicar fármacos, tanto tópicos como orales, o, en casos extremos, procedimientos con láser o cirugía.

Además, también hay que tener en cuenta la importancia de que seamos constantes y no abandonemos los tratamientos ya que, si la rosácea no se cuida de manera adecuada, esta enfermedad crónica puede empeorar.