Amaia tiene siete años y no hace ascos a comer insectos o gusanos, le gusta México y ya ha dado la vuelta al mundo dos veces. A su lado su hermano Unai, trece años, está encantado con fotografiar los paisajes más insólitos y a los animales más salvajes. Un estilo de vida nada habitual que les llega de la mano de sus padres Andoni Canela y Meritxell Margarit. Los cuatro son los protagonistas de Espíritu salvaje, el programa que Cuatro estrenará próximamente, probablemente el próximo domingo para sustituir a Planeta Calleja. Son siete viajes a través de los cinco continentes.
“Nací en Tudela pero tengo también sangre vizcaína porque mi madre y toda su familia es de Bilbao. Yo me fui a Barcelona a estudiar, conocí a Meritxell y nos hemos dedicado a viajar para hacer fotografías y escribir. Ambos somos periodistas y nos encanta la aventura”.
Andoni Canela cuenta cómo implicaron a sus hijos en la aventura de viajar cuando estos tenían tan solo nueve y tres años. “Hace cuatro años hicimos el primer viaje, estuvimos fuera durante año y medio. De ese primer viaje que hicimos la familia al completo salió un libro y un documental: El viaje de Unai. El año pasado nos propusieron desde Mediaset hacer un programa y comenzamos la segunda vuelta al mundo. Han sido siete viajes por todos los continentes”, relata. A diferencia con el anterior, los siete viajes no han sido seguidos y tampoco han estado solos, en esta ocasión les ha acompañado un equipo de televisión para grabar el programa.
A la pregunta de cómo llevan unos niños viajar durante tanto tiempo por parajes lejanos a su lugar de residencia, Andoni responde: “Cuando nos proponen una viaje, Unai es el que lo tiene más claro y enseguida responde que sí, le encanta viajar, le gustan los animales. Amaia ha hecho este viaje con cinco y seis años, para ella es natural porque sus primeros recuerdos son de cuando tenía tres años y lo que le viene a la cabeza es que estaba entre leones y elefantes”. Con tan solo siete años, la más pequeña de la familia Canela-Margarit está acostumbrada a las comidas más extrañas, a dormir poco, a caminar kilómetros y kilómetros de un tirón, a temperaturas adversas de frío y calor?
Ambos chavales ven con naturalidad los viajes en avión, helicóptero o canoa: “La conexión que tienen los dos con la naturaleza o los animales es totalmente natural, no sienten que estén en territorios extraños. La emoción que tienen los reportajes es ver de cerca a un cocodrilo, a un delfín o una tortuga marina, todo es tal cual sucede, no hay ningún montaje”.
En esta aventura vital que desarrolla la familia, la paciencia es fundamental para conseguir las mejores grabaciones y los documentos audiovisuales más reales. Meritxell, la madre de estas dos criaturas, es la gran observadora, es periodista y se ha especializado en escribir para niños. De estos viajes saca sorprendentes y divertidos argumentos para sus relatos infantiles.
sin miedo Ninguno de los dos sintió miedo cuando decidieron afrontar el primer viaje con Unai y Amaia. “Llevo desde hace 25 años viajando. Esperamos a que la niña tuviera tres años y estuviera en condiciones de hacer un viaje largo. Muchos de los lugares que vimos la primera vez con ellos, yo ya los había visto. Hemos viajado por países que estaban fuera de riesgo en enfermedades tropicales o por zonas que tuvieran estabilidad políticas”.
Después de haber presentado a los medios el programa que emitirá Cuatro, esta singular y viajera familia se pone de nuevo en marcha, y mientras muchos eligen monte o playa para su destino de vacaciones, ellos escogen desierto: “Mañana (el jueves pasado) nos vamos al desierto del Kalahari unas cuantas semanas. Cuando se estrene el programa ni nos enteraremos. Es nuestra vida”, cuenta.
Los Canela-Margarit viven entre viaje y viaje en Banyoles (Girona) y dicen adaptarse bien a la vida lejos de la aventura: “Vivimos junto al lago, tenemos el bosque cerca, hay montañas? Es un entorno rural, los niños van en bici a la escuela y el contacto con la naturaleza es intenso. Quizá fue más duro adaptarse a vivir en casa tras el primer viaje que fue todo seguido. En este último, hemos estado yendo y viniendo; no cuesta tanto. Amaia se adaptó antes que Unai, también porque es más pequeña. La rutina cuesta, pero también cuando vas a buscar animales y no los encuentras”. Canela dice que los niños también encuentran sus compensaciones en estar con sus amigos.
El espíritu aventurero de Andoni se desarrolla de niño cuando junto a su hermano Luis en Las Bardenas Reales: “Teníamos una casetita pequeña junto a la rivera del Ebro y salíamos a buscar animales por la zona con mi padre. Yo creo que me viene de aquella época en la que yo soñaba desde las Bardenas con aventuras en otros países. Intentaba hacer una caseta en un árbol. Empecé a viajar con 17 años y desde entonces no he parado”.
preferencias Unai y Amaia disfrutan ya de esas semanas en el desierto del Kalahari, pero también tienen sus preferencias sobre las zonas que han visitado, mientras que Unai rememora su aventura por Groenlandia, Amaia se queda con México, Meritxell piensa en Australia y Andoni tiene siempre en la cabeza Alaska: “He ido varias veces y cada vez que voy vuelvo fascinado”.
Si hablamos de comidas, la adaptación es casi perfecta, sobre todo por parte de los niños: “Unai y Amaia los que mejor se adaptan. Amaia cuando hemos estado en Laos o Tailandia se comía los insectos y las cucarachitas y le gustaban. Les gustan mucho los gusanos. Los dos comen muy bien, Meritxell también. El más raro soy yo”, señala Andoni.
Llevan el viaje y la aventura en el ADN, pero cuando retoman lo que llamamos la vida normal, Unai y Amaia tienen sus preferencias. Él acaba de terminar primero de la ESO, ella, primero de Primaria. A él le gusta dibujar, practicar piragüismo y tocar en el grupo de rock que tiene con sus amigos y para el que compone canciones en inglés. Amaia tiene pasión por el ballet clásico y la escalada.