Al volver la vista al mundo del esclavismo muchos recuerdan Lo que el viento se llevó y la Guerra de Secesión, pero esa lucha entre los abolicionistas y los esclavistas también se vivió en Cuba, y en esa isla era España la que ejercía el tráfico de esclavos, y los ingenios de azúcar, esos que daban esplendor y dinero al imperio español, estaban llenos de gentes que valían lo mismo que un animal y que estaban lejos de ser consideradas personas. En la novela El valle de los arcángeles, Rafael Tarradas Bultó, un apasionado de la historia de los siglos XIX y XX que cuando no está leyendo sobre la materia se enfrasca en la escritura en su retiro del Valle del Tiétar (Ávila), habla de esos dos universos de riqueza y miseria que convivían a escasos metros de distancia.

El valle de los arcángeles. Se ha ido usted muy lejos en su segunda historia publicada tras El heredero.El valle de los arcángeles

Es un viaje largo, sí, en el que me he ido al otro lado del Atlántico, pero es que me apetecía contar una historia del siglo XIX.

Temas como el esclavismo parece que nos quedan muy lejanos.

Pero si lo piensas un poco tampoco están tan lejos. Hablamos de una colonia que se perdió, Cuba, tan ligada a España. Había mucha comunicación con la isla, incluso para lo que era la época, porque había un barco diario. Y también mucha conexión familiar. Es un tiempo que sí, que puede parecer lejano, pero sobre todo es muy desconocido, aunque había muchas cosas relacionadas con la vida que tenemos ahora.

¿Por ejemplo?

Las ciudades en las que vivimos experimentaron mucha evolución gracias al comercio del azúcar de las plantaciones cubanas. El dinero de las azucareras creó empresas muy importantes en España, y alguna aún sigue en funcionamiento. Hay reminiscencias en Barcelona, en el barrio de Salamanca de Madrid y no digamos en el norte, porque todas esas casas de indianos son de esa época.

¿Tiene usted alguna relación con Cuba?

Una tatarabuela que era indiana, aunque de ella no sé mucho, pero mi relación tiene forma de muebles. En la casa familiar duermo en una cama indiana y me dicen: Por la noche te está susurrando la tatarabuela. Tenía varios temas sobre la mesa para escribir, pero en cuanto empecé a investigar sobre los indianos ya no pude parar. Muchas veces nos quedamos en la primera época de los indianos, cuando eran prósperos, pero nos falta el tiempo previo a la Guerra de la Independencia.

¿Cómo eran esos tiempos al otro lado del Atlántico?

La sociedad criolla de la época era muy cosmopolita, riquísima y muy exótica. Eran formas de vida muy diferente a las de ahora en algunas cosas. De entrada, tenían esclavos, algo de lo que aquí apenas se habla, aunque hubo esclavos que murieron en el siglo XX.

¿Se nos olvida que España fue muy activa en el tema del esclavismo?

De entrada, Cuba era España y España participó en el tema de los esclavos al cien por cien. Primero era una colonia y luego fue una provincia, igual que lo era Barcelona. El tráfico se abolió en España en 1820, pero la esclavitud no fue abolida en la península hasta 1980 y en Cuba en 1986. Duró mucho y había grandes lobbies españoles a favor de que siguieran las cosas como estaban, es decir, de que siguiera la esclavitud. Estamos hablando de que el azúcar era una industria muy rica que generaba fortunas a nivel mundial y estaba basada en el trabajo esclavo.

¿Un libro que habla de diferencias sociales?

Más allá que todo eso. Estamos hablando de los más ricos del mundo y a pocos metros de sus mansiones tipo a las de Lo que el viento se llevó estaban los barracones con esclavos. Y ese tráfico se anunciaba en las páginas de animales del periódico.

¿Páginas de animales?

De la misma forma que se anunciaba que se vendía una vaca, se anunciaba que se vendía un esclavo.

Esta historia le ha dado para muchas páginas, porque es un libro grueso. Cómodo para llevarlo a la playa no es.

Ja, ja, ja… A mí, un libro extenso me acompaña mucho, y si me gusta tengo diversión para rato.

En su primera novela se aisló en una cabaña para escribir alejado del mundanal ruido. ¿Lo ha vuelto a hacer?

Es la manera de avanzar de verdad. No estás pendiente de la tele y de otras distracciones, solo tienes tu ordenador y la historia que quieres contar. Para la novela histórica va bien estar aislado. Cada dato que escribes lo tienes que verificar, es una escritura más lenta y va bien que estés alejado de las tentaciones. Mi cabaña es un gran lugar para escribir.

En su libro hay escenas de esclavitud que son duras y tortuosas.

Absolutamente. Es un libro que habla del brillo de la sociedad de esos momentos. Hay señores muy ricos que tienen a seiscientos individuos que están trabajando sus campos como animales y cada año moría un 15% de ellos solamente en la cosecha. Eran personas que dormían solo cuatro horas al día, que llegaban pensando que era el paraíso, pero que en realidad era el infierno.

Pero si el tráfico se abolió en 1820...

Sí, pero no se abole la esclavitud y esas personas que estaban bajo el yugo de los dueños de las plantaciones se convierten en objetos de lujo, porque cada vez llegaban menos. Es cuando comienzan las revoluciones independentistas en los ingenios y cuando se ve que lo que parecía tan bonito y exquisito era también muy frágil. El valle de los arcángeles habla de un mundo que se acaba.

Supongo que lo no se acaba es la historia de su libro. ¿Da para más novelas?

Esta historia es muy emocionante y en el libro marca un tiempo limitado que no llega por ejemplo a la Guerra de la Independencia ni tampoco al final de la Guerra de los Diez Años. Se queda en el momento en el que los plantadores tienen que empezar a espabilar.

Más que a espabilar, a humanizarse, ¿no?

También. Empiezan a ver que las cosas no están tan claras como pensaban. Si hiciera otro libro sobre Cuba el personaje principal no seguiría, pero sí que he dejado personajes que podrían resurgir. De todos modos sería un libro independiente, porque no quiero hacer comprar al lector tres libros para entender una historia completa.

¿Puede compatibilizar la literatura y los eventos?

De momento sí, y estoy encantado. Una de las cosas a las que dedico el ocio es a escribir, y me divierto mucho haciéndolo. Digamos que los eventos son mi profesión y la literatura es mi oficio número dos. Lo que he escrito se ha publicado, pero si no se fuera a publicar, lo seguiría haciendo. Me gusta mucho, me relaja. Me pongo delante del ordenador y parece que yo también viajo a lugares lejanos y en el tiempo. Me gusta mucho la historia y es una manera de recopilar la que me interesa.

La crítica le ha calificado como el autor del año.

Es muy generosa y estoy encantado, pero va a haber muchos autores del año. Existe mucha variedad y muchos temas sobre los que elegir y opinar, solo espero que haya un hueco para mí.

Bultó, ¿un apellido de bulto?

Ja, ja, ja… Es muy importante el acento en mi segundo apellido.

¿Y pesa por lo que supone?

No pesa nada. Bultó es un apellido que pesa en lo personal. Ayuda a tener una familia muy grande, que se interesa por lo que haces, que te empuja a que sigas avanzando en los momentos en los que uno está un poco inseguro.

¿Sigue subido a una moto?

Ya no las fabricamos, pero por Madrid me muevo en moto y una de mis aficiones es la moto de campo. Tenemos una casa que está justo en el linde de Barcelona con Tarragona, de hecho hay un trozo que está en cada una de estas provincias, pero se sitúa en Cunit. Es la casa familiar, aunque ahora mis abuelos ya no están, pero allí nos reunimos todos y es a donde vamos cuando queremos relajarnos un poco. La gran afición de la familia es salir todos juntos de excursión y disfrutar de la naturaleza.

¿Y no le pesa la soledad de encerrarse en una cabaña en Ávila?

Cuando la soledad es elegida no pesa nada. Pesa estar solo en el mundo, pero cuando te apartas por un rato y porque quieres, no es duro. Por ejemplo, este año no he pasado las Navidades con la familia porque cogí el covid y fue un fastidio, pero sabía que ellos estaban ahí. Me da pena la gente que no tiene opción.

PERSONAL

Edad: 45 años.

Lugar de nacimiento: Barcelona, pero desde hace más de quince años reside en Madrid.

Familia: Pertenece a la saga de los Bultó. Su abuelo puso en pie las fábricas de motos Montesa y Bultaco. Su tío Álvaro fue un conocido aventurero, deportista y presentador de televisión, que murió en un accidente practicando deporte de riesgo.

Formación: Estudió Diseño industrial en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Trayectoria: Ha trabajado como headhunting y en la organización de eventos deportivos como la 32nd Americas’s cup. Durante dos años fue director de la galería de arte Helga de Alvear. En estos momentos está en Montaz Comunicación, agencia especializada en eventos de ocio y cine. Da clases de marketing y eventos en ESDEN Business School.

Aficiones: Además de las artísticas y deportivas, es un enamorado de la historia de los siglos XIX y XX. Escribe desde su refugio, una cabaña del Valle del Tiétar (Ávila). Hace dos años presentó su primera novela, El heredero, una historia muy familiar y próxima al autor. Ahora viaja a Cuba con El valle de los arcángeles.