María Casado es la nueva presidenta de la Academia de Televisión Española. Sustituye en el cargo a Manuel Campo Vidal. Casado es una periodista que ha sufrido en directo las regañinas de sus jefes hasta hacerle saltar las lágrimas. Durante un tiempo fue ejemplo de las presiones que sufrieron los periodistas de esa casa pública de la tele como es TVE. En una entrevista en El País hizo una petición como para los Reyes Magos: “desearía que las televisiones públicas dejaran de ser el juguetes políticos”. Una frase que recuerda en su formulación a aquella sugerencia que Franco le hizo al periodista Sabino Alonso Fueyo, director del diario falangista Arriba, cuando se quejaba al dictador de las broncas que recibía desde sectores fácticos y también por parte de las familias del Movimiento Nacional fascista. Franco le dio el mejor consejo que el mayor hipócrita del siglo XX pudo ofrecer: “haga como yo y no se meta en política”. Y no es que esté comparando este momento con aquel y, ni mucho menos, a María Casado con Francisco Franco -a quien le deseo una pronta incineración y su desaparición definitiva de la faz de la Tierra-. No. Lo que quiero decir es que en el juego de la desfachatez con la que se ha venido munipulando en los últimos años en TVE hay una serie de periodistas que han sido colaboradores necesarios y que lo han hecho con natural alevosía; algunos con nocturnidad y otros a primera hora del desayuno que era la hora favorita en la que María Casado solía participar. Y esto hay que decirlo ahora que se está castigando el mandato provisional de Rosa María Mateo por tierra, mar, aire y redes sociales anónimas. El futuro de la independencia de la televisión pública habría que asegurarlo y debería ser una de las primeras cuestiones de estado. Pasan los años; pasan los gobiernos y el tema se repite cansinamente. Yo no sé si, a partir de ahora, la nueva presidenta se va a meter o no en política. Si una vez en la Academia ya no le gusta ese juguete.