VIENA. De momento, Conchita, el "alter ego" de Tom Neuwirth, un cantante homosexual de 26 años, ha logrado que cale el mensaje de tolerancia y respeto que su apellido artístico ("da lo mismo" en alemán austríaco) proclama.
Tanto, que la cantante será recibida con todos los honores este domingo por el mismísimo canciller federal, el socialdemócrata Werner Faymann, y ofrecerá luego un concierto gratuito al aire libre frente a la Cancillería, la sede del Gobierno austríaco.
Pero estar tan bien valorada no ha sido nada fácil para Conchita. Según los datos de una encuesta que publica la revista "News", antes del concurso el 46 por ciento de los austríacos aseguró no sentirse orgulloso de la candidata enviada a Eurovisión.
Ese porcentaje bajó al 29 por ciento tras el triunfo, pero un 80 por ciento cree que Conchita le hace bien a la imagen del país.
Desde su victoria con la canción "Rise like a Phoenix", los medios de comunicación austríacos no dejan pasar un día sin traer a la nueva estrella a sus programas y portadas.
La elevación de Conchita al nivel de "heroína nacional" es especialmente patente en la prensa más amarilla y populista, donde la defensa de los derechos de los homosexuales hasta ahora no solía encontrar cabida en la línea editorial.
"Gracias a la señora Wurst: Ahora más derechos para los homosexuales", ha titulado por ejemplo el diario "Österreich".
El partido socialdemócrata SPÖ, que gobierna junto con los democristianos del ÖVP, quiere aprovechar el triunfo de Eurovisión para presionar a sus socios a que accedan a una serie de reformas legales que mejoren la situación de los homosexuales en el país.
El SPÖ plantea tres cuestiones: la adopción de niños por parte de parejas homosexuales; el derecho a la fecundación artificial para mujeres lesbianas; y la equiparación legal completa de las parejas de hecho con los matrimonios convencionales.
Desde el ÖVP, que hasta ahora ha bloqueado una legislación más liberal al respecto, la reacción ha sido cauta sobre los plazos pero a su vez bastante más abierta de lo habitual.
"No tengo ningún límite que poner a esto", ha declarado el jefe del partido y vicecanciller, Michael Spindelegger, sobre la posibilidad de equiparar legalmente a las parejas homosexuales.
La propia ministra de Familias, la también conservadora Sophie Karmasin, ha reconocido que el triunfo de Conchita es una señal de que hay que "discutir sobre la igualdad" y supone un empuje a la apertura del debate político.
Que eso ocurra está en manos del ÖVP, asegura Kurt Krickler, miembro de la directiva de la "Iniciativa Homosexual de Austria".
Este histórico militante de los derechos del colectivo LGTB en Austria opinó en declaraciones a Efe que el éxito de Conchita supondrá más un "cambio de conciencia" en la sociedad que un impacto inmediato en la política y las leyes.
Con todo, Krickler estima que el furor en torno al éxito de Conchita, incluso en la prensa más populista, puede abrir un debate interno en el ÖVP sobre si negarse a cuestiones como el matrimonio gay atrae o no a los votantes.
Más claro lo ve la cabeza de lista de Los Verdes austríacos para las elecciones europeas el 25 de mayo, Ulrike Lunacek, una lesbiana declarada, que el domingo pasado reconoció haber "llorado lágrimas de emoción" por la victoria de Conchita.
Su triunfo en Eurovisión es "una muestra de que la gente está más avanzada de lo que cree las leyes en muchos países", manifestó la eurodiputada este miércoles en rueda de prensa.
Según Lunacek, su partido atiende con más credibilidad el tema de los derechos de los homosexuales.
Se refirió a numerosas propuestas presentadas al Parlamento Europeo como el reconocimiento de la igualdad para las parejas homosexuales más allá de las fronteras nacionales.
Hasta ahora, estas iniciativas apenas recibían respuesta de los demás partidos, algo difícil de sostener en estos días, al menos en Austria, tras la victoria de Conchita en Copenhague.