Viendo cómo está el mundo últimamente, con guerras, pandemias, amenazas de ataques químicos o bacteriológicos, pruebas y accidentes nucleares, asteroides que se acercan peligrosamente y con el planeta en plena destrucción ecológica, hay quien piensa ya en un búnker como una buena inversión de futuro en la que refugiarse si culaquier tipo de catástrofe se avecina.

Y claro, uno imagina que tiene que encerrarse bajo tierra en espacios cerrados, oscuros, fríos, incómodos, con lo justo para sobrevivir y con tecnología escasa y no resulta nada apetecible pasar ahí unos meses o incluso más.

Pero es que eso ya no tiene por qué ser así. Los búnkeres que se están construyendo hoy en día poco tienen que ver con los zulos del siglo XX. Ahora no se escatima en lujos, conscientes las empresas promotoras de que siempre habrá ricos que quieran proteger su vida en caso de amenaza.

Ya no se trata de contar con un sótano en el que sobrevivir, como se está viendo en la invasión de Ucrania, se trata de contar con un espacio confortable en el que uno eche de menos lo mínimo posible la vida en el exterior. Y ello ha contribuido a que las ventas de búnkeres se hayan multiplicado en los últimos años.

La televisión estadounidense CNN asegura, en palabras del director general de Rising S Company, que en el año 2016 los encargos para búnkeres subterráneos de lujo se incrementaron un 700% con respecto a 2015, mientras que desde últimas elecciones estadounidenses, el pasado noviembre, han crecido un 300%.

Esos refugios de alta gama, muchos de ellos construidos a partir de búnkeres militares desmantelados que en su día pusieron en marcha Estados Unidos y la Unión Soviética, cuentan con generadores de energía, de filtración de aire y de purificación de agua, además de almacenar alimentos para un año o más y huertos hidropónicos, en los que las plantas no necesitan suelo, sino que pueden crecer con agua y sales minerales.

Búnkeres para todos los bolsillos en Dakota del Sur

Una de las empresas que se dedica a promover este tipo de búnkeres por diferentes partes del mundo es Vivos, que ha desarrollado toda una ciudad de refugios bajo tierra en el medio de la nada, en Dakota del Sur (EEUU), Vivos XPoint, donde tiene 575 búnkeres militares que en su día eran depósitos de municiones del Ejército.

Ahora esos almacenes se están acondicionando para acoger en total a unas 5.000 personas con precios que varían entre los 23.000 y los 185.000 euros, según el cliente quiera acondicionarlos con más o menos lujos o sus posibilidades económicas. Y será como una pequeña ciudad, con su colegio, su centro médico, ginmnasio, spa, teatro o huertos. Y por supuesto, capaz de sobrevivir a terremotos.

34 residencias privadas en Alemania

Pero hay lugares aún más lujosos, como el proyecto que tiene Vivos en Alemania en un antiguo almacén de munición subterráneo de la Guerra Fría. Se llama Vivos Europe One y se dividirá en 34 residencias privadas que cada cual podrá tunear a su gusto en función de lo quiera o pueda gastar y que, además de tener la opción de contar con piscina, gimnasio o sala de cine, contará con los servicios de una ciudad estándar como restaurantes, cafeterías, piscina, zonas de juegos, teatros e incluso tranvía.

Lujo extremo para toda la familia y amigos en Chequia

Y ya el lujo extremo se encuentra en la República Checa. Se llama The Oppidum (el nombre hace referencia a una población fortificada típica de la cultura celta, especialmente en Europa Central y Francia), se define como "el multimillonario búnker más grande del mundo" y a su página web sólo se puede acceder con un código secreto.

Es una instalación construida conjuntamente en los años 80 por Checoslovaquia y la Unión Soviética y que ahora te permite, si tienes muchos millones, refugiarte en grupo, con tu familia y amigos, porque hay sitio para todos. Tiene parte subterránea y otra por encima del suelo, pero quien lo compre podrá diseñarlo a su gusto, aunque en los planos iniciales está proyectada una piscina, una bodega, un spa, un cine y un jardín subterráneo.