MADRID. Además, sobre el habitual temor a que los aparatos acaben volviéndose contra el hombre, la experta señala que puede haber "un punto en el que la inteligencia propia del robot" escape al conocimiento humano.
En 'Autómata', se retrata una visión clásica de la robótica humanoide con un punto muy futurista en el que los robots adquieren un grado de inteligencia que supera a la humana. Para Monje, la situación actual está "muy lejos" o incluso "a años luz" de que esto suceda y apunta que "lo más inmediato es tener un dispositivo robótico ayudando en tareas cotidianas, en empresas, en fábricas y en otros muchos sectores".
Aún así, la científica espera que esta evolución robótica acabe sucediendo "tarde o temprano". "En base a las reglas de comportamiento programadas, al conocimiento de su entorno y a su interacción con el resto de la humanidad, el robot podría llegar a evolucionar por sí mismo. En cualquier caso, el futuro a este respecto es muy incierto", ha apuntado.
Del mismo modo, el desarrollo de los aparatos depende, según ha indicado Monje, de "cómo se programen estos robots y qué reglas se les infiera para que, a partir de ahí, evolucionen". Además, ha señalado que "siempre habrá un punto en el que la inteligencia propia del robot, en esa evolución, escape al conocimiento" humano.
En este sentido ha declarado: "Ahí sí que tendremos esa incertidumbre; pero entiendo que implementando unas bases sólidas éticas y morales no debemos temer".
ROBOTS CON SENTIMIENTOS
Preguntada por la posibilidad de que los robots tengan sentimientos, Monje ha explicado que actualmente trabaja en la implementación de emociones en un robot social, junto a un grupo de investigación en Robotics Lab. "Gracias a esta implementación y a la capacidad sensorial y de procesamiento del robot, se puede conseguir que aparentemente el robot sienta y muestre su emoción a través de sus actos y de su voz", ha indicado.
Además, en el laboratorio existen varios 'frentes' abiertos en cuanto a investigaciones con robots. De hecho, Monje se dedica a la robótica humanoide y trabaja con uno llamado Teo "que tiene habilidades de locomoción y de manipulación", según ha explicado.
También hay un subgrupo que se dedica a robótica social con otro humanoide que se llama Maggie, y otro que se encarga de robots asistenciales, para apoyar a personas con discapacidad. "Además, hay otras muchas aplicaciones en las que dividimos la investigación", ha dicho Monje.
Finalmente, se ha referido a los retos futuros en este sector que, a su juicio, pasan por el desarrollo de un prototipo que se pueda integrar en el entorno. Para la científica, muchas veces se dedican los esfuerzos a diseñar un prototipo que deja de ser funcional porque no se puede integrar en el entorno.