Bilbao - El viernes pasado le dieron el alta y horas después habló con DNA para contar cómo se encontraba y la ganas que tenía de pasar el fin de semana en Bilbao. Este viernes se subirá al escenario para contarnos cómo nos comportamos cuando salimos fuera del hábitat al que estamos acostumbrados. Se le puede ser en la serie Gym Tony en nuevos episodios aunque ya ha acabado la grabación.
¿Cómo se encuentra?
-Contento, ya pasó. El cuerpo te manda señales y hay veces que no lo escuchas, he tenido un susto bastante gordo. Lo he remontado, ahora en guardia y con muchas ganas de retomar la actividad.
Retoma usted la actividad en Euskadi, en Bilbao.
-Sí. Además no hay mejor sitio, lo digo por experiencia. En Semana Grande y en el Euskalduna, más no puedo pedir. Estoy encantado de ir allí porque tengo grandes amigos y fiestas; van a ser unas vacaciones que ni te cuento. Para mi vuelta al trabajo estaré rodeado de muchas cosas buenas,
¿Tiene miedo?
-Ahora haré caso a las señales, pero quiero volver a trabajar, estar de nuevo con los míos y con mi público. Eso sí con prudencia para estar bien.
¿Qué nos va a contar usted?
-He dado una vuelta al mundo sin moverme del escenario y cuento las costumbres y todo lo que nos podemos encontrar si viajamos a países como China, Argentina, Estados Unidos, Japón, India...
¿Cómo reacciona el personal?
-Hay mucha gente que no tiene muchas miras y piensa que todo lo de uno es mejor que lo de fuera; otros piensan al revés, que lo de fuera es lo mejor. Los extremos no son buenos.
¿Nos comportamos como auténticos ‘guiris’ cuando salimos de nuestro hábitat?
-Sí, es verdad. Cuando salimos fuera, cuando vamos a esos países nos toca pagar la novatada y buscarnos la vida. Pero de todo se aprende. Creo que con la mayoría de las personas que vamos a conocer fuera, tenemos más cosas en común que las que nos separan. Da igual de dónde seas, las fronteras solo están pintadas en los mapas.
Le seguimos viendo en la televisión en la serie ‘Gym Tony’.
-La serie se sigue emitiendo, son capítulos nuevos, pero hemos dejado ya de grabar hace un par de meses. Parece que es definitivo. Estuvimos parados un año y por sorpresa nos pidieron grabar esta última temporada, pero ya no habrá más.
¿Qué proyectos tiene entre manos en estos momentos?
-Continuar con este espectáculo, me está dando muchas satisfacciones, llevo cinco años con él...
¿No le apetece cambiar?
-Sí, pero mientras la gente disfrute seguiré haciéndolo. Espero tener un nuevo espectáculo para el año que viene.
¿Televisión?
-Si sale algo atractivo y que esté bien y que tenga una buenas condiciones, pues diré que sí. Además, me viene muy bien hacer televisión. No te voy a engañar y decirte: Tengo varios proyectos y no me gustan. De momento nada de tele, tampoco me agobia, estoy muy tranquilito con mi teatro. Disfruto mucho con el contacto con el público.
¿Cuántos años lleva haciendo reír a la gente?
-uf, uf... He pasado la treintena. Empecé muy jovencito, con 20 años, tengo 52; llevo 32 años. La experiencia ha sido muy positiva, no me puedo quejar. Me considero un privilegiado, me gano la vida con lo que más me gusta y no es algo que esté al alcance de todo el mundo; de hecho, hay mucha gente que, por desgracia, no tiene ningún trabajo, sea el que sea. Soy consciente de la situación de muchas personas, es vergonzoso que haya gente que lo esté pasando no mal, muy mal. Es lo que me hace valorar la situación en la que yo estoy.
A veces cuando oímos su nombre nos sale un oficio: ‘El frutero’.
-Fue el personaje que me dio a conocer y el que me dio una imagen determinada.
¿Mala imagen?
-Hay que decir que El frutero no era el ideal de hombre, tenía muchas cosas en su contra. Hay algunos que cuando me conocen me dicen: Macho, no tienes nada que ver con ese personaje. Afortunadamente, para mí y para el resto de la gente, no tengo nada que ver con ese elemento. Pero le estoy muy agradecido porque fue el personaje que me hizo popular, que hizo que la gente me parara por la calle.
¿Qué fue ‘7 vidas’ para Santi Rodríguez?
-Voy a decir un topicazo: fue un antes y un después. No solo fue que me diese a conocer, supuso trabajar con gente increíble, encantadora, maravillosa y que me enseñó mucho. Empezando por Amparo Baró, qué mujer, qué actriz. También estaban allí Gonzalo de Castro, Blanca Portillo... todos. Pero tiene un inconveniente.
¿Seguro que hay inconvenientes?
-Sí, empecé con un listón muy alto y después comparas. No hay otra serie igual para mí. Fue como una gran master class de lujo, de nivel y acelerada.
No le pusieron ni nombre a su persona, ‘El frutero’ y ya.
-Al principio, les decía a los guionistas: Quiero saber cómo me llamo y nada.
Quizá es que no tuvieran claro que su personaje fuera de continuidad.
-Me dijeron que no ponían nombre porque eso era un punto curioso y simpático.
¿Acertaron?
-De pleno, con el paso de tiempo, mucha gente olvida el nombre de los personajes que haces, pero El frutero lo recuerdan, no necesitan saber más, yo encantado.
¿Cuánto sabía usted del oficio de frutero?
-Confieso que no mucho. Cuando me dijero de hacer el papel de frutero, intenté documentarme de qué iba a esa profesión. Pero la realidad y la ficción no tenían nada que ver, yo casi nunca estaba en la frutería. El frutero de 7 vidas no daba ni golpe, no curraba nada. Un frutero real curra la tira, una barbaridad.
¿Es hombre de gimnasio o solo es una cuestión de guión?
-Tampoco, soy hombre de hacer algo de ejercicio, pero de gimnasio poco. Corro un poco por la mañana, hago bicicleta... Me cuido, pero no en el gimnasio. En Gym Tony, mi personaje era igual, iba al gimnasio pero no hacía nada.
¿Cree que le han visto cara de vago?
-Debo tener cara de impresentable, todas las cosas, todo lo que me ofrecen es de lo peor. Si me dieran personajes de galán, no se lo creería nadie, así que me ponen de vago. Me dan personajes con los que la gente se lo pasa bien, pues bienvenidos sean. No aspiro a mucho, cada uno tiene sus pretensiones.
¿No tiene pretensiones?
-Las pretensiones mías son que la gente se lo pase bien con lo que hago. Tengo un tope hacia abajo y digo: Hasta aquí. Intento no rozar la chabacanería, ser correcto; que nadie se moleste, cada uno es muy libre de hacer lo que quiera. Se puede hacer humor y contentar a mucha gente. Yo solo pretendo que la gente pase un rato agradable, que salga del teatro y que se haya olvidado un rato de sus problemas.
¿Muchos altibajos en estos 32 años de profesión?
-Tuve un bajo muy gordo, me costó muchísimo. Vivir en provincias es muy diferente, sobre todo si vives en Granada. Cuando yo empecé no había gente haciendo monólogos. Pero a raíz de entrar en un par de programas y luego hacer 7 vidas fue todo bastante bien y no he tenido grandes problemas.