La familia por fin se ha decidido, ha adoptado un perro. Es un cachorro y le gusta explorar. Se mete por todos los rincones y ha descubierto un tesoro: el armario donde se guardan lo zapatos. A partir de entonces desarrolla una afición desmedida por cogerlos, llevárselos y morderlos con fruición. Después de una visita de estas, los zapatos quedan inservibles y la gracia ya no lo es tanto.

¿Por qué lo hace? Tiene sus juguetes, sus mordedores, ¿por que los ignora? ¿Cómo le cambiamos ese mal hábito?

Algunas teorías afirman que está desarrollando su apego por su nueva familia, que en el fondo es un gesto de amor. Manteniendo cerca de él un objeto que huela como los miembros de su nueva manada se siente acompañado.

Es un teoría que suena bien pero que sale cara en términos económicos. Y además, si necesita cerca algo que huela a su humano, ¿no puede ser que pase demasiado tiempo solo y que este desarrollando algún tipo de ansiedad o de comportamiento obsesivo?

Si esto ocurre, y antes de comenzar con las medidas correctoras convendría saber exactamente el porqué de su comportamiento.

Posibles causas

Si es un animal muy joven, de entre tres y seis meses puede se deba simplemente a un problema de dentición, que le están saliendo los dientes de leche por lo que la inquietud, las molestias e incluso el dolor le hacen actuar así. Igual que un bebé humano cuando le empiezan a salir los dientes y muerde y babea todo lo que tiene a su alcance.

¿Qué hacer? En principio es fácil, poner a su alcance juguetes que pueda morder, como pelotas o huesos de materiales adecuados.

En el caso de que sea un perro de más edad, de más de un año conviene plantearse y observar otros factores. De hecho, lo primero que conviene averiguar si es una actitud puntual, que se puede corregir fácil ofreciéndole alternativas y simplemente afeándole ese comportamiento cada vez que le veamos hacerlo, premiándole cuando juega con lo suyo.

Puede ser síntoma de un problema en las encías, de dentición, de que se le estén cayendo lo dientes de leche y saliendo los definitivos. El perro trata de calmar sus molestias, su desasosiego mordiendo lo que tiene delante. Una visita al veterinario aclarará el motivo y aportará soluciones efectivas.

También hay teorías que plantean que el cuero de los zapatos, su olor, les puede resultar particularmente atractivo al recordarles su comida y su instinto depredador les lleva de caza por la casa. Alguna víctima propietaria de calzado de otros materiales puede cuestionar esta teoría, pero los expertos hacen notar que los cordones pueden moverse como las extremidades de otro animal, algo que también puede excitar su instinto predador.

El aburrimiento es una de las causas principales por la que nuestras mascotas rompen las cosas en casa o incluso ladran, sobre todo cuando las dejamos solas en durante mucho tiempo. Si nuestra mascota tiene exceso de energía y poca actividad buscará alternativas para divertirse y gastar esa energía, siendo una de sus preferidas mordisquear cosas de la casa a las que tenga acceso, como pueden ser nuestros zapatos. Jugar un rato con él antes de irte y dejarle algunos juguetes con premio dentro o que metan algún ruido que les divierta también es una opción para que se entretengan sin causar estropicios.

La falta de ejercicio o la hiperactividad también pueden estar detrás de este comportamiento. Un pero adulto necesita gastar energía, necesita salir y ejercitar todo su cuerpo. Esta energía acaba saliendo pueden ser los zapatos los que paguen el pato. Un salida diaria de mínimo media hora hará que pueda mostrarse más relajado en casa, bien por que ya la haya realizado antes de tus ausencia, bien porque sabe que la tendrán en cuanto regreses.

Finalmente, la ansiedad también puede ocultarse detrás de este comportamiento. Llegar a un hogar nuevo, sentir que no se le presta toda la atención que quiere, añoranza de su familia anterior, etc. Son muchas la causas que pueden angustiarle y que se pueden corregir con un buen adiestramiento para animal y humano, creando una dinámica que mejore la vida y la convivencia.

Así lo puedes evitar

La mejor solución para estos casos se encuentra en la prevención. Desde el inicio de la convivencia hay que dejar claro cuáles son sus espacios y sus juguetes, dejándole muy claro donde no puede enredar ni con qué no puede jugar

Se puede empezar por mostrarle cuáles son juguetes poniéndolos en su cama y retirando cualquier otra cosa que lleve a ella por iniciativa propia. Cuando lo haga, reprenderle con un no seco y enérgico mientras se le quita y premiarlo cuando lleve los suyos.

Con un poco de tiempo y paciencia, sin enfadarse, insistir en esta enseñanza y pronto aprenderá qué puede hacer y qué no.