Las carreteras no serían las mismas sin el paso de las motocicletas. En grupo o de manera individual, la velocidad con la que dejan su huella en el asfalto siempre llama la atención. Sus defensores dicen de ella que no se viaja de igual manera que sobre una moto. Sus detractores, la temen por su rapidez, que deja en el el retrovisor de quien la mira, la sensación, en ocasiones, de haber visto un fantasma.

Primeros velocípedos

En 1867, un inventor estadounidense llamado Sylvester Howard Roper presentaba un prototipo parecido a una bicicleta que funcionaba a vapor, gracias a un motor de dos cilindros.

Un año más tarde, los franceses hicieron sombra a los americanos cuando vio la luz la 'Michaux-Perreaux Steam Velocipede', a la que le dio vida Louis-Guillaume Perreaux. Esta moto contaba con un solo cilindro y un quemador de alcohol.

Más adelante, y fruto del ingenio y competitividad norteamericanos, Lucius Copeland construyó una moto de tres ruedas, cuya caldera era más pequeña que la de sus antecesoras: buen avance pero muy lejos todavía de ser un símbolo de velocidad, ya que no superaba los 20 kilómetros por hora.

El motor de gas

Un alemán llamado Gottlieb Daimler inventó en 1885 la primera motocicleta con motor de gasolina. Este lo acababa de inventar Nicolaus Otto (el Otto Cycle Engine), y Daimler supo sacarle partido, acoplándolo a un biciclo de madera. Aunque comenzó su andadura con las motos, acabó dedicando su talento el sector automovilístico.

Nace el mito

Si existe un nombre ligado a las motocicletas, ese es Harley Davidson. Mejor dicho, dos apellidos, los de William Harley y Arthur y Walter Davidson, fundadores de Harley-Davidson Motor Company en 1903. A ellos debemos la comercialización de las motos como medio de transporte. Primero se basaron en diseños ya existentes, a los que incorporaban grandes motores, hasta que revolucionaron las carretera con su propia estética, caracterizada por modelos robustos y resistentes.

Su papel en la guerra

La Gran Guerra fue el escenario donde las motos adquirieron notable protagonismo, ya que, entre otras cosas, resultaban propicias para la entrega de mensajes. Tal fue su utilidad que Harley Davidson destinó en 1917 el 30 % de su producción al ejercito de los Estados Unidos, cifra que aumentó a al 50 % el último año de la contienda.

La moto hoy

Desde el siglo pasado hasta nuestros días, la industria de las motocicletas no ha hecho más que evolucionar. Al igual que su pariente, el coche, se ha ido adaptando a los gustos y necesidades, existiendo gran variedad de opciones, desde las empleadas en largas distancias hasta las más urbanitas y manejables. Aparte de mejoras en prestaciones y seguridad, los fabricantes de las dos ruedas se unen a la defensa del planeta con la incorporación de motores eléctricos.

¿Y si me compro una moto?

Muchas personas tienen claro que una motocicleta es la mejor aliada para moverse en la ciudad. Para estos vehículos de dos ruedas resulta más sencillo aparcar, ser puntuales y librarse de los atascos. ¿Más motivos? Ahí van:

  • Sostenibilidad. Las motocicletas eléctricas se unen a la apuesta verde de reducir el CO2 y sus mejoras centran en diseños cautivadores, tiempos de carga reducidos y mayor autonomía de la batería.
  • Más visibles para evitar accidentes. Muchos de los siniestros de motos se deben a que se ven peor que un coche. Los reflectantes que llevan no siempre son suficientes y por ello se están fabricando modelos con opciones de iluminación mayores, con luces LED que incluso se pueden controlar desde el teléfono móvil.
  • Más estabilidad y seguridad. Siempre se ha dicho que el cuerpo es el chasis de las motos. El equilibrio sobre dos ruedas hace más fácil las caídas y, por este motivo, los fabricantes están esforzándose en la mejora de los frenos ABS, el control de estabilidad y la asistencia de vista lateral.
  • Comodidad. Los avances en ergonomía reducen el cansancio y, con este, los accidentes. La altura del asiento y la posición del piloto son algunos de los aspectos en los que las marcas están incidiendo para hacer más segura y placentera la conducción.