GASTEIZ. Según ha informado hoy este instituto, su investigación para la mejora genética de la patata ha logrado ya obtener variedades con elevados niveles de compuestos bioactivos como antocianinas, fenoles y carotenoides, que se adoptan bien al cultivo.
Neiker ha recordado que la patata, además de ser un alimento básico, contiene una gran variedad de minerales y fitoquímicos, es decir sustancias que ayudan a proteger las células del daño que genera procesos cancerígenos.
De este modo han conseguido desarrollar nuevas variedades con un alto contenido en pigmentos que poseen un gran efecto terapéutico relacionado sobre todo con la actividad antioxidante y que tienen una doble función, ya que por una parte son beneficiosas para la salud y por otra, aportan una intensa coloración morada o roja atractiva para el consumidor.
En ese intento de mejora genética, se ha estudiado el ácido clorogénico, tanto porque su consumo es beneficioso como por sus funciones en la defensa de la planta contra patógenos.
El estudio también se ha centrado en el grupo de los carotenoides, ya que además de estar asociado con un color amarillo intenso se consideran beneficiosos para la salud ocular y para reducir el riesgo de sufrir degeneración macular asociada a la edad.
Neiker inició esta investigación en 2014 para lograr patatas con elevados niveles de compuestos bioactivos, capacidad antioxidante y que se adaptasen a las condiciones de cultivo en Euskadi.
Para ello evaluó una serie de variedades de carne roja y morada, pero que tenían una baja adaptación y producción, por lo que se hicieron cruces para conseguir variedades óptimas tanto desde el punto de vista productivo como nutricional y de mercado.
A lo largo de este año se llevarán a cabo ensayos agronómicos comparativos y se reproducirán los clones obtenidos más prometedores que darán lugar en poco tiempo a nuevas variedades para su posterior desarrollo y comercialización.