Cuando una mujer acude a dar a luz a la maternidad de un hospital, el temor a un posible intercambio de bebés es algo razonable, aunque cada vez sea más difícil debido a las medidas adoptadas para que eso no ocurra.

La mayoría de las veces el hecho resulta dramático. Tal es el caso conocido recientemente de dos niñas intercambiadas en 2002 en el antiguo Hospital San Millán de Logroño. Tras pasar unos días en la incubadora, ambas recibieron el alta, pero fueron entregadas a la familia equivocada, hecho que se ha descubierto muchos años después.

Sin embargo, a miles de kilómetros de Logroño, en Sicilia, Caterina Alagna y Melissa Foderá, dos jóvenes nacidas con pocos minutos de diferencia en la Nochevieja de 1998 en el hospital de Mazzara del Vallo, también fueron entregadas a las familias equivocadas, pero su caso dista mucho de ser una experiencia traumática.

Durante tres años, las familias criaron a la hija equivocada hasta que la casualidad quiso que las niñas coincidieran en la misma guardería. Marinella, la madre de Caterina, se llevó una tremenda sorpresa cuando, al ir a recoger un día a su hija, una maestra nueva le entregó a la niña equivocada pensando que era su pequeña por el evidente parecido que existía entre ambas. Las pruebas de ADN confirmaron que se había producido un intercambio de bebés en el hospital.

El hecho desató un fuerte dilema en las dos familias: seguir criando a una hija que no era su hija biológica y renunciar a la suya propia o entregar la hija que con tanto amor habían criado como propia a otra familia y acoger a su hija biológica.

Los psicólogos les aconsejaron que no volvieran a verse, pero su vínculo era tan grande que, en vez de separarse ellas, los Alagna y los Foderá decidieron fundir las dos familias en una y unirse en una peculiar tribu.

Caterina y Melissa, que son ahora inseparables y se consideran gemelas desde aquel doloroso descubrimiento, dicen que tienen una familia formada por ocho abuelos, dos padres y dos madres.