madrid - Ha hecho programas muy duros, sabe lo que es entrar en las prisiones más peligrosas del planeta. Ella hizo Encarcelados para Atresmedia, pero nada como Guantánamo. “Los presos no saben por qué están allí, de qué se les acusa, no se respeta para nada los derechos humanos de las personas. Es muy duro y solo tuvimos ocho horas para grabar”. Alejandra Andrade lleva haciendo reportajes por el mundo desde que estaba en la universidad. Le gusta el reporterismo televisivo y en los últimos meses ha dado un paso adelante, ha montado su productora, viaja con un equipo tan apasionado como ella y cuando está en tierra firme disfruta de su pareja y de sus dos hijos: “Si estoy en casa, lo doy todo por los míos. Mi chico no tiene nada que ver con la profesión, pero me apoya en todo”.
¿Qué significa el reporterismo para usted?
-Una forma de vida. Empecé muy jovencita en este mundo y me siento una privilegiada de poder seguir en él. Me permite seguir en el mundo del periodismo, contar historias maravillosas y denunciar situaciones que son injustas.
¿Vamos a ver a la misma Alejandra Andrade que ha trabajado en otras cadenas?
-Estoy acostumbrada a hacer reportajes cañeros y de denuncia. Fuera de cobertura es el programa que me hace sentir más orgullosa de pertenecer a esta profesión. He montado una productora, me he liado la manta a la cabeza y estoy con un grupo de personas que conozco desde hace catorce años.
¿Cómo empezó?
-Yo era muy joven y me enteré de que había un preso español en una cárcel de Bolivia. Me fui allí, entramos con una cámara oculta, invertí mis ahorros y se lo vendimos a Telecinco. Ahora, esas personas con las que fui y yo estamos presentando un programa en prime time.
¿Cómo cuenta las historias en Fuera de cobertura?
-De una manera distinta a la de antes. El equipo de personas que está conmigo tiene como característica que ama profundamente el periodismo, respeta muchísimo a la gente a la que entrevistamos y al público al que va dirigido el programa.
¿Qué lugar ocupa el miedo en su vida?
-La verdad, no tengo mucho miedo, lo que tengo es respeto a muchas cosas. Tengo dos hijos, un marido que ha sufrido una enfermedad importante, y sé dar un paso atrás cuando es necesario. Soy una tía sensata.
¿No apura las situaciones al límite?
-No, no soy una loquita en ese sentido. Saber dar un paso atrás es importante y no va restar nada a un reportaje. Nunca he estado en una situación en la que haya sentido que mi vida corre algún tipo de peligro.
El tema de la conciliación familiar está en boca de todo el mundo, ¿cómo lo hace usted?
-Bastante bien. Me organizo bien, aunque es cierto que hemos tenido momentos delicados, viajo bastante, pero con organización se resuelven muchos problemas. Cuento con el apoyo de mi chico, no tiene nada que ver con la profesión, pero me entiende. No tengo ningún remordimiento, creo que soy una buena madre. Cuando estoy en casa lo doy todo, ellos han nacido de una madre periodista y mi oficio es parte de su vida.
¿Ha vuelto con fuerza el reporterismo a la televisión?
-Creo que hay programas de reportajes que están bastante bien ahora mismo, pero debería haber más; se pueden contar con una mano el número de programas de reportajes que hay en una televisión convencional.
¿Le parece que los espectadores tenemos gustos más frívolos cuando nos paramos ante el televisor?
-Depende quién. Creo que la gente cada vez selecciona más y quiere ver temas que tengan que ver con sus realidades. En Fuera de cobertura, vamos a hablar de homofobia, de acoso, de lo mal que lo está pasando la gente por la crisis? Son temas duros de ver. Quizá sean realidades difíciles de digerir, pero hay un público al que le interesan estos relatos. Hemos intentado hacer un programa en el que hay cero de espectáculo, es información en su estado más puro.
A veces la información en estado puro genera espectáculo y morbo.
-Hemos huido del morbo. Creo que los reportajes hay que abordarlos siempre con sensibilidad y respeto; narres lo que narres, tiene que haber respeto y saber que hay gente que se pone delante de una cámara y se juega la vida para contarte su historia o una situación complicada. Por ejemplo está el tema de la homofobia en Rusia. Porque los protagonistas se juegan la vida y la libertad, les debemos respeto y rigor.
¿Qué tipo de reportajes le impresionan y le atraen más?
-Todos, los temas que tratamos nos llegan dentro como periodistas y como personas. Son temas que nos remueven, que nos indignan y que nos hacen tener rabia.
¿Echa de menos los viajes de grabación?
-Hemos hecho esta primera tanda de capítulos, son ocho; ha habido que montarlos, editarlos y a la vez he montado también la productora. Llevo tres meses sin grabar y ya estoy nerviosa, necesito esa adrenalina.
¿Qué historias no pueden quedar fuera de cobertura para la sociedad?
-Cualquiera que sea una injusticia. Yo quiero contar historias que sean emocionantes y mostrar a gente increíble, pero también se trata de denunciar, denunciar temas que son muy gravosos y que afectan a muchas personas.
¿Ha sido complicado grabar en Guantánamo?
-Teníamos las horas contadas para estar dentro, solo teníamos ocho horas de grabación.
¿Cómo es la vida en esta cárcel?
-Es la cárcel más infame y más injusta del mundo. El Gobierno de Estados Unidos vulnera cada día los derechos fundamentales de las personas que están dentro. Los que están dentro no saben de qué se les acusa, no se pueden defender y no saben qué les va a pasar. Es terrible, además de las torturas que se han cometido ahí dentro y que el mismo Obama reconoce.
Es la historia interminable, Obama prometió acabar con Guantánamo.
-Y su mandato se acaba ya, y se va sin cumplir su promesa, Obama, el premio Nobel de la Paz, ha dicho en numerosas ocasiones que la cerraría y no sabemos qué va a pasar con esa cárcel. Es interesante que se emita un día antes de las elecciones americanas.
Si gana Trump, está claro, la mantendrá abierta y, seguramente, en peores condiciones.
-Estoy segura de ello; veremos qué pasa si es Hillary Clinton quien gana. He estado en muchas cárceles y he preguntado a la gente por qué estaba allí y los presos te responden que es por un asesinato, un robo, una violación? En Guantánamo nadie sabe por qué está allí.