Rosika Schwimmer llevó a Kirmen Uribe a Nueva York con una beca para investigar su vida a través de los fondos de la Biblioteca de la Gran Manzana. En esta ciudad es también profesor universitario. El escritor de Ondarroa (Bizkaia) no tiene previsto volver a Euskal Herria a corto plazo, y reconoce que se metió en su nueva novela para poder conocer y comprender mejor a las mujeres, apartando los roles de masculinidad absorbidos a lo largo de la vida. Echa de menos el paisaje vasco, a sus amigos, y sobre todo la comida, pero reconoce sentirse a gusto en una de las metrópolis más populosas del mundo. Allí es un migrante más.

¿Un libro para mujeres, de mujeres, para todos€?

Es el libro de un hombre que quiere comprender y conocer a las mujeres, que quiere darles la voz, que quiere escucharlas. Este es el libro de un hombre que quiere ser un nuevo hombre y dejar atrás los roles masculinos que nos han sido establecidos.

¿Cómo conoció a la protagonista de La vida anterior a los delfines

Me encontraba buscando un personaje en Nueva York que fuera mujer, y estaba pensando en una artista, en una escritora, alguien que tal vez fuera de la contracultura. Por casualidad entré en los archivos de la Biblioteca de Nueva York y me encontré con un archivo de 176 cajas que contiene una vida, la de Rosika Schwimmer.

¿Y quién era ella en realidad?

Una sufragista húngara que quiso parar la Primera Guerra Mundial. Habló con el presidente Wilson y no le convenció. Habló después con Henry Ford, uno de los hombres más ricos de la época, y a él sí que le convenció, y montó un barco de la paz hacia Europa, pero no consiguieron la paz. Fue candidata varias veces al premio Nobel de la Paz y amiga de Einstein, pero en el año 1950 entró en el olvido más absoluto.

Schwimmer es para la mayoría del mundo de hoy en día una mujer desconocida que, en lo poco que se sabe de ella, tenía muchos matices y aristas.

Era una mujer muy avanzada a su tiempo. Desde muy joven abrazó la causa sufragista y luego se volvió radicalmente pacifista. Era tan visionaria que tuvo sus tensiones. También fue una incomprendida en muchos aspectos de su vida, incluso en su entorno. Cuando estábamos en los tiempos de la Guerra Fría, cuando los valores vuelven a ser más conservadores, una feminista, una pacifista y una mujer que no tenía familia y que vivía con otra mujer€ Bueno, era un personaje incómodo para la sociedad de la época y entró en el olvido.

A su lado estuvo su secretaria y también amiga Edith Wynner.

Que tuvo la idea de recuperar todos sus documentos y empezar una biografía que nunca acabó. Es esa biografía inacabada la que he encontrado en los archivos de la Biblioteca de Nueva York.

Siempre ha estado usted muy unido a esa ciudad y esta historia parece haberse convertido en un pasaporte fundamental.

Ja, ja, ja€ Sí, porque me ha llevado a Nueva York. Solicité una beca para esta biblioteca y me dieron la posibilidad de sumergirme en los archivos, de escribir esta novela en euskera y de estar trabajando allí durante un año. Yo no quería contar solo su vida, no quería hacer una novela biográfica o histórica.

¿Y qué buscaba?

Hacer una novela moderna, una novela contemporánea. Quería una historia en la que el autor también salga, y su familia. Me parecía importante contar la historia, pero también su proceso de creación.

¿En qué sentido?

Planteando preguntas. ¿Qué supone como familia ser migrante en Nueva York? ¿Es lo mismo que vivió ella en su época? Eso es lo que hemos vivido nosotros. Es el mismo proceso que he vivido con mi familia: cruzar el Atlántico y poder convertirte en uno más en la sociedad neoyorquina. La vida de ella ha sido demasiado histórica, y sus sentimientos, sus emociones, no aparecen en el archivo; solo aparece su vertiente activista.

¿Se puede llenar desde su experiencia ese vacío?

El lado emocional, el lado vivencial está en la historia de nuestra propia familia. Una familia que va a Nueva York y trata de acondicionarse en una sociedad totalmente nueva para ella, una lengua nueva y un código de conducta nuevo.

¿Qué tiene esta ciudad que ejerce ese fuerte influjo sobre usted?

Primero fue su literatura, su música, su arte. Lo segundo está también relacionado con lo anterior: es una ciudad con una vida cultural increíble. También es un sitio que está en primer plano de la ciencia, donde hay gente de todas las procedencias y se hablan todos los idiomas del mundo. Un lugar que siempre te acoge siendo migrante.

Pero no parece una ciudad fácil...

Es dura. Pero, aunque sea difícil, es una ciudad abierta y con una vida cultural increíble. Pensaba y pienso que puedo aprender muchísimo, y mis hijos también. Al final, es como Velázquez: primero se fue a Roma y después pintó Las meninas. O como Joyce, que se fue a París y en esa ciudad escribió Ulises. El desplazamiento te ayuda a ser más creativo, más objetivo, y a ver las cosas de otra manera.

¿De cuál?

Desde la distancia. Cuando te alejas de tu lugar habitual y pones distancias a tu vida de siempre, la mirada es diferente.

Ha terminado la novela y la investigación que le llevó a tener una beca. ¿Vuelve a casa?

Bueno, la novela tiene tres partes. La primera narra el proceso de investigación y la cuenta un escritor, Uri€

¿Es usted?

Es un trasunto mío. La segunda parte la cuenta Nora, la compañera del escritor. Es una larga carta que escribe a su mejor amiga durante la pandemia en 2020. Y hay una tercera que es la que cuentan los niños. Tenía muy en cuenta que debía ser una novela escrita a tres planos y con tres voces diferentes.

¿No es complicado escribir así?

En la primera parte hablo de las sufragistas, del macrojuicio contra las abortistas de Bilbao. El siguiente paso era dejar de hablar y dar la voz a las mujeres. Es por eso que la segunda parte la cuenta una mujer y llega mucho más, es muy viva, muy honesta, muy auténtica. Así que, ¿volver a casa? No, doy clases en la Universidad de Nueva York, en el máster de Escritura creativa. Me paso medio año dando clases y el otro medio escribiendo. Creo que aún no vamos a volver, estamos muy a gusto allá. Regresamos en verano.

Uribe reside ahora en Nueva York, ciudad en la que se encuentra muy cómodo.

¿Se le ha quedado pequeño Bilbao?

Ja, ja, ja€ Es buena pregunta, pero no lo sé. Siempre he sido una persona que ha querido aprender. Era muy inquieto desde pequeñito, porque cuando miraba al agua, al mar, pensaba: Ahí está Londres, más allá está Nueva York... Siempre he querido viajar, conocer otros mundos. Y sobre todo, siempre he querido aprender. He sido un gran lector. El cambio de Bilbao a Nueva York te posibilita poder aprender y vivir otras experiencias diferentes. Voy a decir que en Nueva York todos son de algún sitio, todo el mundo tiene algún lugar de procedencia, y el hecho de ser vascos nos da ese acento, esa diferencia que allí es muy estimada.

¿Resultan más exóticos los vascos?

Ja, ja, ja€ No lo sé, pero la lengua, el euskera, se estima mucho allí. Vas en el Metro y te preguntan: ¿Qué idioma habláis? Aunque te vayas a Nueva York y estés a miles de kilómetros tienes esa conexión con tu país.

¿Resulta fácil el proceso de integración con los neoyorquinos?

Sí, los grupos de amigos son plurales. No es que siempre estés con gente vasca. Antes sí se hacía, pero porque cuando en el pasado emigrabas a Estados Unidos lo hacías para toda la vida o para muchos años. Además, la conexión directa con la tierra natal era muy difícil. Esa conexión solo se hacía juntándote con los tuyos.

Internet ha acercado los mundos y las conexiones, ¿no?

Exactamente. Uno no busca estar solamente con vascos, así que los grupos de amigos son muy diversos. El círculo en el que nosotros nos movemos es el universitario, el círculo de escritores de Nueva York.

Habla usted de un escritor que quiere conocer y entender a las mujeres para salvar esos roles masculinos. ¿Es por experiencia propia?

Sí. Creo que todos hemos vivido de esos roles de hombre vinculados a términos como insensible, que no sabe expresar sus sentimientos, que lleva puesta una coraza sentimental y emocional. Aunque tu familia fuera en cierta manera progresista, la sociedad te inculcaba esos conceptos. Además, era lo que escuchabas, las películas, la música€ Es un proceso que nunca acabas. No puedes decir: No soy machista y ya está. Es un proceso largo en el que hay que incidir todos los días. Hay que ser autocrítico y tratar de buscar la igualdad junto a las mujeres, siendo parte activa de esta búsqueda.

¿Echa algo de menos cuando está en Nueva York?

La gente y la comida. Ja, ja, ja€ Echo de menos a mis amigos, el humor de los vascos. Es que me lo paso muy bien en Euskadi, pero sobre todo la comida, eso es lo que más. También añoro el paisaje. Creo que vivimos en un país muy bello.

Muchos no conocíamos la historia de los hombres que se enamoran de las lamias y se convierten en delfines.

Es una historia que recogió aita Barandiaran y lo cierto es que no resulta muy conocida. Es una historia que se contrapone a la mitología griega. Las sirenas los mataban.

Parece que las lamias vascas dan segundas oportunidades.

Eso es. Los hombres se convierten en delfines después de amar a las lamias, pero no los matan, les dejan vivir otras vidas, las de los delfines. Tendrán vida aunque hayan sufrido una metamorfosis. Es una imagen que utilizo para hablar de los migrantes. Cuando se cambia de país también hay un cambio en la forma de ser de las personas. Me gusta la idea de la segunda oportunidad, esa idea de empezar una nueva vida. Todos tenemos derecho a una segunda vida.

PERSONAL

Edad: 51 años (5 de octubre de 1970).

Lugar de nacimiento: Ondarroa (Bizkaia).

Formación: Es licenciado en Filología Vasca.

Inicios: En 2000 llevó a los escenarios Bar Puerto, proyecto que aunaba poesía, música, vídeo e historia oral. La publicación en 2001 del libro de poemas Bitartean heldu eskutik (Mientras tanto dame la mano), supuso una revolución en el mundo de la literatura en euskera.

Trayectoria: En 2003 publicó el libro-CD Zaharregia, txikiegia agian (Demasiado antigua, demasiado pequeña quizás) junto a los músicos Mikel Urdangarin, Bingen Mendizabal, Rafa Rueda y el ilustrador Mikel Valverde, fruto de una serie de recitales que el grupo llevó a cabo en Nueva York el mismo año. Ha escrito la colección juvenil Garmendia, una serie de aventuras y humor. Una votación entre los alumnos de los centros de enseñanza secundaria en Gipuzkoa le valió el Premio Liburu berria. Con la novela Bilbao-Nueva York-Bilbao obtuvo en 2008 el premio de la Crítica y en 2009 el Nacional de Narrativa. Su siguiente novela fue Lo que mueve el mundo. En La hora de despertarnos juntos buceaba en una de las realidades más duras de Euskal Herria, la de la Guerra Civil y la posguerra. Acaba de publicar La vida anterior de los delfines.