EL libro Perdidos. La filosofía, de Simone Regazzoni, descubre las bases filosóficas reales de esta serie de televisión (que en España emite Cuatro), que ha convertido a sus millones de seguidores en filósofos aficionados y que a lo largo de seis temporadas se han encontrado muchas veces un tanto perdidos.

Simone Regazzoni explica que con Perdidos. La filosofía (Duomo), pretende "contaminar". "Que la gente lo lea para entender la serie y así se acaben infectando de filosofía", asegura. Para Regazzoni las "implicaciones filosóficas" de Perdidos son "muy claras", los creadores de la serie van "esparciendo pistas", como los nombres de varios de sus personajes Rousseau, John Locke o Hume, pero, desde su punto de vista "estas pistas son meras anécdotas".

"Los creadores -añade- nos dicen que sí hablamos de filosofía, de matemáticas, de ciencia, pero que no podemos usar estas huellas para llegar a entender la isla", a la que sus protagonistas llegan tras estrellarse con un avión y a los que dan vida los actores Matthew Fox, Evangeline Lily, Jorge García, Josh Holloway, Naveen Andrews y Terry O"Quinn, entre otros.

Sorprende que un escritor y profesor de filosofía analice una serie de televisión, pero Simone Regazzoni defiende que es "necesario enfrentarse a la cultura popular" porque, por una parte, "tiene una dignidad estética comparable a cualquier obra de arte contemporánea" y, también, porque "llega a todo el mundo, es un fantasma presente en todo".

En este sentido Regazzoni subraya el hecho de que el presidente de los EEUU, Barack Obama, desplazase la hora de un discurso porque coincidía con el comienzo de la última temporada de Perdidos. "Es sólo un signo, pero manifiesta la importancia de un acontecimiento que afecta a la gente", destaca Regazzoni.

A pesar de no ser una obra de filosofía académica, Perdidos. La filosofía no es de lectura sencilla, "hay muchas menciones a filósofos", aclara el autor, "pero tampoco la serie es sencilla". "La serie tiene una narrativa muy cuidada, que funciona como un sistema complejo, cuando tocas o descubres una parte, todo se ve afectado y se abre un nuevo enigma", explica. Eso es lo que atrae al espectador, porque "los personajes siempre están entre algo que acaba de pasar y algo que no ves pero que está pasando".

Partiendo de una playa, la selva y una pregunta sencilla, ¿dónde estamos?, la serie va creciendo para llegar a cuestiones filosóficas más complejas como el bien y el mal o si la isla es real o no, para Regazzoni: "hacemos un viaje semejante al de Platón, partimos del mundo de las imágenes para llegar a las ideas".

En cuanto a los personajes, a pesar de que Jack Shephard sea el "más filosóficamente puro", porque parte de la lógica para explicar la realidad, el autor se decanta por John Locke, que lejos de ser un creyente, es un "filósofo moderno" porque "utiliza todo lo que tiene, los sueños, sus creencias, para establecer un lenguaje más complejo con la isla".