vitoriA. El corazón del océano, una producción de seis capítulos de Antena 3, narra la historia de 80 jóvenes que se embarcaron para América con la intención de casarse con los colonos blancos y que estos no se mezclen con los indígenas. Ane Gabarain encarna a Sancha, la doncella de Mencía -interpretada por Ingrid Rubio- que sube a bordo porque su señora lo hace. Reconoce que el rodaje ha sido "muy duro" por las condiciones climatológicas en Colombia (donde se ha rodado parte de la serie) aunque se siente satisfecha del resultado.
El personaje de Sancha se distancia de los papeles que ha hecho hasta ahora en televisión ya que ha estado muy ligada a la comedia.
Sobre todo, es diferente el género y el tono de la serie. Es una serie de amor y aventuras en el siglo XVI con un tono más serio, con sus pinceladas de comedia. Pero el tono general es más bien sobrio.
¿'El corazón del océano' no admite risas?
No. Es un humor bastante sutil, bastante fino.
¿Sancha se sube al barco por voluntad propia o porque se embarca su señora?
Creo que es una mujer que vive a través de esta familia. Es la típica aya, doncella, que seguramente ha estado toda su vida sirviendo en esa casa y a esta gente y su vida solo tiene sentido a través de esto. Si a esta mujer le quitas esta familia, se queda sin nada. Se queda en el limbo, en el vacío más absoluto. Entonces, hará lo que haya que hacer.
En cierta manera, Mencía fue una pionera en el siglo XVI.
Sí. Para mi personaje es una locura lo que propone Mencía. Lo que pasa es que su amor por la señora y su servidumbre la arrastran. A parte, yo creo que esta mujer no deja de tener su punto romántico e idealista. Una vez que se ve en la aventura, hay un punto que dice: ¡qué bonito es esto!
Dice que es idealista, ¿le gusta la aventura que propone la señora?
Sí. Es capaz de disfrutar en la aventura. Es una mujer que sufre mucho porque es una de las figuras que más representan la España terrible, la España católica, religiosa, represora y esa es su función. La tarea de Sancha es vigilar a las doncellas para que no se desmadren en el barco y no se enamoren de los marineros para que lleguen intactas como honra al Nuevo Mundo y se terminen casando con los cristianos.
¿Para perdurar la raza?
Sí, para ir haciendo una raza más sólida.
¿El rodaje ha sido muy duro?
Sí, por las condiciones. Sobre todo, por el calor y la humedad terrible. Estábamos a 35 grados con un mil por ciento de humedad. Y con ropas del siglo XVI. Pero con ropas verdaderas. Mi personaje es los más recatados y más tapado va. Con unos paños muy gruesos era terrible.
Durante las grabaciones en Cádiz, ¿se suavizó?
Los primeros días de barco hubo que adaptarse al mareíllo y sí que estuve con la Biodramina. Pero una vez que te adaptas en tres días ha sido bastante placentero.
¿Es muy diferente rodar en un barco a un plató?
Es difícil porque es engorroso. Estábamos mucho equipo y había muy poco espacio. Cada vez que hacías un plano, había que mover todo. Mover la ropa de aquí para allá, los sacos de la ropa, el atrezzo... Es muy complicado y se hace farragoso.
¿Cómo preparó el papel?
En lo que me he apoyado es en el personaje de Ingrid -Rubio, la protagonista-, en el personaje de Mencía. En los ensayos previos antes de comenzar el rodaje, establecimos una premisa que era que Sancha fuese una especie de vertiente de Mencía. Miraba a Ingrid y si Mencía estaba contenta, yo estaba más sobria. Si Mencía estaba muy abajo, yo estaba más arriba. Si ella estaba cansada, yo estaba más vital. Es una vertiente. Somos un poco Quijota y Sancha.
Viendo que se forman tantas parejas en el barco, ¿Sancha se llega a enamorar?
Yo creo que no se lo permite. Y si se enamora, no lo dice. Se lo guarda para ella.
Desde 'Mi querido Klikowsky', apenas ha aparecido en televisión.
He hecho cositas. He hecho algún episódico. Estuve en un episódico de Águila roja la primavera pasada. Sí es verdad que desde Mi querido Kliklowsky, es lo siguiente que hago con más recorrido.
¿Le marcó mucho el personaje de Margari?
A mí no. He hecho muchas cosas. Y por suerte siempre he combinado el teatro con la televisión. El teatro me ha permitido hacer aquello que la televisión no me permitía.
¿Ha estado más centrada en el teatro que en la televisión?
Sí, en el sentido de que he podido hacer personajes un poco más dramáticos, cosas con un poco más de miga... por eso nunca he abandonado el teatro. Para mí es muy importante. Es lo que más me alimenta mi vocación actoral aunque la televisión también me encanta.
¿Qué tiene la televisión que no tenga el teatro?
La televisión lo que tiene es que te hace un actor muy resolutivo porque tienes que hacer muchas cosas en muy poco tiempo. Eso te obliga a estar muy despierto y siempre con la antena bien puesta. La televisión te curte mucho.
'El corazón del océano' también supone su regreso a una televisión estatal. ¿Por qué?
No lo sé, son misterios del mercado. Una nunca sabe por qué le llaman y por qué no le llaman. Eso ni me lo planteo.
¿Cómo surgió la oportunidad para esta miniserie?
Me llamaron. Yo ya había trabajado bastante con Globomedia. De hecho Mi querido Kliklowsky, que es lo último que había hecho en televisión, era una producción de Globomedia con La tentación, que es una productora vasca. En Globomedia me conocen bastante y Luis San Narciso me tiene bastante controlada. Directamente me llamaron. Pegué un bote de alegría. ¿Dos meses y medio a Colombia? A los cinco minutos tenía clarísimo que me iba.
¿Hay nuevos proyectos?
No lo sé. La cosa está muy achuchada en todos los sentidos, en todos los mercados: el televisivo, el de teatro, el de cine. Hay que tener paciencia, buen humor y seguir. Y si falta trabajo, hay que inventárselo.
¿Produciendo o dirigiendo sus propios trabajos?
Juntarte con tus cuatro colegas y montar una cosa ya sea para bares, para cualquier sitio. No estar quieto. Lo importante es no oxidarte y no deprimirte porque ese es el gran peligro de los parones. Que te oxidas y te deprimes.