LOS ceñidos leggins de la presidenta de Argentina han dado la vuelta a todas las televisiones y redes sociales. Ya ven que en pleno siglo XXI hay cosas que no cambian. Y a esta señora le ha caído la del pulpo por calzarse unos pantalones ajustados como si fuera una quinceañera. Pero hoy en la columna traía una noticia buena y una mala noticia. Belén Rueda vuelve a televisión. "¿Y cuál es la mala?", se preguntarán. Que llueve sobre mojado: que vuelve a ser periodista, ese mundo denostado que compite en baja consideración social con los políticos en su peor versión. Los plumillas, esos seres cotillas, mentirosos e infieles por naturaleza arrancan, miren por dónde, cierta admiración entre el público. O eso creen en Telecinco que se han puesto manos a la obra. Ya iremos viendo. De momento el proyecto es una suma de nombres estelares de las diferentes series que han triunfado en televisión. Y que tendremos la oportunidad de verlos evolucionar en ese De boca en boca (B&B) que así se llamará.

Lo que no tiene nombre es la oscura muerte de la niña que apareció muerta el pasado domingo en un pinar de Teo (Galicia). Un suceso que tiene pintas de desplazar en populismo periodístico al de los niños de las Quemadillas y puede hacer olvidar la actualidad que estaba cobrando de nuevo Marta del Castillo ahora que tres años después sitúan su cuerpo en un maizal recién cosechado. Ayer tras la incineración fue detenida la madre (abogada) y más tarde se imputó al padre por el posible homicidio de la chica. Otra vez el periodismo que dibuja su silueta tras unos pantalones ajustados que le dejan al descubierto todas sus miserias. Hoy ya han sacado todas las imágenes de tertuliana de la madre en una televisión gallega. A veces la justicia y el periodismo cuando se cruzan dan más grima que las leggins de la presidenta argentina.