Vitoria. Cuatro vuelve al género coach con El Campamento, una de las apuestas fuertes de la cadena para la próxima temporada. El nuevo programa revelará la experiencia de un grupo de chicos problemáticos que hacen un último intento, en pleno Pirineo Aragonés, por volver al buen camino. Al frente de esta experiencia estará Pedro García Aguado quien ya ha presentado un formato de similares características Hermano mayor.
Elegido mejor jugador de la liga española de waterpolo en 2001. Ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta y la de plata en los de Barcelona. Fue internacional con la Selección nacional de waterpolo en 565 ocasiones. Se metió en una espiral pero superó sus adiciones al alcohol y las drogas.
Se va a especializar en lidiar con adolescentes problemáticos.
Parece que tengo algo de mano y confían en mi experiencia. A los chavales con buen fondo les sienta bien tratar conmigo.
¿Una vuelta de tuerca a "Hermano mayor"?
Es un giro superior, de estar con ellos de uno a uno a estar con ocho a la vez hay diferencias.
Cuando hablamos de adolescentes con problemas, los relacionamos con problemas con las drogas.
Hay múltiples factores que condicionan a comportarse así: la educación, trastornos de aprendizaje, familias desestructuradas, un montón de problemas que les ha llevado a la frustración, no siempre están las drogas por el medio. Hay que mirar mucho más allá de las drogas, tenemos una sociedad de consumo y hay que llegar a lo más alto por el camino más rápido, padres que han tenido que trabajar los dos y los hijos han crecido sin ningún tipo de límites.
Cada vez más trabajan el padre y la madre, ¿eso significa que los hijos están desatendidos?
No lo sé, pero sí me he encontrado en algunos casos padres con mucho sentimiento de culpa por estar trabajando los dos y no poder dedicarles todo el tiempo del mundo. A veces, se tiende a facilitarles a los chavales todo lo que piden. Cuando no puede ser, no se acostumbran a los límites, al no por respuesta y se pueden generar estos trastornos de conducta.
¿Dónde debe estar el límite?
Cada caso es diferente, pero insisto en la importancia de poner límites. En el caso de muchos chavales, nunca han tenido un no por respuesta, nunca les han dicho: hasta aquí hemos llegado. Nunca les han impuesto la autoridad.
A veces hablar de autoridad no parece políticamente correcto.
Quiero que se me entienda. Autoridad no tiene nada que ver con la violencia, con el cachete... Autoridad es ganarte el respeto de tu hijo predicando con el ejemplo.
¿Le sirve su experiencia personal, los problemas que usted tuvo?
Me sirve para ponerme en la piel de los chavales. Entiendo que la adolescencia es esa etapa difícil que dura de los doce, y ahora, hasta los cuarenta.
¿Cómo fue su adolescencia?
Complicada, estuvo el divorcio de mis padres, se dieron una serie de circunstancias que afectaron en mi crecimiento normal. Si la adolescencia no se vive con los cimientos asentados pueden suponer la exclusión social. Gracias al deporte yo no acabé muerto en una cuneta. Todo eso me capacita para hablar con ellos de tú a tú.
¿Cómo era Pedro García en esa época?
Yo pensaba que la diversión era comerme la vida a cachos, como dice la canción de Estopa, gramo a gramo. Con el tiempo entiendes que tus padres están para asesorarte, que te dan las herramientas para que juegues el juego de la vida. En mi caso fueron las sustancias psicoactivas.
Unimos jóvenes con problemas, con clases marginales...
Los trastornos de conducta de la gente joven es transversal; viene de todas las clases sociales e intelectuales. No debemos pensar que eso no ocurre cerca de nosotros.
Usted ha dicho refiriéndose a su pasado: Adicto se es toda la vida.
A mí el consumo de alcohol y otras drogas me han generado tantos problemas, y me he dicho a mí mismo: mañana lo dejaré. He intentado controlar, cambiar de bebida, de sustancia, pero siempre he acabado igual: hecho polvo. El control no es algo que se domine. Cuando yo digo esa frase, quiero decir que si vuelvo a acercarme a una copa de vino, vuelvo a acercarme a un porro, a un cigarrillo..., volveré a hacerlo de forma compulsiva, es una predisposición. La sustancia siempre es más fuerte que tú.
¿Cómo lo siente ahora?
Mira, en el agua fui capaz de pelearme con gente más fuerte que yo y gané. Con las drogas siempre pierdo y no quiero volver a pelearme nunca más con ellas.
¿Quién le ayudó a usted?
Primero la realidad, era todo tan evidente que no podía echar las culpas a nadie. Salieron a ayudarme amigos que yo pensaba que no eran amigos, salió mi familia -una familia desestructurada-, que en aquel momento se volcó cada uno a su manera y tuve un buen centro terapéutico que sepa lo que es la adición. Hay gente que se recupera, pero echa de menos el consumo. En cambio, si lo haces sabiendo que vas a tener una vida plena, mucho mejor que la que tenías cuando tomabas drogas, seguro que vas a estar bien. La salida es un buen centro terapéutico, honestidad, humildad...
A diario, se denominan los hábitos de la juventud. Beben más, fuman más, se comportan peor... ¿Estamos equivocados en este análisis?
La juventud siempre ha sido el foco de los problemas. La juventud actual vive en un entorno diferente, donde tienen muchas cosas al alcance de la mano. ¿Por qué fracasan? Quizá sea malo el sistema educativo. ¿Por qué beben más? Yo no creo que beban más, lo que pasa es que como se juntan en sitios al aire libre parece que beben más, pero antes nos juntábamos en los locales y estaban llenos. Tampoco está toda la juventud descontrolada.
¿Cómo influyó el éxito deportivo en sus problemas?
El éxito deportivo me hizo vivir en una nube, sentir la invulnerabilidad, decir: soy el puto amo, como PSE-EE con las espinacas, puedo con todo y realmente no estás pudiendo con nada. Mi vida se apartaba de la vida real de otros. Pero el deporte me dio otros valores: me enseñó a trabajar en equipo, al esfuerzo y a pedir ayuda en un momento dado.