EL León es el nuevo rey de esa selva que siempre ha sido el mercado del automóvil. Esta vez, el manido juego de palabras, está más justificado que nunca: el modelo medio de SEAT va a terminar el año como líder absoluto de ventas. Para afianzar esa privilegiada posición, la marca lo perfecciona con el último grito en tecnología y con un sutil retoque estético que busca mayor emotividad. La nueva remesa, que ya se puede contemplar y adquirir en los concesionarios, asomará a la calle en enero.

SEAT da un hervor al diseño minimalista del León para inyectarle una dosis de expresividad. De paso, aumenta sus completas dotaciones al pertrecharlo con casi todos los avances tecnológicos estrenados en el moderno Ateca. Con esta subida de tono a la imagen y los contenidos, el constructor español del grupo Volkswagen consolida a su producto medio en la cima del mercado.

El remozado León mantiene las tres carrocerías conocidas -cinco puertas, SC de estilo cupé y ST familiar-, adopta un bloque diésel de 115 CV que amplía su oferta motriz (de 90 a 184 CV) y agrega un esmerado acabado Xcellence. Los precios no acusan el aumento de dotaciones y arrancan desde 19.080 euros. La firma anuncia para febrero la incorporación de interpretaciones deportivas Cupra, con 300 CV, en los tres formatos del modelo.

Sin prisa ni pausa, haciendo muy poco ruido, el León ha ido escalando posiciones para encaramarse a lo más alto de la pirámide de ventas. Treinta mil personas y razones sociales -goza de mucha aceptación en el canal comercial de empresas- han preferido este año el candidato de SEAT frente a una competente legión de contrincantes. La fórmula de éxito de la marca, que combina a partes iguales convicción y seducción, funciona a la perfección. Es la misma que aplica en el Ibiza, segundo en el orden de preferencias del respetable. Este hermano menor contabiliza hasta noviembre casi veintiocho mil pedidos, cuatro mil más que el emblemático Golf, obligado a conformarse con el bronce.

Ahora SEAT da una vuelta de rosca a la infalible receta, pero sin alterar el equilibrio en las proporciones de sus ingredientes, ni los racionales ni los emocionales. El León que viene mejora un poco -el margen de progreso es estrecho- todas y cada una de sus facetas. Comienza por ganar algo de prestancia, de notoriedad, al enfatizar los rasgos físicos. Respetando la silueta, el nuevo maquillaje esculpe facciones ligeramente más pronunciadas, lo que confiere al coche un leve plus de vehemencia que lo saca del anonimato. Un ojo clínico y experto detectará muchas de las pequeñas novedades que afectan a la parrilla, los paragolpes, los grupos ópticos, la instrumentación (adopta una pantalla táctil de 8 pulgadas), etc. Todas ellas contribuyen a aumentar la impresión de calidad. La confirman los progresos en el equipamiento, que incluye ahora ayudas a la conducción como el asistente en atascos. En esas dotaciones también figuran los recursos de conectividad más avanzados.

Así pues, el León se gana a pulso su creciente consideración social. Para reforzarla, SEAT propone una nueva definición de producto esmerada. La denomina Xcellence y corona con ella la jerarquía de acabados, por delante de Reference y Style, al mismo nivel que el FR. Cambia el enfoque deportivo de esta por un talante más refinado y elegante.