Se llama Jordi Cruz y trabaja en televisión mano a mano con Samantha, pero no es cocinero ni presenta MasterChef. Es el otro Jordi Cruz, el de Art Attack, y ha vuelto a la actualidad en los últimos tiempos con la publicación de una biografía, con programas en Cadena 100 (fue el ideólogo de utilizar la canción Resistiré en el confinamiento de 2020) y con un podcast en Netflix (¿Sigues ahí?, Ha reaparecido para el gran público, que lo conoció hace 20 años con el programa de manualidades y con Club Disney, aunque en todos los años en que ha estado alejado de la televisión no ha parado de hacer cosas.

En una entrevista para El Mundo, el catalán, que comenzó en la tele con 19 años con Club Disney y que ahora tiene 45, ha recordado aquellos tiempos en los que se convirtió en un referente para el público infantil y juvenil, y ha reconocido que muchos días acudía de empalmada a trabajar después de una noche de fiesta. “Muchas mañanas presentaba el programa recién llegado de la discoteca. ¿Por qué no? Es la edad y aguantaba, pero nunca he llegado borracho. Yo he vivido la noche con mucha naturalidad, no como algo peligroso u oscuro, que se pinta tantas veces. Yo la vivía como algo superdivertido, de disfrutar. Algunos amigos me decían que tuviera cuidado, pero yo tenía 20 años y quería salir a ser feliz. Y lo hacía. Mis amigos salían los viernes y yo presentaba en directo el sábado, no podía forzarles a todos a cambiar sus planes, así que no había otra”.

El barcelonés admite que llegaba al plató sin dormir, pero no que lo hiciera perjudicado por el alcohol. “Los que me conocen saben que he vivido siempre la noche de una forma muy sana. Chupitos y copitas no faltaban, pero llegaba una hora en que paraba y ya me dedicaba sólo a bailar y reírme. Para alguien de fuera, la noche de Madrid es una fantástica oportunidad para conocer gente y crear amistades. Madrid es brutal para salir, no nos vamos a engañar. Y sería absurdo no haberlo disfrutado. Aún lo disfruto”, explica.

El presentador asume que ahora hay otro Jordi Cruz, el chef más famoso que él, pero reivindica que dejar de trabajar en televisión cuando has conocido el éxito de joven no implica ser un juguete roto. Y recuerda con angustia cómo hace un años se difundió en las redes el bulo de que había muerto. “Eso fue terrible. Por suerte, mis familiares más cercanos no tenían redes sociales, pero más de un amigo sí y el susto fue enorme. Al principio lees los mensajes y te lo tomas a risa, pero a los 10 minutos piensas en lo turbio que es todo y ya tiene menos gracia, porque en realidad te está escribiendo gente que piensa que has fallecido. Y peor aún es la gente que te empieza a seguir. Tuve miles de followers ¿Qué tipo de persona se pone a seguir a un muerto?”.