Según datos de Naciones Unidas, en poco más de treinta años el planeta tendrá 2.000 millones más de habitantes. Por eso, apuntan los expertos, una dieta con un impacto medioambiental reducido es clave para que esa creciente población no termine sin alimentos. Además, la dieta sostenible ha demostrado ser más saludable y contribuye a luchar contra el hambre en el mundo, porque tal y como señala la FAO (Organización para la Alimentación y Agricultura), "los sistemas alimentarios actuales no satisfacen las necesidades nutricionales de la población", ya que mientras 800 millones de personas sufren desnutrición crónica, en Occidente cerca de 2.000 millones de personas presentan sobrepeso y 600 millones son obesas.

En la FAO se lamentan de que de los 83 países con guías alimentarias oficiales, tan solo cuatro hacen referencia explícita a factores ambientales. En esta línea, han surgido iniciativas como LiveWell for Life, de la organización ecologista WWF, y Friends of Europe. Su finalidad es promover hábitos alimentarios ecosaludables entre la población europea. Sus impulsores sostienen que no son necesarios cambios muy grandes para lograrlo, y que, por ejemplo, en Francia se calcula que adoptar los principios de LiveWell supondría un ahorro del 11% del gasto de comida.

Más calidad

En el Estado español, en 2018, cada ciudadano consumió 46,19 kilos de carne (fresca, procesada y congelada). Son unos 900 gramos semanales, mientras que la Fundación Española de Nutrición recomienda de 300 a 450 gramos por persona adulta, magra y sin procesar.

Además, desde la WWF abogan por el pescado certificado, y es que el 30% de las poblaciones de peces están sobreexplotadas (en el Mediterráneo, el 90%) y abocadas a desaparecer. Por eso, la entidad apuesta porque compremos solo pescado que cumpla las tallas mínimas y las vedas, evitando el que se pesca con métodos destructivos (el arrastre es el peor, porque mueren muchos peces que directamente se tiran al mar). Para acertar según WWF, lo ideal es buscar las etiquetas MSC (Pesca Sostenible Certificada) o ASC (Acuicultura Responsable).

Además, según recuerda WWF, las frutas y las verduras "son más sanas y, en general, menos demandantes de recursos naturales", y recomienda la apuesta por los productos locales, de temporada y de producción ecológica, para contribuir a que el impacto medioambiental sea menor.

El estudio The Lancet Alimentos, planeta y salud señala que la producción de alimentos provoca del 25% al 30% del efecto invernadero. Sin embargo, no es lo mismo comer un kilo de cerdo que uno de patatas. Producir el primero supone 3,8 kilos de CO2; las patatas, 13 veces menos, 0,37 kilos. El pollo impacta menos negativamente que el cerdo en el planeta, y la ternera mucho más.

¿En qué consiste la dieta en detalle?

Esta debería ser su composición por día:

1. Nueces. 50 gr.

2. Frijoles, garbanzos, lentejas y otras legumbres. 75 gr.

3. Pescado. 28 gr.

4. Huevos: 13 gr. (lo que equivale casi a uno por semana).

5. Carne: 14 gr. de carne roja y 29 gr. de carne de pollo.

6. Carbohidratos: 232 gr. de granos enteros (como pan y arroz) y 50 gr. de vegetales ricos en almidón.

7. Productos lácteos: 250 gr. (el equivalente a un vaso de leche).

8. Verduras y frutas: 300 y 200 gr., respectivamente.