En su libro se percibe la confianza que este periodista y abogado vizcaíno de extensa trayectoria, además de habitual tertuliano televisivo y radiofónico, donde ofrece asiduamente sus análisis de la realidad política actual, tiene en que Felipe VI no abrace las conductas de su padre, el rey emérito Juan Carlos I. Unas conductas que le llevaron a abdicar en 2014, año en el que aún no se sabía todo lo que ocultaba ni el alcance de su fortuna, objeto hoy de terremoto político tras las constantes revelaciones que se van conociendo. A Juan Carlos I, Zarzalejos le atribuye con dureza haber pecado de "avaricia, promiscuidad y prepotencia". En el libro que ahora está presentando hace un repaso de los momentos actuales de la monarquía borbónica española, dice no creer que el emérito se siente algún día en el banquillo de acusados, y piensa que su nieta Leonor reinará cuando llegue el momento.

¿Es el suyo un libro amable con la familia real?

- En absoluto. No es amable cuando se considera en términos muy críticos al rey emérito y cuando se plantean tantas incógnitas sobre Felipe VI. El mío no es un libro amable, es un libro realista.

Díganos, ¿para qué sirve un rey?

- Para lo que sirve un presidente de una república no presidencialista y con una función adicional, la de tener una presencia vitalicia.

Lo de vitalicia...

- Eventualmente vitalicia. Sirve para representar valores del pasado y ser una referencia de valores de presente, de valores cívicos, y para marcar una distancia partidista, neutral y no ideológica. En aquellos países donde hay una pluralidad territorial, que tienen pulsiones de segregación, sirve de vértice de unidad. Y también para encarnar todos los valores y funciones simbólicas y representativas que le atribuye la Constitución.

En las primeras páginas del libro usted asegura que el peor adversario de Felipe VI es su padre. Tampoco el emérito se llevaba muy bien con su progenitor, Juan de Borbón. Parece que las relaciones paterno-filiales no gozan de buena salud entre los Borbones.

- No estoy seguro de que se pueda establecer un paralelismo entre don Juan de Borbón y su hijo don Juan Carlos. Don Juan no reinó, fue un aspirante a la jefatura del Estado que no cuajó, y finalmente se produjo una reconciliación. El conde de Barcelona nunca tuvo conductas reprochables. Es verdad que hay en las familias reales fricciones, algunas veces importantes, pero ese paralelismo que estableces no me parece muy real, ni tampoco exacto.

¿La historia no se repite?

- Tal y como la has planteado, no. La situación a la que ha obligado don Juan Carlos a su hijo sí que es inédita, aunque no del todo insospechada, pero es verdad que la relación entre Juan Carlos I y su hijo Felipe VI es muy problemática.

¿Hubo una abdicación a la fuerza?

- No sé si a la fuerza, pero sí renuente. La de Juan Carlos I fue una abdicación a la que se resistió. Su entorno, y no solo el real, sino también de la clase política, le convenció señalando que era lo mejor para la Corona y para el Estado. En definitiva, era una medida que trataba de enjuagar sus responsabilidades políticas anteriores a 2014. Y en base a esos argumentos, aunque de forma renuente, abdicó.

¿Una abdicación al cien por cien?

- Tenía que haberse hecho de una manera distinta. Tenía que haber habido una invisibilización del rey abdicado y no la hubo. Eso es algo incomprensible.

¿Se creó una corte paralela?

- No, pero hubo una cohabitación inconveniente y disfuncional. Cohabitaban en la misma residencia y se creó una secretaría personal con un diplomático importante, Alfonso Sanz Portelé. Tuvo una agenda pública y el monarca abdicado cumplió hasta cien representaciones de la Casa Real, del Estado e incluso llegó al ámbito internacional. Todo esto duró hasta junio de 2019.

Hasta que llegó el escándalo. Pero habían pasado para entonces cinco años desde su abdicación.

- Hasta que Felipe VI tuvo noticias ciertas y veraces de que su padre había constituido un entramado jurídico para ocultarle al fisco una determinada fortuna cuyo origen desconocemos. No sabemos si responde a una comisión, a varias, o responde, como parece hasta el momento, a una donación. Lo que hay es una investigación prejudicial por parte de la fiscalía ante el Tribunal Supremo.

¿Y vamos a saber algo más?

- Se supone que en los próximos meses tendremos una aclaración detallada de esas investigaciones. Veremos en qué deriva, si hacia un archivo o hacia una acción penal.

¿Cree que es posible una deriva penal que supondría sentar al rey emérito en un banquillo?

- Posible es, probable no me lo parece. El flanco más débil que tenía el rey emérito lo ha regularizado y ha evitado la acción penal, tal y como establece el artículo 305 de Código Penal. Los actos anteriores a 2014 están amparados por la inviolabilidad. Eventualmente se podría aplicar el beneficio de la prescripción de algunas de esas conductas si fuesen delictivas.

Durante décadas los Borbones han estado protegidos de los medios y han vivido en una burbuja opaca. De repente, esa burbuja estalla y salen todos los trapos sucios.

- Tienes razón. Concediendo que se produjo un consenso permisivo y también un estado de conjura del silencio, no caigo en la tentación facilona de socializar las culpas del rey Juan Carlos. Sus conductas son de él y solo de él. Bueno estaría eso de que culpables todos, culpables ninguno. No podemos convertir a los medios de comunicación en chivos expiatorios, como tampoco lo son ni la clase política ni la clase empresarial.

¿Por qué esa conjura del silencio?

- De la que los medios no somos responsables, insisto. Se ha podido hacer por un sentimiento de agradecimiento colectivo, sentimiento que el propio rey emérito ha traicionado. Pero cuidado, cuidado, no hay que socializar la responsabilidad de las conductas diciendo que nosotros tenemos una culpa in vigilando. No, él es el responsable de lo que ha hecho.

Parece que este señor ha decepcionado a muchos, pero aún hay quien le apoya. ¿Cree que ha puesto en peligro a la monarquía?

- Sí, sí, claro que la ha puesto en peligro. Las monarquías siempre corren riesgos en democracia, por eso a la legitimidad de origen añaden la legitimidad de ejercicio. Tienen que tener conductas, no solo públicas, sino también privadas, absolutamente impolutas. Cuando no se produce de esa forma, hay un daño a la monarquía. Aquí ese daño se ha hecho, la ha puesto en riesgo. Pienso que con las medidas que ha ido tomando el rey Felipe VI con el aval de los presidentes de Gobierno, en particular con el aval de Pedro Sánchez, esos riesgos se han ido conjurando y acotando, pero hay que esperar a ver cómo termina la investigación en este año fiscal.

Que terminará seguramente sin ningún tipo de imputación...

- Tendremos que esperar. Hay que ver qué nuevas medidas se pueden tomar de orden normativo para transformar la transparencia, la empatía y la comunicación entre la Casa del Rey, la ejecutiva del Gobierno y la sociedad.

Si hubiera un referéndum...

- Sobre la monarquía no puede haber un referéndum individual. Cambiar la monarquía por la república no es una reforma constitucional, es tumbar la Constitución de 1978 y cambiarla por otra. La monarquía está contemplada en el título primero de la Constitución, que define al Estado como una monarquía parlamentaria, así que no estamos hablando de una reforma constitucional, sino de un proceso constituyente, y eso son palabras mayores.

¿Podrían darse las condiciones para un proceso constituyente?

- No. ¿Esas palabras mayores tienen eco en el espectro político de las dos cámaras? Pues no. No hay dos tercios ahora mismo en la Cámara Alta ni en la Cámara Baja para que se dé esta situación.

Insinuó que si Vox ganaba en Cataluña al PP Felipe VI tendría un problema, y ha ocurrido.

- No lo dije así. Si Vox ganaba en Cataluña al PP era un problema para todos. Es la emergencia de una fuerza de extrema derecha conectada con las tesis de extrema derecha que se producen en otros países europeos. Implica un salto de Vox a electorados cabreados en el cinturón de Barcelona, porque de los once escaños que tienen siete se producen en el cinturón metropolitano. Esa fuerza ha prendido en clases trabajadoras no ideologizadas que expresan un voto de protesta.

Para el PP ha sido un golpe muy duro, ¿se repetirá el sorpasso?

- Sí, estoy de acuerdo en que ha sido duro para el Partido Popular. Si ya ha habido un sorpasso en Cataluña no me atrevería a decir que no se repetirá en unas elecciones generales. Me parece muy representativo que el 12 de julio saliera un representante de Vox en el Parlamento vasco. Llegamos al 14 de febrero y consiguieron once representantes en el Parlamento catalán. Son muy llamativas estas representaciones en dos comunidades que no son nada proclives a tener parlamentarios de esta naturaleza.

Se critica que Leonor de Borbón estudie en Gales y que no lo haga en un centro español.

- Pues esa crítica me parece totalmente ininteligible. Parece absolutamente normal que la que va a ser jefa del Estado tenga una formación integral.

¿Se necesita ir a un centro internacional para tener esa formación?

- Pienso que una formación integral pasa por dejar la zona de confort doméstica. Va a ir a un centro donde el 60% de los alumnos son becados, y esas becas están sufragadas con las cuotas de los que sí tienen capacidad económica. La princesa va a tener la oportunidad de convivir con jóvenes de otros países y de distinto origen social. Leonor de Borbón, más adelante, estará en la universidad pública española y pasará por las academias militares.

En su libro utiliza tres términos que aplica al rey emérito: avaricia, promiscuidad y prepotencia.

- Son tres características que se dan cuando las personas que tienen poder se sienten impunes. Son conceptos diferentes. La promiscuidad se refiere a impulsos sexuales que no se controlan. La avaricia tiene que ver con una relación problemática con el dinero y con las propiedades. Y la prepotencia tiene que ver con el uso de privilegios que se utilizan mal.

Vaya retrato real...

- Es verdad que son conceptos muy duros, pero están en la historia y deben subrayarse para que el rey Felipe -seguro que así será-, y sus sucesores, no incurran en ninguna de esas conductas, llámense promiscuas, avariciosas o de prepotencia.

Sofía de Borbón siempre queda al margen de toda la historia negra de su marido, el rey emérito. Ha vivido rodeada de infidelidades, avaricia y prepotencia. ¿Dónde la sitúa?

- Su papel ha sido muy limitado. Lo tuvo en la educación de sus hijas y de su hijo, pero desde el punto institucional, la reina de España, salvo regencias, no tiene ninguna función, aparte de la familiar, una función sentimental para los miembros de la familia. Puede ayudar mucho, puede no ayudar nada o puede ser un lastre. Doña Sofía tiene relevancia para sus hijos, para la opinión pública. Doña Sofía es una actriz, es la representación de una familia desestructurada.

Si hablamos de Letizia Ortiz...

- Estamos hablando de la reina de España. Se ha hablado exageradamente de crisis matrimoniales, pero ella está haciendo mucho en favor de su marido, le está apoyando y está al frente de la educación de la princesa de Asturias y de la infanta Sofía.

¿Interpreta el mismo papel que su suegra?

- No, en absoluto. La reina consorte, Letizia Ortiz, es una mujer de su tiempo, una profesional. Ella ha vivido, ha tenido una relación anterior€ Es una mujer que ha tenido que trabajar, no ha tenido fortuna ni facilidades. Se ha enfangado con las dificultades de la vida, como cualquier otro ciudadano, y aporta experiencia. Al ser una mujer de su tiempo no va a permitir ser tratada como una mujer del siglo XIX, sino que exigirá sus derechos, como deben hacer las mujeres en el siglo XXI. No son subalternas de nadie, absolutamente de nadie.

¿Ni de un rey?

- Absolutamente no. Las mujeres de hoy en día cumplen un rol, y no es ni mejor ni peor que el de un hombre, pero no son subalternas. Creo que la reina Letizia es perfectamente consciente de ello y así lo practica.