- El sevillano Paco Cabezas, que lleva cinco años dirigiendo cine y series de televisión en EE.UU., rueda estos días en Canadá la segunda temporada de una de las series más potentes del momento, American Gods, con todos los medios posibles a su disposición. “El sistema está tan bien armado que trabajar aquí es como visitar un parque temático”, afirma en una entrevista con Efe desde Toronto, en un descanso del rodaje del penúltimo capítulo de la serie: “Es bastante épico en toda su extensión, aunque no puedo contar mucho”, se disculpa. Pero ofrece una pequeña pista: “Pablo Schreiber (candidato al Emmy por Orange is the new black) es un duende gigantesco que funciona como una paradoja de la novela original” (escrita por Neil Gaiman y publicada en 2001).
La primera temporada de la serie, una producción de Amazon Prime Video, se estrenó en 2017 y renovó para una segunda tanda. Básicamente, resume Cabezas, “en American Gods los dioses antiguos se enfrentan a los nuevos dioses de la modernidad, que son los de la tecnología. A nivel visual es increíble, no hay nada como American Gods, cada segundo de la serie es como si fuera el mejor vídeo de David Fincher, es una estética increíble, cada plano esta superpensado, es un festival”, afirma. Cabezas empezó a los 24 años con un proyecto muy friki que se llamó Invasión travesti, un corto en el que narraba una invasión transexual en Sevilla con números musicales, un trabajo que le sirvió de experiencia para rodar su primer corto, Carne de neón (2005), embrión del largo del mismo título que a la postre fue su tarjeta de presentación en Hollywood. “Todo está conectado”, considera el sevillano.
El showrunner (responsable máximo de una serie) John Logan, guionista de películas como Gladiator, vio en Carne de neón (2010) elementos que le gustaron, “la estética”, dice Cabezas. Y le involucró en uno de los proyectos de los que está más orgulloso: la serie gótica Penny Dreadful. Le pasó lo mismo con Nicolas Cage, que vio su película y aceptó ser el protagonista de la segunda, Tokarev (2014), que Cabezas rodó íntegra en EE.UU. “La principal diferencia de trabajar para la tele americana es que llegas al plató y tienen preparadas grúas gigantes, lluvia, drones. Tienes la sensación de que no hay nada fuera de tu alcance, cuando en una producción independiente española es complicado conseguir una simple grúa”. “Aquí no hay límite -añade-, los responsables hacen cualquier cosa para que la serie tenga el look más estético y brutal posible”.
Desmiente el “mito” de que el director de una serie es un mero realizador: “Lees el guion y empiezas a tener ideas visuales. Pides y te lo cambian. Hay escenas completas que se me han ocurrido y están ahí: es un proceso creativo, el showrunner lo sabe, y no para”. Cabezas habla con conocimiento de causa. Después de Tokarev vino Mr. Right (2015), con Sam Rockwell y Tim Roth, y de Penny Dreadful saltó a The Strain, Fear the walking dead, El alienista y la célebre Into the badlands, todas impregnadas por un aire sobrenatural, fantástico y oscuro que es ya marca de la casa. “Curiosamente me llaman para proyectos con tintes diría goyescos, para ellos todo lo físico, violento, sexual o apegado a la carne es sinónimo de latino y valoran mucho eso en mi manera de rodar, que es una manera muy orgánica”, explica. “Yo soy muy fan del terror y he matado a mogollón de personajes, importantes incluso. Aquí los guionistas no tienen miedo de cargárselos, y yo -afirma- mientras tenga fuerza visual y sea una violencia simbólica, no tengo problemas en hacerlo de la manera más creativa posible”.
Cabezas sigue yendo en patinete a sus rodajes, un modo de no perder de vista al niño que sigue siendo. En tres semanas terminará American Gods y después de un mes en España -donde tiene proyectos “que aún no se pueden contar”-, vuela a Vancouver para rodar otra serie americana.